Cultura

10/7/2017

[CINE] “Okja”: crítica al capitalismo dentro y fuera de la pantalla

El nuevo film del cineasta coreano Bong Joon-Ho.

“Okja”, el nuevo film del destacado director coreano Bong Joon-Ho ("The Host", "El expreso del miedo", "Memorias de un asesino") construye alrededor de la historia de una niña y su mascota, un cerdo gigante, una trama a la vez conmovedora e irónica, marcada por un anticapitalismo impreciso pero potente.


 


La película, que desde hace una semana puede verse en Netflix, nos muestra a una empresaria llamada Nancy Mirando (Tilda Swinton), que en medio de una crisis se hace cargo de la empresa alimenticia de su familia. Ella intentará marcar distancia de su repudiado padre –presidente durante muchos años– buscando aggiornar la marca, adornar su discurso con conceptos como sustentabilidad, respeto a la diversidad global y ecología. Pero todo es un fraude.


 


La empresa Mirando en realidad está en un proceso frenético de experimentación transgénica y ha creado una raza de “super chanchos” similares a hipopótamos. Ocultando su origen genético, estructuran una gran campaña publicitaria: entregan un ejemplar a pequeños granjeros de diversos puntos del globo para que los críen por diez años, y el que mejores resultados obtenga será premiado.


 


El conflicto aparece cuando la nieta del campesino ganador, una niña coreana llamada Mija, se niega rotundamente a que se lleven al matadero a su mascota, la enorme Okja. Mediante engaños consiguen separarlas pero la historia no hace más que empezar; la niña emprenderá entonces un viaje épico para salvar a su amiga.


 


Pareciera que estamos ante una nueva versión de “Liberen a Willy”, “E.T.” y tantas otras. En realidad no: el film contiene escenas graciosas y tiernas, y a unas protagonistas muy queribles –Okja es una realización digital realista, con gran expresividad y fluidez de movimientos- pero expresa un relato crudo y contundente sobre la tortura animal en las grandes cadenas alimenticias. El director no tiene problemas en mostrar estos terribles aspectos incluso a costas de perder al público infantil –la película ha sido catalogada para mayores de 16 años.


 


Muchos han asimilado a Bong Joon-Ho a la tradición cimentada por Hayao Miyazaki (“El viaje de Chihiro”, “Mi vecino Totoro”) pero en el coreano la crítica a la sociedad capitalista es más nítida y cruda. Sobre todo es irónica: algunos comentaristas, acostumbrados al cine occidental, criticaron el excesivo histrionismo de los protagonistas, sin valorar que este recurso se usa de forma creativa para ridiculizar a una sociedad que se mueve tras el lucro, el ego y las novedades volátiles. Y todo ello contraponiéndolo a una supuesta inocencia y pureza en niños y animales.


 


“Okja” tiene un fuerte contenido animalista y anticarnívoro. En este punto parte de varios conceptos unilaterales: se sostiene desde el comienzo que el alimento se está acabando y muestra a la producción capitalista actual y sus métodos como un fenómeno repugnante pero casi inevitable. No distingue que el capital maximiza la producción para obtener mayores ganancias y no por la escasez. En realidad existe sobreproducción de alimentos que luego son quemados o arrojados al mar; el problema entonces está en la anarquía del régimen actual, no en la “sobrepoblación”, mucho menos en el “consumismo”.


 


Por otra parte, la película le da un protagonismo creciente a un errático e ingenuo grupo anarquista, que a través de ataques relámpagos (mucho aerosol y panfletos) intenta concientizar a la gente sobre el daño producido por la industria cárnica. Sus enormes límites ponen de manifiesto la imposibilidad de condicionar el consumo a través de la agitación y, mucho menos, de transformar la industria. Como señaló Marx hace 150 años, es la producción la que determina el consumo y nunca al revés. La clase obrera aparece, pero muy brevemente, y sin ser protagonista de este rol transformador. Pero sí se la muestra como crítica y distanciada de una clase media dirigencial histriónica, arribista y hasta psicótica.


 


"Okja" estuvo en el Festival de Cannes, donde suscitó una polémica por la decisión de Netflix de estrenarla no en salas comerciales sino en su servicio. En su estreno, Ho declaró que "Vivimos en una época capitalista que nos hace felices por una parte, pero en la que nos resulta difícil sobrevivir, a nosotros y también a los animales. Nos hace sentir cansancio y sufrimiento" (EFE, 19/5). Su film posee un contenido político sumamente rico y su anticapitalismo es fuerte y ambiguo, dejando un espacio sin definiciones tajantes, abierto para el debate y la movilización, como su propio creador señaló.


 


Que la tristeza y el odio que despiertan la crueldad contra los hombres y la naturaleza se transformen en una fuerza superadora del capitalismo, no será un acto espontáneo –como creen los anarquistas de la película. Es una tarea de organización y lucha por el poder planteada a la clase obrera y los socialistas.