Cultura

26/6/2014|1320

Brasil, el Mundial y los escuadrones de la muerte

Documental: “The Price of the World Cup”

Anti-World Cup Demonstrators Protest Brazil's Hosting Of Tournament

Las estadísticas son criminales: desde 2007 -cuando Brasil fue elegido como anfitrión de la Copa del Mundo- hasta 2012, la policía en Río de Janeiro mató un promedio de 885 personas por año. En el área de asentamientos Metro Do Mangueira, situada justo a la entrada del Maracaná, 600 familias fueron desalojadas para la construcción de un estacionamiento para el mundial.

A cinco kilómetros del Maracaná, en la favela de Providencia, 150 familias fueron desalojadas a la fuerza para derrumbar sus casas y construir un teleférico para turistas. Según organizaciones no gubernamentales, se estima que cerca de 200 mil personas fueron desalojadas a la fuerza por construcciones relacionadas al Mundial.

Fortaleza, sede de seis partidos del Mundial, y que cuenta con tres millones de habitantes, es la quinta ciudad más desigual en el mundo, donde el 7% de los más ricos son dueños de un cuarto de las riquezas de la ciudad. El Estado de Ceará, donde está ubicado Fortaleza, invirtió más de 110 millones de euros en la reconstrucción del estadio. Esto equivale a la misma suma que el Estado ha invertido allí en escuelas públicas en los últimos cuatro años.

Estos datos se desprenden del documental “The Price of the World Cup”, realizado por el periodista y documentalista danés Mikkel Keldorf Jensen. Un hecho estremece los casi 30 minutos de la filmación: la denuncia de la vigencia de escuadrones de la muerte que exterminan niños pobres de las calles de Fortaleza, en Brasil, en pleno gobierno de la ‘progresista’ Dilma Rousseff.

“Comenzaron a haber en las ciudades grupos de exterminio, disparando a los niños durmiendo en la calle. Niños y adultos también. (Lo hacían) para propagar una señal de terror, para que esas personas dejen las calles”.

El testimonio, expresado en este documental, corresponde a Manoel Torquato, coordinador de un proyecto nacional en Brasil cuya traducción al castellano es “El niño no es de la calle”. El coordinador social agregó que “los organizadores en Brasil no quieren que los turistas y la prensa internacional -que todos los vengan al torneo de la Fifa- vean el lado pobre y desigual de nuestro país”. Según datos relevados por organizaciones locales de Fortaleza, se registraron 121 niños muertos en estas condiciones durante 2013.

Otros testimonios certifican las denuncias. Marcelo Freixo, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Río de Janeiro, sostuvo: “En la mayoría de los casos son personas del sector de seguridad pública, policías o militares. Son contratados por empresarios, por personas del poder local para realizar un servicio de exterminio, para matar asaltantes, personas de la calle, aquellos indeseables”. Y agregó que “los líderes de estos escuadrones de la muerte a menudo representan al gobernador local, concejales electos o el alcalde”.

En Brasil, durante 1990, los escuadrones de la muerte asesinaron a 445 niños en Río de Janeiro. En ese momento, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) había revelado que el 63% de los niños de nueve a 12 años que murieron en ese país en 1989 fue asesinado (El País, 9/1/1991). No debe sorprender que en Brasil, por el mundial, se movilicen 180 mil agentes de seguridad, incluyendo personal de seguridad privada y de las Fuerzas Armadas (Prensa Obrera, 30/4).

Las voces, en el documental, aprietan las gargantas. Una de ellas es la de Neuzimar, una mujer que iba a ser desalojada de su hogar. “Cuando veo esto siento desesperanza (…). Pero tienes que luchar. Es tu tierra, si entrego mi casa, ¿dónde voy a vivir?”. También está la voz de Igor, un chico de 15 años: “Es la ruina (vivir en la calle); siempre tengo hambre y sed y no tengo donde dormir”.

Denuncias de escuadrones de la muerte que asesinan chicos de la calle, desalojos masivos y militarización del país: el Mundial también arrancó en Brasil para los condenados de la tierra.


Daniel Mecca