Cultura

19/2/2015|1351

Antonio Berni, Juanito y Ramona

Exposición en el Malba, avenida Figueroa Alcorta 3415, CABA, hasta el 1° de marzo


Juanito Laguna “es un chico pobre, pero no un pobre chico. No es un vencido por las circunstancias, sino un ser lleno de vida y esperanza, que supera su miseria circunstancial porque intuye que vive en un mundo cargado de porvenir” (Antonio Berni).


 


En cambio, como en el tango, para la costurerita que dio el mal paso no hay esperanza posible ni en la muerte, porque los monstruos del infierno lucharán entre ellos para devorarla. Ramona Montiel, la obrera que dejó el taller de costura, cambió por seda el percal y marchó al prostíbulo, está perdida. Definitivamente perdida. Ella es, como le cantara Evaristo Carriego:


 


la costurerita que dio 


aquel mal paso


Y luego de un valse te irás 


como una


tristeza que cruza 


la calle desierta,


y habrá quien se quede mirando 


la luna


desde alguna puerta.


 


Berni (1905-1981) muestra las villas miseria y los prostíbulos en sus pinturas y esculturas, y procura que su arte sea herramienta de denuncia y transformación, de que ataque, como diría Antonin Artaud, la conciencia social. Para lograrlo con eficacia, debió apartarse del “realismo socialista” propugnado por el estalinismo, que se vincula, antes que con el realismo (en verdad no tenía nada de realista y menos de socialista) con la estética ciclópea y racista del nazismo. Corresponde aclararlo, porque Berni fue afiliado del Partido Comunista.


 


El autor de la serie de Juanito Laguna y Ramona Montiel, en cambio, recorrió el surrealismo y el que él mismo llamó “neorrealismo” desde mediados de la década de 1930. Utilizó para su obra materiales de la vida real, que incorporó a las telas en vez de pintarlos. Así, Juanito camina o duerme entre la mugre de la villa con latas de lubricantes de Shell o de pinturas Alba, mientras Ramona aparece vestida con trajes de lentejuela reales y pedazos de encaje que Berni consiguió en el París de la “belle époque”. Son obras que producen un fortísimo impacto visual.


 


Las pinturas y esculturas de los monstruos que pueblan las pesadillas de Juanito y Ramona son simplemente alucinantes y, además, indican una ruptura tajante con las concepciones estéticas del estalinismo. Esas monstruosidades oníricas combinan influencias freudianas con mitos católicos y, sobre todo, con cultos paganos del Altiplano y manifestaciones carnavalescas de la cultura popular de ancestros precolombinos. En esa parte de su obra, Berni se vincula fuertemente con el realismo mágico latinoamericano.


 


La exposición en el Malba, en fin, permite ver, a quienes pueden pagar los 60 pesos de entrada (30 pesos los menores), la primera muestra de Berni que exhibe exhaustivamente las famosas series del artista dedicadas a sus dos grandes personajes.


 


Por último, cuando de Berni se habla, resulta obligatorio referirse al aspecto estrictamente político de su trayectoria. Integró los equipos artísticos del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, organizador de uno de los atentados contra Trotsky en México y, décadas después, fue un colaboracionista de la dictadura militar argentina, vinculado personalmente con el genocida Emilio Massera. La dictadura le dio todos los honores, desde el ingreso en la Academia Nacional de Bellas Artes en 1979, premios en 1980 y homenajes fúnebres cuando murió, en 1981. Fue coherente: él perteneció a un partido, el Partido Comunista, que respaldó explícitamente a la dictadura, e incluso la sostuvo hasta bastante después de que casi todos los partidos de la burguesía la habían abandonado porque se avizoraba su caída.


 


Pero no es la ruindad política del estalinismo lo que determina la obra sobre Juanito Laguna y Ramona Montiel.