El arca de la contrarrevolución

Russkij Kovcheg ("Arca rusa"), coproducción ruso-alemana (2002) dirigida por Alexander Sokurov, es un ejemplo del arte utilizado como instrumento de propaganda de la restauración capitalista en la ex URSS.


Caída la URSS, un sinnúmero de artistas y directores de cine se dieron la tarea de producir obras que llevaran estéticamente la ideología reaccionaria de la restauración. "Arca rusa" es una más. Durante 96 minutos se introduce en los amplios salones del Hermitage de San Petersburgo (ex Leningrado), mostrando la inmensa colección de cuadros y esculturas que los zares importaron de Italia, Francia y demás países europeos. Este palacio-museo comenzó a ser construido en épocas de Catalina la Grande – de origen alemán, que no dudó en asesinar a su esposo y a nobles en su camino al trono – y fue terminado por el zar Alejandro II, quedando adosado al Palacio de Invierno, donde Eisenstein filmara gran parte de "Octubre".


Fílmicamente, "Arca rusa" es una producción notable. Realizada cámara al hombro, en forma continua nos lleva por los fastuosos recintos, y un personaje vestido de levita sirve de cicerone, va relatando la historia del Hermitage y mostrando las cosas que contienen los salones. Suceden hechos, como la prohibición de ingresar a determinados lugares; una Catalina que discurre sus pensamientos, mientras camina entre sofás; el zar Alejandro recibiendo al embajador persa; la última dinastía gobernante, los Romanov, desayunando mientras la zarina acaricia la cabeza del heredero hemofílico.


Las escenas finales muestran un gran baile y su culminación. Los concurrentes se retiran, y el lustroso guía vierte en palabras la real intención de Sokurov: "Prefiero quedarme", mientras la cámara se dirige hacia un balcón cuyas puertas, al abrirse, muestran el mar.


Sokurov, como Alexander Solyenitzin (Premio Nobel de Literatura 1970), es un profundo admirador de la Santa Madre Rusia de todos los Zares y añora los tiemposesplendorosos de una de las monarquías autocráticas más sangrientas, que implementó los brutales pogroms contra judíos, el destierro a Siberia de opositores – práctica que conservó el estalinismo – , persecuciones masivas contra campesinos, represión y asesinatos en manos de la Ojrana (policía secreta, cuyos procederes describió Víctor Serge) de miles de activistas anarquistas, socialistas y bolcheviques. Al mismo tiempo que cometía estos crueles actos y sometía al pueblo ruso a la miseria y a la hambruna, "los elegidos por el Santo Padrecito Dios" vivían envueltos en riquezas, apoyados y sustentados por los poderes militares, económicos y religiosos.


Así como la burguesía utiliza el arte para afianzar sus valores, los que enfrentamos al régimen capitalista debemos ser artífices de una nueva sensibilidad, de una percepción revolucionaria de la realidad que instale los valores de solidaridad obrera en lo nacional e internacional; que el arte y la cultura dejen de ser patrimonio exclusivo de "elegidos" y se constituya en un quehacer más de hombres y mujeres. "En una sociedad de iguales – escribía Marx en "La Ideología Alemana" – no habrá pintores ni escultores, sino hombres (y mujeres) que luego de las tareas cotidianas pinten o esculpan".