Cultura

3/7/2008|1044

Aniceto, último film de Leonardo Favio

El regreso del cineasta peronista

La obra de Leonardo Favio – que acaba de estrenar su último film, Aniceto- , está impregnada por una determinación constante: el deseo de integrar el imaginario popular argentino al lenguaje cinematográfico. Esta operación es realizada desde un marco ideológico asociado con el peronismo, corriente política a la que Favio adhiere con fervor.

El director y cantante fue uno de los pasajeros del avión que trajo de regreso a Perón de su exilio en España y fue designado animador del festejo que se iba a realizar y que culminó en los acontecimientos conocidos como “la masacre de Ezeiza”. Cada película de Favio demuestra que su obsesión por incorporar la cultura popular de masas a la pantalla grande logra resultados incomparables.

Desde Crónica de un niño solo, pasando por El dependiente (una película perfecta) a la etapa en la que ese ímpetu se vuelve más consciente y efectivo – con films como El romance del Aniceto y la Francisca, Juan Moreira, Soñar, soñar o Gatica, el cine de Favio logró conjugar una postura autoral personalísima con un cine de grandes taquillas, dirigido a las masas. Incluso Sinfonía de un sentimiento, su anterior producción de mediados de los noventa, en la que se propone hacer un extraño documental que narre la historia del peronismo, fue el DVD más vendido de la historia nacional.

Si bien por su contenido, forma y objetivos el cine de Favio podría ser catalogado como cine político, se diferencia de las producciones militantes en cuanto a que su fin no es conducir al espectador a la acción política sino que la acción política se produce al interior mismo del film. Esta relación se produce a través del reconocimiento empático del espectador con sus héroes – que pertenecen a los sectores marginados del capitalismo- , empatía que tiende a producir un efecto de identificación con ese imaginario popular que Favio tan bien sabe retratar.

A los setenta años, el director estrenó Aniceto, una reversión de su viejo film, y asume una postura vanguardista, con un celo renovador del cine. Filmada en un hangar cerrado – situación que produce un efecto estético descolocador- , la película retoma la historia trágica de Aniceto, un joven de clase baja dueño de un gallo de riñas, obnubilado, por un lado, por el amor y, por el otro, por el deseo.

La narración se mueve al ritmo del ballet – su protagonista es el reconocido bailarín Hernán Piquín- , una música muy potente y una fotografía deslumbrante. Tal vez el lenguaje escogido – la danza-  lo aleje de las grandes taquillas (la película acaba de ser levantada de las salas donde se exhibía con la intención de relanzarla dentro de unos meses), sin embargo marca el regreso glorioso de Leonardo Favio a las pantallas.