Cultura

15/9/2011|1194

El Origen del Planeta de los Simios: (Re) Evolución

Una revolución bananera

En los meses de julio y agosto se desplegó una gigantografía frente al Obelisco, donde se mostraba al mismo desmoronándose en medio de una rebelión de chimpancés. No era otra nueva hipótesis especulando como sería el tan esperado “2012” de los Mayas, sino la publicidad del estreno de la remake de un clásico del cine distópico: El Origen del Planeta de los Simios: (Re) Evolución.

Dirigida por el guionista y productor ingles Rupert Wyatt, la misma sería una precuela que intentaría explicar cómo el planeta Tierra terminó en manos de los simios, trama que se desenvuelve en las cinco películas filmadas entre 1968 y 1973. Por otra parte, es una suerte de reivindicación del clásico, después del bochornoso film de Tim Burton en 2001.

La película transcurre en una gran corporación farmacéutica de San Francisco, donde un científico, en su búsqueda por curar el Alzheimer que padece su padre, desarrolla una droga que eleva la capacidad cognitiva de unos chimpancés utilizados como prueba. Esta vacuna irá siendo mejorada con el tiempo, al punto de permitirles razonar a un nivel cercano al hombre. El CEO de dicha corporación verá la gran oportunidad económica de ofrecerla como un fuerte estimulante para la inteligencia.

Pero los simios irán tomando conciencia del sometimiento que viven como animales y terminarán organizando una revuelta en la ciudad contra todo tipo de opresión, ya sea la del zoológico o la de la mismísima corporación farmacéutica que manipuló sus cuerpos para experimentar. La revuelta será dirigida por un chimpancé llamado César, criado primero por el mismo científico y después puesto en cautiverio en una cruel instalación para primates.

La vacuna, que eleva la inteligencia de los simios, se transformará en un mortal virus para los humanos, que se irá esparciendo por la atmosfera del planeta, dando “grandes” indicios de las condiciones objetivas en las que se desenvolverá esta promocionada revolución.

A pesar de su nombre, la película de Rupert Wyatt no deja de ser “políticamente correcta”: no existe la violencia ni la maldad en los monos, éstos no matan a nadie, salvo al CEO de la corporación farmacéutica que ha experimentado con ellos. El derrocamiento del hombre como “especie” dominante no sería producto de esta “(Re) evolución”, sino la consecuencia de la propagación del virus, para lo cual la toma del poder sería una simple sustitución de especies. Además, el único objetivo claro que los simios muestran en el film es refugiarse en una reserva natural contigua a la ciudad.

La saga iniciada en 1968, a la cual esta precuela intenta darle un origen (al mejor estilo Star Wars) tenía, en cambio, un muy interesante contenido político. Describía a unos astronautas que, viajando casi a la velocidad de la luz, eran parte de una misión de la Nasa para la búsqueda de otros mundos habitables. Por accidente, caen en un desconocido planeta habitado por simios, los cuales viven en una sociedad militarizada, donde el hombre no tiene mayores capacidades que las de un animal (ni siquiera el habla) y es cazado como ganado por estos simios, cuando no exterminado como plaga. Este planeta desconocido resulta ser la Tierra, pero 2 mil años en el futuro, cuando el astronauta Taylor descubre, en una de las escenas más memorables de la historia del cine, a la estatua de la libertad enterrada en una costa.

Más adelante, en La conquista del planeta de los Simios (1972) se explica la manera en que los monos derrocan a los seres humanos, en la que la acción se desarrolla en un hipotético 1991, con una Norteamérica transformada en un Estado policial y en la cual los primates han tenido que reemplazar a los perros y gatos como mascotas al desaparecer éstos como consecuencia de un virus. Esta antropización comienza a transformarse en un tortuoso reeducamiento para convertir a los primates en fuerza de trabajo y es César, hijo de Zira y Cornelius (dos chimpancés que escaparon de la destrucción de la tierra en el futuro, volviendo así al presente) el que organizará y dirigirá una revolución contra la opresión de los humanos, instaurando más tarde una dictadura, la cual le generará la contradicción de terminar siendo tan despótico como sus antiguos verdugos. Este dilema lo llevará al final a buscar la convivencia igualitaria entre las dos especies, en una suerte de comunismo primitivo.

La saga termina manifestando desde una burla a la carrera espacial de los Estados Unidos hasta una campaña antibelicista contra la guerra fría, de Vietnam, las dictaduras militares y la CIA; convirtiéndola junto con 2001, Odisea del espacio e Easy Riders en uno de los íconos del cine contracultural de los ’60.

Sin duda, los efectos especiales del nuevo film la acercan más a la realidad del hombre común de hoy, pero la alejan otro tanto de la creatividad con la que hace más de 40 años atrás la ciencia ficción expuso las perspectivas sociales del presente. En varias escenas, como la noticia de unos astronautas perdidos en el espacio y el mismo final del film, se sugiere una segunda entrega, que, de ser así, posiblemente estaríamos ante una nueva reinterpretación de toda la historia.

En fin, para los que buscan entretener sus sentidos con una buena “pochoclera”, la misma es muy recomendable en una moderna sala de 3D.

En cambio, para los que gusten deleitarse buscando metamensajes de gran carga política, busquen la vieja saga en cualquier página web de films online desde la comodidad de casa.