Cultura

12/11/2015|1389

Conciencia de clase “Dos días y una noche”


¿Bono remunerativo a cambio del despido de un compañero de trabajo? Esta es la opción que les dejó el supervisor a 16 trabajadores de la industria de los paneles solares en Francia. Sus compañeros de trabajo votaron por el bono. El premio es muy necesario ya que con él pagan un año de luz y gas, ayudan a la carrera de estudio de sus hijos, pueden arreglar la casa. Baudelaire lo decía de sus personajes: todos tienen sus razones. Pero Julieta, una compañera de trabajo, denuncia que el supervisor presionó a los trabajadores para que votaran contra Sandra, la cesanteada. La votación volverá a realizarse. Gracias al consejo de su amiga y su marido Manu, Sandra irá a casa por casa durante el fin de semana para que el lunes cambien su voto.


 


Mil euros es la separación extorsiva que mete la patronal para que la solidaridad sea violada. Mientras, la psiquis y la explotación social resuenan en la cabeza de esta trabajadora y madre de dos hijos: trabajo o depresión. La voz de los explotadores acusa: “ya no estás en condiciones”, “la industria china hace peligrar los puestos de trabajos franceses”. Encontra, se levanta la voz cariñosa de Manu, el marido de Sandra, que pelea para mantener a flote a su familia: “vos estás mejor, inclusive quizás mejor que antes”, “levántate de la cama y vamos a tocar las puertas”, “Julieta quiere hablar con vos sobre el trabajo, levántate”, “aunque no estemos en nuestro mejor momento, sé que vamos a encontrar la manera de estar juntos”, “¿Cuántas pastillas tomaste hoy?”. El gran ausente es el sindicato. La clase obrera se encuentra, en Francia, en el punto más bajo de su historia


 


En esta micropolítica de la lucha por la existencia, los hermanos Dardenne, directores del film, elaboraron un guión de hierro. La patronal elabora una acusación en secreto y la presenta frente a un jurado acosado, sus compañeros, que deben defender su medio de vida. Manu y Julieta elaboran la defensa en sentido inverso: el juicio debe ser público y personal, se debe carear a cada uno de los compañeros. Sandra es el centro de una narrativa de crisis social: ella, agobiada por una depresión, debe humillarse para pedir que sus compañeros de trabajo que renuncien al bono, y carear a cada uno de ellos. La intensidad de la narración es lograda por un diálogo justo, que siempre amenaza en terminar en tragedia. Estos simples ingredientes desarrollan, a través del diálogo socrático entre compañeros, amigos, la familia, y el amor de su marido una historia intensa, que alcanza la universalidad. Una historia mínima y universal. Un argumento que se multiplica como hongo con diferencias y similitudes en la vida de millones de trabajadores ¿Acaso los trabajadores de la competencia china no habrán tenido ya una Sandra de ojos rasgados, o no van a tenerla en breve? También, entre gobernantes y explotados ¿Acaso Alex Tsipras no extorsionó con el gobierno alemán a los trabajadores griegos?


 


Cuando finalmente tiene lugar la votación revisora de la decisión desfavorable que fuera tomada dos días y una noche antes, se desencadenarán acontecimientos que pondrán en juego la conciencia de clase.