Cultura

13/2/2014|1302

Comenzó el debate

En los últimos días ha comenzado a desarrollarse, en todo el país, el debate político en vistas al XXII Congreso del Partido Obrero, que se realizará entre el 15 y el 19 de abril. Luego de una asamblea de lanzamiento se fueron realizando plenarios, charlas y hasta una exposición especial dirigida a los compañeros que tendrán a cargo las presentaciones de las tesis centrales.

Sobre el régimen político

El debate sobre la naturaleza de la crisis política fue motivo de intenso debate. El factor decisivo de la actual crisis son las contradicciones económicas, políticas y sociales relacionadas con la bancarrota económica. En 2011, estas contradicciones acentuaron el gobierno personal de Cristina Kirchner, como método de arbitraje de la crisis, que llegaba en la etapa de ocaso del kirchnerismo. Cuando muchos opositores se obnubilaban con la ‘victoria cultural’ del oficialismo, nosotros caracterizamos un “bonapartismo tardío”. Sobre esta base desarrollamos el Frente de Izquierda.

En los plenarios se debatió el veloz agotamiento de ese tardo-bonapartismo, en primer lugar como consecuencia de la derrota oficialista en octubre. La designación de Capitanich intentó incorporar a la gestión de gobierno a una parte de los gobernadores e intendentes pejotistas. El documento anticipa, sin embargo, que esta tendencia al gobierno de ministros no puede llevarse adelante. El retorno a la ‘cadena nacional’ es lo que parece ocurrir en estos momentos, cuando el rodrigazo amenaza llevarse puesto al gobierno. La gestión de Capitanich quedó fuertemente golpeada, primero cuando CFK le impidió mandar la Gendarmería a Córdoba ante el amotinamiento policial. Ahora, la crisis por la reprivatización de Fútbol para Todos puso en carpeta la renuncia de Capitanich. El PJ quiso sacarle a La Cámpora su instrumento más importante de propaganda. Hasta el Papa se ha incorporado a la gestión de la crisis: aunque desmintió una convocatoria al pacto social en el Vaticano, el ex consejero de CFK, Horacio Verbistky, interpretó el “cuiden a Cristina”, que repite Bergoglio a sus visitantes, como “un dardo envenenado”. Estas transiciones en el método de gobierno escalonan las etapas de la tendencia a la disolución de la experiencia kirchnerista.

Un tema de debate fue qué escenarios se plantean a partir de esta situación. La vuelta al “bonapartismo”, en cualquier caso, sería sólo episódica. La crisis con los gobernadores K de las provincias petroleras, por los precios y las regalías de los combustibles, demuestra la precariedad para pilotear la bancarrota económica. Una renuncia de Capitanich llevaría a otro intento de características similares, con final igual. La destitución de Boudou, quien parece destinado a una condena judicial, en cambio, desataría una sucesión anticipada, porque podría arrastrar también los blanqueos de dinero de Báez-K. Lo fundamental es, sin embargo, la perspectiva de una devaluación mayor y una corrida bancaria y cambiaria. El documento ofrece un análisis cuidadoso del plan de Kicillof para obtener financiamiento internacional a partir de la entrega a Chevron, el pago a los ‘buitres’ del Ciadi, la ‘indemnización’ a Repsol, el naftazo, el apoyo a los fondos internacionales que negocian el pago de la deuda en litigio en Nueva York y, por sobre todo, paritarias bajo ‘control inflacionario’. Este plan refuta la pretensión de los talibanes del kirchnerismo acerca de que el gobierno ‘resiste a los mercados’.

Este debate llevó, en numerosos plenarios y charlas, al planteo: “abajo el plan Capitanich-Kicillof contra los trabajadores”. Esta consigna unifica políticamente los reclamos de trabajadores, jubilados y jóvenes contra el ajuste, incluidas las suspensiones y los despidos. Después de la votación de octubre por el Frente de Izquierda, tenemos la obligación de ofrecer una perspectiva política a las luchas.

Sobre el “golpe”

La oposición patronal está apoyando la devaluación ejecutada por el gobierno y reclama “un plan integral”, o sea el pago de todas las deudas usurarias pendientes y libertad para el capital. Al mismo tiempo, sin embargo, el 99% de la oposición caracteriza que los K no tienen aire para llegar a 2015: CFK caería devorada por la crisis si no ejecuta ‘el plan integral’, y lo mismo ocurriría en caso contrario, devorada por una rebelión popular. Por eso, ya se encuentran en preparación todos los planes alternativos. Esto es golpismo.
La alternativa del ‘golpe’ está inscripta en la situación política como consecuencia de la bancarrota económica: la historia se repite. Un gobierno de ‘unidad nacional’ debería presidir la convocatoria a elecciones. Para muchos compañeros, de todos modos, es prematuro plantear la cuestión del golpe, ya que nos adelantamos varias fases de la crisis. Pero el golpe, en forma potencial, ya está presente en la situación corriente. Asimismo, debemos desenmascarar a una oposición que se escuda en el planteo de que quiere ‘llegar a 2015’. Es falso. Sus mandantes tienen la urgencia de las presiones económicas de la quiebra, por eso denuncian la falta de ‘confianza’ en el elenco camporista. La lucha contra el ajuste y la denuncia del golpe debe servirnos para ganarnos a la base popular kirchnerista.

La huelga general
y el papel del Partido

Otro debate, en varios plenarios, fue la consigna “huelga general”. ¿Es adecuada cuando por el momento no hay un crecimiento significativo de las luchas populares? La conclusión a la que se llegó es que una consigna debe preparar una situación; la inquietud popular y hasta la bronca son palpables para todos. El planteo de “huelga general” debe ir acompañado de una fuerte denuncia de la burocracia sindical, que está alineada con la oposición patronal y con el golpe. La burocracia no quiere que la movilización popular esté presente en la crisis política. Esto explica su inmovilismo. Las masas, por su lado, vienen de experiencia de autoconvocatorias, piquetes y puebladas, desde antes de la rebelión del 19 y 20 de diciembre. La huelga general contra el rodrigazo, en 1975, no fue convocada por la CGT, que se sumó cuando ya la huelga llevaba varias semanas, y lo hizo para jugar de bombero. Tenemos que tener cuidado de que las contradicciones y los impasses de la crisis no nos paralicen con reclamos convencionales, que no llegan ni al sindicalismo.

Un punto central del XXII Congreso, su característica específica, es el papel, en una crisis de poder, de un partido revolucionario que es escuchado, en especial en los últimos años, por millones de trabajadores y jóvenes. El Partido debe caracterizarse por su capacidad de iniciativa; por pelear donde están las masas, pero no empujando el carro desde atrás sino de tracción, por medio de la agitación política incesante. La ventaja de la agitación es que permite llevar a las masas las posiciones revolucionarias y asentar con esas posiciones una política de reclutamiento. En las últimas cuatro elecciones nacionales (Pasos y generales) demostramos una maduración formidable de nuestra pedagogía política con el pueblo. Después de haber obtenido 1.300.000 votos el 27 de octubre de 2013 y el triunfo en Salta sobre el peronismo, el PO y el Frente de Izquierda deben rechazar la política estrecha que caracteriza a una secta y avanzar en forma decidida a la conquista de los grandes contingentes. Esta acción política consistente debe ser la base de un reclutamiento de nuevos constructores obreros y de la juventud.

Que siga el debate

En plenarios, charlas y reuniones se empieza a procesar el debate hacia el XXII Congreso. Llamamos a votar resoluciones en todas las reuniones de círculos y en plenarios; a escribir contribuciones; tanto para el boletín interno del Partido como para Prensa Obrera. Nuestro debate es público.