Cultura

20/12/2007|1022

Buenos negocios en el Bellas Artes

LuchArte

Guillermo Alonso ha sido designado, mediante concurso, director general del Museo Nacional de Bellas Artes. En sus primeras declaraciones prometió “duplicar su superficie, que actualmente es de 10.500 metros cuadrados”, lo cual permitiría exponer su importante patrimonio del cual “hoy apenas exhibe al público el 7%”. Asimismo se pronunció por “una mejor remuneración del personal y un programa de capacitación permanente”.


El museo tiene una larga data de “anomalías”. “Por la fiscalía desfilan empleados de Bellas Artes que denuncian maltratos, sobreprecios en la edición de catálogos, artistas que reclaman la devolución de obras, pérdida de importantes colecciones de arte que tras ser donadas al museo, terminaron rematadas en el exterior.”


Aparentemente esta nueva etapa contaría con un director idóneo que recuperaría un espacio del arte y la cultura. Pero a poco de ahondar vemos que…


El “currículum” de Alonso anticipa el carácter de esta nueva administración. Sus méritos son ser “director de la consultora económica Coswell, especializada en inversiones y asesoramiento a empresas, fundaciones y particulares y haber sido, entre 1993 y 2005, director de la compañía comercial y financiera del Grupo Fortabat (Cocyf) y asesor de “Amalita” en el Fondo Nacional de las Artes.”


Viene con el apoyo de María Elena Arrieta de Blaquier, presidenta de la Asociación Amigos del Museo, que reiteradamente se ha pronunciado por su arancelización.


José Nun, secretario de Cultura de los Kirchner (ambos) ya lo había intentado(sin éxito): “Es absolutamente injusto que uno tenga que pagar 15 euros para entrar a un museo de arte en Europa y que aquí puedan entrar gratis a un museo de la calidad del nuestro” (Clarín, 7/8/05).


Finalmente la ampliación estaría a cargo de empresas internacionales dando lugar a los negocios del capital financiero.


La “ciudad cultural” que viene se basa en mega-emprendimientos culturales financiados por el estado para ser puestos al servicio de negocios con entidades privadas. Una práctica común en espacios estatales de arte, como admitía Oscar Smoje, director del Palais de Glace: “el Palais se alquilaba a galerías privadas” (Clarín 10/04).


En eso no distan en demasía los planes del superministro macrista del “turismo cultural”, Hernán Lombardi, asociado con el gobierno kirchnerista en proyectos como la Usina de la Música y el futuro centro cultural en el ex Palacio de Correos.


Por último, la tan promocionada “oferta salarial” del nuevo director no se debe a su bondad sino que es un conflicto de vieja data, con contratos basura y una situación de precariedad laboral por la cual ya se han organizado y movilizado los trabajadores, cuya resolución está pendiente: “Mientras tanto, al término de la conferencia de prensa en la Secretaría, se vislumbraba cuál puede ser uno de sus primeros desafíos: en la calle, un grupo de trabajadores de Bellas Artes reclamaban mejores condiciones de trabajo con pancartas que pedían el fin de ‘los contratos basura’. Sobre la fachada del Museo, no muy lejos de allí, una banderola similar a las que anuncian las muestras informaba sobre una asamblea permanente” (Clarín, 29/11).