Cultura

9/9/2019

El evangelio del Estado

La TV Pública cedió un espacio matutino para “Buenas Noticias”, programa de las iglesias evangélicas. El hilo latinoamericano y local.

A partir de este mes y en el canal del Estado, todas las mañanas sabatinas podremos desayunar con Buenas Noticias, un programa producido por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA). La palabra “evangelio” –recordemos- significa etimológicamente “buena nueva” o “mensaje feliz”.


De cara a las elecciones de octubre en un cuadro de catástrofe económica y social, y en un canal que desguazó sus programas informativos los fines de semana, la “buena noticia” parece una fake. Pero no. Tal cual reza la página oficial de la tevé estatal, se trata de “un magazine con la actualidad de la Iglesia Evangélica Argentina en todo el país”, que presentará “en forma dinámica noticias, eventos artísticos, trabajos sociales que desarrolla la iglesia, historias de vida de gente de todo el país y entrevistas a figuras reconocidas del mundo del deporte, las artes, la ciencia o la política”.


No es un fenómeno nuevo. La historia de la Iglesia Católica es a su vez la de sus aparatos de comunicación y culturales: desde la biblia, los sermones y los calendarios, pasando por las catedrales, hasta la Radio Vaticano o las alocuciones al cierre de emisión que todavía sobreviven en algunas programaciones. Sin embargo, recién en los años setenta se fue imponiendo el término “iglesia electrónica” para describir esa religazón entre los medios masivos (la tevé en particular) y las iglesias pentecostales. Si la industria de la conciencia, como dice la teoría crítica, es mistificación de las masas, la conjunción divina redobla la apuesta y convierte a los medios en un formidable instrumento de captación y lucha ideológica.



Desde entonces el fenómeno no para de crecer en el mundo y en especial en Latinoamérica. Recordemos que, mientras los candidatos presidenciales de Brasil debatían en la megacadena O Globo, Jair Bolsonaro –ausente con aviso a causa del presunto atentado- brindaba una entrevista exclusiva a RecordTv, la segunda red televisiva del país y propiedad de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, con este programa especial superando los índices de audiencia. En México, desde principio de año, la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas le viene reclamando a López Obrador por una ley que habilite a los pentecostales a operar estaciones de radio y televisión en todo el país, algo prohibido desde 1992. Uno de los promotores de la iniciativa, Arturo Farela, presidente de Confraternice, destacó que en su proyecto “propondrá que todas las expresiones religiosas tengan un canal público, o que todas se concentren en uno solo para promover la monogamia y el respeto a la vida” (El Sol de México, 13/3). En Argentina, la filial de la Iglesia Universal cuenta con un multimedio –radio, televisión por Internet con 12 horas diarias de programación, redes sociales- y lanza religiosamente cada madrugada su programa popular e internacional “Pare de sufrir” a través de América, Canal 9, Net Tv y sus repetidoras.



El desembarco del programa Buenas Noticias, que apelará a los géneros ya convencionalizados por los pentecostales (sermones, testimonios, docudramas) para cristalizar una serie de valores decididamente reaccionarios, revela el avance de estos sectores integristas que todavía siguen acompañando la aventura fascista de Bolsonaro y que aquí apuran la conquista de un espacio en la televisión estatal bajo el gobierno en fuga de Cambiemos. Este movimiento no puede dejar de leerse sin colocarlo en una serie mayor: la bancada evangélica en la Legislatura de Santa Fe al calor de las dos vidas de Amalia Granata, o el nombramiento del pastor Gabriel Ciulla al frente de la flamante Subsecretaría de Culto por parte de la candidata a vicegobernadora kirchnerista Verónica Magario.


Este evangelio emitido por la televisión estatal no solo debe ser denunciado por su naturaleza reaccionaria sino porque expresa la creciente intervención de estos sectores en nuestra vida cotidiana, en su disputa por las conciencias de los trabajadores y sus familias, en su mistificación de las relaciones humanas. La lucha por la separación de las iglesias del Estado encuentra un nuevo argumento para desarrollar en una campaña.