Algo está pasando en los museos de la Ciudad

Hace mucho tiempo, los trabajadores de los museos de la Ciudad de Buenos Aires venían discutiendo con preocupación sobre el deterioro del patrimonio artístico-histórico, ante el desinterés de las autoridades de la Dirección General de Museos (Guariglio) y de la Secretaría de Cultura (Telerman), quienes en nombre de la “modernización” han creado “asociaciones de amigos” en la mayoría de los museos. Estos kiosquitos tienen una personería jurídica ajena a los museos y permiten que manos privadas manipulen dinero dentro de los museos, porque éstos se encuentran legalmente impedidos de hacerlo. El congelamiento salarial de los trabajadores de planta lleva más de una década y los contratados que trabajan en relación de dependencia encubierta con contratos basura, en los últimos tres años han recibido dos recortes salariales.


Frente a la ausencia del gremio Sutecba, los trabajadores, autoconvocados, comenzaron a canalizar su bronca con un paro progresivo que el gremio nunca reconoció. Durante una semana de paro, la burocracia de Sutecba intentó romper la huelga alegando que “las autoridades de Hacienda no se sientan a negociar si no se levanta la medida de fuerza”. Para garantizar la presencia de las autoridades en la mesa de negociación, todos se movilizarían a la puerta de Hacienda mientras, en cada museo, un grupo de compañeros garantizaría las medidas de fuerza. Los más de 150 trabajadores reunidos en asamblea general comenzaron a festejar con euforia y algunos comenzaron a cantar “se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical”.


Al día siguiente, marchamos por Avenida de Mayo frente a las puertas de Hacienda, donde nos cruzamos con las columnas de Foetra: aplausos y gritos de aliento se intercambiaban mientras las autoridades del Gobierno de la Ciudad espiaban tras las cortinas. Al terminar la negociación, nos dirigimos al Museo del Cine porque la burocracia se negaba a informar los resultados de la negociación, de la cual también habían participado varios representantes elegidos minutos antes. En el hall del museo se armó una asamblea general, y allí la burocracia intentó romper la huelga por módulos truchos. Como la resistencia de los trabajadores no estaba organizada, el aparateo de la burocracia terminó por romper la huelga insultando e intimidando a cada uno de los compañeros.


Desde ese día han pasado más de tres meses en los que el Sutecba se borró olímpicamente; durante este período los trabajadores han dejado de masticar frustraciones y comenzaron a organizarse, eligieron delegados en la mayoría de los museos y se han afiliado masivamente a Ate, buscando un espacio desde donde continuar la lucha por un salario digno y la efectivización de los compañeros contratados. El degenarismo hace oídos sordos al reclamo salarial de todos los sectores, alegan “que no hay plata” y que las movilizaciones deben ser en nombre de su “libertad sindical”.


Contra el deterioro del patrimonio y el vaciamiento cultural, no permitiremos que privaticen la historia.