Cultura

1/4/2010|1122

Avatar, vivir al límite y los boinas verdes

El debate sobre los motivos por los que una superproducción hollywoodense como Avatar”, donde la trama principal de la película es la organización y el levantamiento armado de un pueblo nativo contra las tropas de ocupación humanas en un tiempo y espacio fantaseado (Pandora, Año 2154) haya sido tan publicitada y financiada por las mismas grandes corporaciones que representan los intereses de esas tropas de ocupación (por lo menos en términos de clase) viene siendo desarrollado en las páginas de Prensa Obrera (ver PO Nº 1.115-1.117-1.118).

Sin embargo, la ‘humilde’ “Vivir al Límite” (o “En Tierra Hostil”) -dirigida por Kathleen Bigelow y presentada por algunos críticos como la “contracara” de la fastuosa “Avatar“- terminó llevándose la estatuilla tan ansiada: en términos comparativos, la obra de Bigelow tiene un formato documental bastante más propicio para un circuito under y no contiene un guión naif sobre “buenos” y “malos” (que muchos críticos le han insinuado peyorativamente a “Avatar”): se trata de marcar la singularidad existencial del soldado norteamericano en Irak, cuya función no es matar a los rebeldes sino todo lo contrario, salvar vidas de civiles a través de la desactivación de las bombas instaladas por la resistencia iraquí.

La nota “Kathleen Bigelow” en Prensa Obrera Nº 1121, firmada por Judas, intenta aportar un elemento nuevo al debate: la crítica debería apuntar a la incongruencia de la directora del film, quién no habría sido hasta el final consecuente con la orientación que pretendió imprimirle a su obra (la cual, para Judas, denunciaría “…la ocupación a través de la hostilidad que la población iraquí muestra hacia los soldados estadounidenses…”). Frente a las presiones del establishment yanqui, Bigelow “arruga” a la hora de dedicar el premio “a todos aquellos que están arriesgando su vida y sólo deseo que regresen a salvo a su casa”.

De lo que se trata en el artículo de marras es  señalar la naturaleza ideológica (capituladora) del “progresismo neoyorquino” representado en Bigelow: “…con esa dedicatoria acrítica, que el progresismo estadounidense es endeble como todo su discurso: ante la primera reacción de la derecha, la directora retrocedió en chancletas”, concluye el autor de la nota. Así, la crítica artística desde una perspectiva revolucionaria estaría dada a partir del “recule” de Bigelow.

Pocos días atrás, el filósofo esloveno Slavoj Zizek (quien, desde hace años, viene realizando a través de distintos filmes un análisis pretendidamente marxista articulado a la obra de Lacan, particularmente en relación al concepto de ideología) planteó, en un artículo titulado “Boinas Verdes con Rostro Humano” en el diario español El País, una posición particular: quien no sale ganando es Bigelow, pero a diferencia de Judas, no solamente por los destinatarios a la hora de las dedicatorias: Zizek sostiene que “…es fácil percibir la falsedad  de semejante gesto de empatía: la idea de que, a pesar de las diferencias políticas, todos somos seres humanos con los mismos amores y preocupaciones, neutraliza el impacto de lo que el soldado está haciendo efectivamente en ese momento…”. El artículo del filósofo esloveno concluye de manera contundente: “Sin embargo, siempre deberíamos tener presente que las áridas y realistas imágenes de lo absurdo de la guerra en ‘En Tierra Hostil’ enturbian, haciéndolo así aceptable, el hecho de que sus héroes están haciendo exactamente el mismo trabajo que los héroes de Boinas Verdes (de John Wayne). En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos que están haciendo allí.”

A la hora de una crítica -pretendidamente antiimperialista- de una obra artística, Zizek propone como barómetro naif los “buenos contra malos” como un elemento fundamental.