Cultura

25/11/2017

El bocón ataca de nuevo: las contradicciones de Morrissey

El ex vocalista de The Smiths, de las críticas a Thatcher a la xenofobia y el respaldo a los abusadores.

Lomas

“Podemos ir de paseo por donde está tranquilo y seco / y hablar sobre cosas preciosas / como el amor, la ley y la pobreza / estas son las cosas que me matan”, cantaba Morrissey –en una de las canciones del grupo que lo hizo famoso a nivel mundial, The Smiths– en la década del 80, reclamando irónicamente contra la corona y la pobreza que imperaba en el Reino Unido en los años de Margaret Thatcher.


 


Un tono contestatario que contrasta fuertemente con las repudiables declaraciones volcadas por el músico días atrás, en una entrevista realizada por la revista alemana Der Spiegel, que rápidamente alcanzaron repercusión mundial.


 


En aquel reportaje, Morrissey disparó contra los inmigrantes en Europa –quienes arriban allí huyendo de la guerra, el hambre y la miseria provocada en Medio Oriente por la incesante invasión imperialista– acusándolos de ser los causantes de las violaciones en Alemania, y se manifestó por el cierre de las fronteras, sentenciando la exigencia de “que Alemania sea alemana y que Francia sea francesa” (Der Spiegel, 18/11). A su vez, en referencia al mega-escándalo suscitado en Hollywood por las denuncias de abuso sexual por parte de Kevin Spacey y el productor Harvey Weinstein, el cantante decidió apoyar a los victimarios.


 


Alienación y thatcherismo


 


A mediados de los 80’, Morrissey –en pleno auge de The Smiths– supo recoger la desazón de la fracción de una generación que se hallaba decepcionada por las guerras y los diferentes gobiernos que vislumbraban una vida totalmente vacía. “En gran medida, sus textos profundizan en las raíces obreras del grupo y recorren el norte de Inglaterra durante el thatcherismo. En sus páginas se recurre a menudo a la imagen de cuatro chavales que se mueven por el durísimo Manchester postindustrial, ‘un espacio de familias itinerantes, catolicismo irlandés, perenne asentimiento escolar y un intenso resentimiento contra los pilares del sistema: profesores, legisladores, snobs de clase media y alta a los que poco les importaba el tormento del proletariado del Norte’, como cuenta el escritor británico Alex Niven” en su capítulo en el libro colectivo The Smiths. Música, política y deseo (eldiario.es, 5/8/14)


 


En “Heaven knows I’m miserable now” (El cielo sabe que ahora soy miserable) y “Frankly, Mr Shankly”, el autor relataba el sentimiento de monotonía en el trabajo, así como el enojo y el vacío de no entender por qué perder tanto tiempo de nuestras vidas en favor de nuestros patrones –sentimiento de alienación que también se mostraba en la vida en general, en no entender el “para qué”, que sonaba en “How Soon Is now” (Cuán temprano es ahora) o “I know It’s Over” (Sé que se ha terminado). A su vez, Morrissey sabía de quién era la responsabilidad de todo eso y no le temblaba el pulso a la hora de sentenciar la culpabilidad de la reina y de Margaret Thatcher –quien ocupó el gobierno durante toda la existencia de la banda.


 


En cuanto a la usurpación inglesa de las Islas Malvinas, la postura de Morrissey es que "pertenecen a la gente de Argentina".


 


En una carta publicada en 2015, durante su última visita a la Argentina, difundió una carta pública respecto a Malvinas en la que afirmaba, entre otras cosas: "Las Malvinas pertenecen a la gente de Argentina, principalmente porque están exactamente acá, en el cálido y ventoso aire argentino. No están tres millas al oeste de Knightsbridge.A la destructora Thatcher no le importó que se perdieran vidas británicas o argentinas, y es solo su menú de horrores lo que preserva su legado. Nunca habrá un monumento de Thatcher en pie en suelo británico, pues sería derribado en un instante por ser un símbolo del terror envenenado. De cualquier forma, la paz mundial no es de su incumbencia".


 


Nacionalismo


 


Pero esta perspectiva “anti-sistema”, con sus críticas mordaces a la pobreza y a las ortodoxas costumbres del Reino Unido, encuentran su límite en un tono de nostalgia misántropa. El ensayista Niven traza una provocadora analogía entre el músico y la reaccionaria mandataria: “la Inglaterra soñada por ambos se basaba en la imagen de un país que debía ser limpiado gracias a un héroe individualista que triunfa sobre la estupidez colectiva. ‘Las trayectorias adultas de Thatcher y de Morrissey parecen igualmente guiadas por un ansia mesiánica, casi megalómana, de rescatar y redimir esa 'verdadera Inglaterra’ que era un vago recuerdo en algún momento de sus infancias’. Del romanticismo al nacionalismo: Morrissey aparece así convertido en su peor enemigo, en "el correspondiente Hombre de Hierro" y en "un personaje egoísta, casi thatcheriano" (ídem).


 


Sea como sea, la dichosa crítica al status quo del Reino Unido, que en algún momento pudo ser progresiva, hoy se ha convertido en un repudio puramente conservador. Pues, paradójicamente, quien escribió “The Queen is Dead” (La reina ha muerto) y “Margareth in the Guillottine” (Margarita en la guillotina), entre otras canciones en repudio a la monarquía y gobierno británico, terminó repitiendo –a pesar de esgrimir sus dichos en forma de una supuesta crítica– el libreto de la corona y Theresa May sobre los inmigrantes.


 


De la misma manera, el mismo Morrissey que hace algunas décadas, en pleno rígido y homofóbico Reino Unido, declaraba que la falta de especificidad de género en sus letras estaba totalmente deliberada debido a la importancia de “intentar y escribir para todos” (Rolling Stone, octubre de 1986); el mismo que supo poner en las portadas de los discos de The Smiths fotos de hombres desnudos y referencias a películas como “The Flesh” (producida por Andy Warhol) que buscaban romper con los tabúes de la homosexualidad; el mismo que cantaba en “Hand in Glove” (Mano en guante) reivindicando la libre elección de la sexualidad y su libre expresión; el que en “The Headmaster Ritual” (El ritual del director)  y en “Barbarism Begins at Home” (La barbarie empieza en casa) denunciaba las prácticas abusivas contra la niñez, hoy se encuentra apañando el abuso sexual de menores, reclamando por la responsabilidad de los padres de Anthony Rapp –quien denunció haber sido abusado por Kevin Spacey a los 14 años– y sus intenciones, al igual que poniendo en tela de juicio las de las mujeres abusadas: "si el encuentro o la situación sexual les hubiera abierto paso a una gran carrera, si hubieran podido sacar provecho de aquello, no harían ninguna acusación" (Der Spiegel, ídem)


 


Con todo, el derrotero de Morrissey no se produce en el vacío. Vivimos en una sociedad en el que el abuso y la xenofobia cuentan con el incentivo del Estado, como muestran los posicionamientos políticos de Donald Trump sobre el abuso y la cuestión inmigratoria.


 


El ex vocalista de The Smiths quedó prendado de la descomposición de todo un régimen social.