Cultura

28/2/2019

“Encuentro de Terraplanistas”: oscurantismo, pseudociencia y reacción en la provincia de Buenos Aires

El evento de quienes sostienen que la tierra es plana tendrá lugar en la ciudad de Colón.

Los días 2 y 3 de marzo tendrá lugar en la ciudad de Colón, provincia de Buenos Aires, el "Primer Encuentro Nacional e Internacional de Terraplanistas", que congregará a personas que tienen por común la firme convicción de que nuestro planeta Tierra no posee la forma de una esfera ovalada, sino que en verdad se caracteriza por ser plana. Así como se lee.


El encuentro es auspiciado por la Municipalidad de Colón, que en su cuenta de Facebook promociona la realización del evento y ha cedido el predio municipal para tales fines. Esto ha despertado la atención de la Asociación Argentina de Astronomía, que en un comunicado salió a repudiar la malversación de los recursos públicos en emprendimientos reñidos con el conocimiento científico, mientras avanza en el país una política de desfinanciamiento público en materia de ciencia y tecnología.


Los antecedentes modernos del movimiento terraplanista se originan a mediados del siglo XIX, cuando el inventor inglés Samuel Birley Rowbotham formuló su sistema denominado Astronomía Zetética, en el cual a partir de la interpretación de pasajes bíblicos dio forma a su modelo de Tierra Plana: un disco centrado en el Polo Norte cuya circunferencia estaría rodeada por un muro de hielo (Polo Sur). Según este modelo, el Sol, la Luna y el resto de los astros se encontrarían situados a apenas cientos de kilómetros de la superficie terrestre y su tamaño sería mucho menor al de la tierra. A mediados del siglo XX se funda la Flat Earth Society para dar continuidad a las ideas de Rowbotham, convirtiéndose al día de hoy en un movimiento internacional del cual se reivindican cientos de miles de personas.



Ciencia o barbarie


El cartel que sirve a los fines de la convocatoria es ilustrativo respecto al carácter del movimiento: una horda de ciudadanos con antorchas, que parecen dispuestos a echar fuego a los cimientos del conocimiento científico construido a lo largo de siglos.


Los terraplanistas impugnan la existencia de la gravedad, el sistema solar, el Big Bang, la curvatura del espacio-tiempo y las leyes de la física. Para ellos existe una gran conspiración internacional impulsada por la totalidad de los organismos y entidades gubernamentales, de toda índole, que falsea la realidad con el propósito de ocultar la verdadera naturaleza de la “creación divina”.


El terraplanismo ofrece un modelo de la realidad que da respuestas a los fenómenos naturales desde postulados antojadizos, grandes vacíos y un tipo de aproximación supuestamente empirista. Desprende sus conclusiones de la observación más superficial, presentándose a sí mismo como una suerte de “sentido común” –un método enemigo del conocimiento científico- y de experimentos rudimentarios de defectuosa realización.


La forma esférica de nuestro planeta responde al cúmulo de materia agrupado en el centro de una curvatura del espacio producida por la deformación que la masa genera en el tejido del espacio-tiempo. Representado en dos dimensiones, estaríamos frente a algo análogo a lo que ocurre cuando el agua y otros sedimentos se acumulan en un pozo. La forma en que se manifiesta este proceso en nuestra realidad tridimensional es dando lugar al surgimiento de esferas, a cuyo centro acude la materia desde las distintas direcciones del espacio. El aspecto ovalado provendría de la rotación de nuestro planeta sobre su propio eje.


Conspiración y reacción


Por la cantidad de leyes científicas que niega –la gravedad, la rotación de la tierra, la distancia de los astros…- el terraplanismo se coloca en el primer puesto de las teorías conspirativas más disparatadas. Entre las actividades del encuentro se encuentra una “Charla de Inoculación forzada y vacuna”, promoviendo alternativamente la llamada “Medicina Germánica”. Muchos de sus seguidores adhieren a otras teorías del mismo tenor conspirativo como aquellas que revelan la "farsa del evolucionismo Darwinista".  Estamos ante un movimiento reaccionario que rechaza el desarrollo de las ciencias escudándose en posiciones supuestamente antisistémicas, que son refractarias de un pensamiento oscurantista.


Por su contenido y métodos, el terraplanismo se asemeja al fenómeno de la Alt-Right que ha tenido un fuerte desenvolvimiento en las redes sociales, lugar donde la divulgación del conocimiento se desestructura y donde las ideas se imponen a fuerza de repetición y escepticismo. El mismo efecto es el que logran las “fake news”, que a pesar de su inverosimilitud se propagan por la red. Esta metodología se ha enraizado en los usos y costumbres del poder político como un medio para manipular a la población, consistente en erradicar el conocimiento para moldear la opinión pública a partir de la manipulación de las emociones. Denominada también ´posverdad´, es una herramienta de la cual se vale Donald Trump para negar el calentamiento global, o Bolsonaro para dar sustento a su agenda antiobrera, xenófoba y homofóbica para atacar a los derechos civiles de la población brasilera.


El intendente de Colón –imposible dejar pasar la paradoja que el terraplanismo vaya a reunirse en una localidad que lleva ese nombre– es el kirchnerista Ricardo Casi. El patrocinio del municipio a este evento parece un extremo barbárico, pero debemos recordar que la propia Cristina Fernández de Kirchner, acaba de convocar al evangelismo a construir un “Peronismo Celeste”. Los coqueteos con el oscurantismo no son exclusivos de este sector, como muestran los convenios establecidos por el gobierno macrista con la fundación “El arte de vivir” de Ravi Shankar y la Conin de Abel Albino.


Fenómenos como el ´terraplanismo´ ponen de manifiesto el nivel de podredumbre del régimen social capitalista, cuya caducidad histórica amenaza con destruir el patrimonio científico obtenido en su etapa de apogeo. Solo una reorganización social en manos de los trabajadores podrá librar al conocimiento científico del yugo del oscurantismo y liberar así su infinito potencial revolucionario.