Cultura

25/11/2021

Cine

“El perro que no calla”: una vida en elipsis

Una película de Ana Katz.

“El perro que no calla”, el sexto film de Ana Katz, muestra los momentos claves de la vida de Sebastián: un trabajador silencioso que carga el peso de un mundo que colapsa y renace a cada momento.

El film comienza misteriosamente con un diálogo entre Seba y sus vecinos que vienen para quejarse de los lloriqueos de su mascota, una perrita que ya lleva años acompañándolo. Sebastián reconoce el problema a modo de disculpa, pero si es que existen dichos ruidos, ocurren fuera de la pantalla, en ese lugar que solo podemos intuir. Es así como comienza “el ladrido silencioso” de la película de la directora argentina Ana Katz. “El perro que no calla” ya ha tenido un excelente trayecto en festivales internacionales como el Festival de Rotterdam, de Lima y ha cosechando ya algunas distinciones.

La vida retratada en la película siempre está enfocada en los ojos de Sebastián, percibimos junto a él. El protagonista es un ilustrador de unos 30 años, que es el dueño del perro tranquilamente inquieto. El papel es interpretado por el hermano de Katz, Daniel, que tiene el primer rol protagónico de su carrera y que colaboró de forma activa en el guion. Sebastián es un oyente, un observador y un obrero; es un portavoz de su clase social que “ladra” en silencio, siempre acompañado de perros que simbolizan ese costado emotivo que de otra manera pasaría desapercibido.

Las interacciones de Seba, a través de lo que podría denominarse una mayoría de edad en la mediana edad, están salpicadas de gestos observados con precisión de una humanidad presente e incómoda. El vecino que viene a quejarse del perro lo hace bajo la lluvia. Jugando con el rostro atento y preocupado de Seba e inmediatamente como ya no puede dejar al perro solo en casa, Seba ha comenzado a llevarlo al trabajo, en el cual, su jefa, que muestra la visión patronal que se repetirá en diversos momentos pero siempre con la misma tónica, le dice que el perro se va o su trabajo se va. Una de las muchas viñetas del costado de un trabajador frente a un sistema injusto. En este sentido, Ana Katz expresa en una entrevista en el festival de Rotterdam: “Hay un sistema que puede ser muy desafiante, desafiante hasta las últimas consecuencias. Y cuando las clases sociales se ponen en evidencia para las personas con trabajos de rutina diaria más exigida esto se vuelve muy cruel. Esta sensación me acompañó en la película”.

Al protagonista se lo ve a menudo prestando atención a las cosas que necesitan cuidados: perros, plantas en macetas, infancias, ancianos, granjas, etc. Se nos muestra de esa forma su espíritu de construcción frente a los embates que descarga el sistema sobre él. Por otro lado, el protagonista, al ser diseñador gráfico, dibujará cada vez que los eventos sean demasiado grandes para ser filmados de forma tradicional, una forma artística de llevar adelante estos sucesos, como una muestra más de la capacidad de resaltar la sensibilidad artística del personaje que busca expresar sus inquietudes ante momentos extremos en su vida personal.

A lo largo del film, Sebastián tiene un período vagabundo en la naturaleza y una variedad de trabajos que lo convierten en un paradigma de quien vive el día a día haciendo changas, para luego un día dar una mano en la calle a un grupo de personas empujando un camión y al cual se une en un cooperativa de cultivo de verduras y esto lo lleva a reflexionar sobre el trabajo y las condiciones extremas que afrontan los trabajadores.

El enfoque es conciso pero efectivo. Filmada en el transcurso de varios años (tiene una lista de cinco directores de fotografía distintos), “El perro que no calla” ofrece una estética de contrastes monocromáticos entre luz y sombra. La película abarca un lapso de tiempo bastante amplio cubriendo varios años y sucesos importantes de la vida del protagonista, que observa con paciencia estoica y sensibilidad poética los sucesos de la vida cotidiana y esas pequeñas grandes crisis en la vida de un trabajador que transita varios espacios de la forma más digna posible frente a un sistema que oprime a cada instante y de las formas más sutiles y groseras posibles.

Un claro ejemplo lo dan los detalles mínimos que nos hacen intuir la visión política del film: un paso en tren por la estación Kosteki y Santillán, las crisis económicas, las luchas docentes de las cuales la madre soltera de Seba es parte, etc. Algunos eventos, que parecen pertenecer a la ciencia ficción, se adaptan a un relato alternativo de la pandemia, donde, a partir del evento del meteorito, el aire se vuelve venenoso por encima de cierta altura (1,20 m), por lo que las personas deben gatear o usar un casco de burbujas de vidrio para no verse intoxicados.

Los que no pueden costear las burbujas de vidrio deben vivir encorvados y moverse en cuclillas en un sentido casi involutivo, reflejando un sistema que avala con normalidad la desigualdad pero que se agudiza de forma más visible con esta pandemia ficcional. El dilema para el protagonista será su vida actual, con una familia y  los costos de llevar una vida digna frente a un suceso inesperado y catastrófico tanto a nivel social como económico. Estos fragmentos, expresados en un flujo constante en el film, permiten construir una experiencia en constante fuga pero que se centra a través de una mirada siempre presente del protagonista y que no divaga ni al pasado ni hacia el futuro. Su ritmo es de una lentitud que termina por acelerarnos llevándonos a intuir ese paso del tiempo conocido con frecuencia a medida que las semanas, luego los meses, luego los años se tragan en un solo corte.

Para finalizar, “El perro que no calla” es una película que permite acercarnos a un relato fílmico de la vida de un trabajador, sus luchas frente a situaciones vividas por la clase trabajadora en su conjunto tanto en sus periodos de juventud como en su paso a la adultez. Su manejo alternativo y ficcional de la pandemia como la conocimos da cuenta de la mirada esperanzadora de la autora quien deja un mensaje de clara esperanza para Sebastián, un trabajador al cuidado de las cosas que están por venir.

La película tendrá su estreno oficial este día jueves 25 de noviembre en las salas de cine argentino.