Cultura

18/1/2018

[CINE] “El Club”, a la luz de la visita del Papa a Chile

La película de Pablo Larraín, muy bien recibida por la crítica en ocasión de su estreno, reúne en una casa los crímenes de la Iglesia católica.

La visita del Papa a Chile, en cuyo marco se reavivaron las denuncias contra el obispo Juan Barros por encubrimiento de curas pedófilos, da una nueva actualidad a la cinta “El Club”,  del chileno Pablo Larraín, que ha tenido desde su estreno en 2015 una muy buena recepción de la crítica y un exitoso recorrido por festivales –luego de ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, estuvo entre las nominaciones para mejor película extranjera de los Globos de Oro.


El film se ambienta en un pequeño pueblo pesquero de Chile, y la mayor parte de la misma, transcurre en una casa donde conviven cuatro curas y una monja. Recluidos en el paraíso del anonimato y la comodidad, purgan sus pecados apostando en carreras de perros. Los crímenes de maltrato infantil, encubrimiento de militares durante la dictadura pinochetista, robo de bebés y abuso de menores confluyen en la que sería una casa de retiro y penitencia.


Los protagonistas ocultan el suicidio de un recién llegado, quien es descubierto por una de sus víctimas. Los padecimientos de la víctima y las predilecciones amorosas de uno de los clérigos resaltan un guión secundado por excelentes actuaciones, destacándose el tratamiento del conflicto psicológico y social del abusado.


El ambiente y la temática recuerdan a Calvary, una película del 2014 sobre el abuso de menores realizado por sacerdotes católicos en Irlanda, aunque es más franca debido a la utilización de un lenguaje directo, y la sensación de suspenso de aquella es aquí dejada de lado por la crudeza de los testimonios. El Club fue opacada por Spotlight, estrenada ese mismo año y ganadora del Oscar, que narraba la mecánica eclesiástica de ocultamiento de sacerdotes abusadores en Boston (Estados Unidos).


Aunque pareciera que El Club intenta establecer que también hay pastores buenos en el rebaño, el encubrimiento y la salvaguarda de la Iglesia Católica conducen al más bueno de ellos a la complicidad –es decir, al pecado. Todo atisbo de idea de la gestación de una iglesia nueva –un cura llega a investigarlos y a cerrar la casa– se hunde ante la amenaza de divulgación de estas atrocidades.