Cultura

16/9/2017

Apagón sin precedentes en el Teatro Colón


La precarización laboral, el ajuste y el vaciamiento del mayor coliseo argentino se pusieron de manifiesto este viernes durante la función de  “La Traviata´´ de Verdi. 


 


Promediando la función todas las luces del teatro se apagaron. Cuando nos referimos a todas no exageramos. El teatro sufrió un apagón sin precedentes. Lo alarmante del caso es que no hubo una sola luz de salida o emergencia encendida desde el 3º subsuelo hasta el 4º piso.


 


La sala colmada de unos 2500 espectadores y  500 trabajadores de turno no tuvieron una respuesta de ningún funcionario de jerarquía hasta unos 20 minutos comenzado el desperfecto que alegaban correspondía al exterior.


 


La dirección del teatro pretendió que la función continuara en esas condiciones. Una intención que deja al descubierto la preocupación de la actual dirección por los trabajadores y el masivo público presente. Nos podemos imaginar, en el hipotético caso de que hubiera un incendio, lo difícil o la misión imposible que significaría llegar desde los pasillos del paraíso en el 4º hasta la primera salida en PB. ¿Podemos imaginarnos a las señoras del coro y actrices caracterizadas de 1800 en vestidos con miriñaque precipitándose escaleras abajo desde camarines? Se sabe que el público masivo operístico no acostumbra correr maratones o carreras de obstáculos.


 


Más allá del espectáculo dantesco del imaginario, de haber habido un incendio los posibles afectados hubieran sido 3000 personas. El Teatro Colon fue cerrado hace casi una década para ser refaccionado integralmente en un megaproyecto que implico un préstamo del BID. Ese megaproyecto implicó el desarme de los talleres  propios y el comienzo de la tercerización de sus plantas .


Más allá del lavado de cara que implicó sobreprecios del 500% las gestiones desde Ibarra hasta Larreta no se privaron de alquilar la impresionante sala a productoras amigas o propias en ningún momento.


El teatro está siendo vaciado de contenido para darle, justamente este carácter. Ser una sala de alquiler multipropósito. Esta cascara clásica de reconocimiento mundial siquiera cuenta con las condiciones básicas de seguridad. Desde la muerte del joven Daniel Ayala en 2013 en el que ningún funcionario se hizo responsable por el accidente podemos inferir que las condiciones en las que los trabajadores realizamos nuestras tareas no han cambiado en absoluto. La burocracia sindical no hizo nada en aquel momento y no hará nada ahora más que, desviar, tapar, y perseguir a quienes denuncian esta gravosa situación. 


 


Otro hecho para no dejar pasar es que los trabajadores estamos exigiéndole a la dirección del teatro una guardería para nuestros hijos. Desde hace una semana que los trabajadores no pueden entrar con sus hijos. Queda claro que la excusa de la dirección de que el teatro no es seguro para los niños debiera hacerse extensiva a todo ser viviente que lo transite.


 


La salida a esta situación es la organización independiente de las burocracias existentes. Por un teatro de y para los trabajadores.