Cultura

30/9/2010|1148

Los indestructibles

-Exclusivo de internet

El film -protagonizado por el propio Sylvester Stallone junto a Jason Statham, Dolph Lundgren, Jet Li y Mickey Rourke, con apariciones especiales de Bruce Willis y Arnold Schwarzeneger (todas superestrellas del cine de acción)- se centra en un grupo de mercenarios que se venden al mejor postor para realizar acciones alrededor del mundo. Un empresario los contrata para que asesinen al general Garza, dictador de una isla latinoamericana. Las razones no son políticas: Garza perjudica sus intereses económicos.

En la isla (híbrido de Cuba y Venezuela), los mercenarios comprueban que el empresario representa a una fracción de la CIA y que el poder real es ejercido por otro estadounidense. Mientras tanto, el pueblo de la isla sufre atropellos y ejecuciones que soporta sumisamente.

El ímpetu imperialista atraviesa toda la película y recrea el mito de la superioridad norteamericana: el derrocamiento del dictador debe ser realizado por el grupo estadounidense (el pueblo de la isla no se plantea la rebelión) para salvaguardar intereses empresarios (que luego se revelan de Estado, ya que responden a intrigas de la CIA) y la veta imperial se agudiza cuando se exhibe que el verdadero poder está en manos de otro estadounidense.

Las formas recientes de la intervención armada estadounidense se señalan de manera cruda: quienes llevan adelante la acción son asesinos a sueldo, sin principios. Tal como ocurre en la realidad con la “retirada” del ejército de Irak la que es falsa: no sólo quedan 50.000 soldados, sino que permanecen miles de mercenarios de las empresas de seguridad yanquis, que son las que usufructúan con rigor capitalista parte de los negocios de la guerra.

La película fue filmada en Brasil, país cuya progresía montó en cólera cuando Stallone declaró: “Allí puedes herir a las personas mientras filmas, explotar el país entero y encima te dicen: ‘Gracias, toma un mono para que te lo lleves a casa’. Podíamos haber hecho explotar varios edificios y todos habrían quedado contentos”. Lo que no comprenden los progres es que la operación que desnuda los mecanismos imperialistas en el film se continuaba en los dichos de Sly. En lugar de declarar persona no grata a Stallone o pedirle retractaciones, la sociedad brasileña (y especialmente el sindicato de la industria del cine) debió haber exigido condiciones de trabajo justas y dignas. Los gobiernos de la región ofrecen condiciones inmejorables para los negocios de las empresas de los países desarrollados que se basan en el sojuzgamiento de la población local y sus recursos (como muestra basta señalar los beneficios que goza la Barrick Gold en el negocio minero gracias a la sumisión de Cristina). En lugar de pedir corrección política y silencio, los progres deberían enfrentar los intereses imperialistas. Pero es imposible: los progres forman parte del mecanismo capitalista y saben bien que negocios son negocios. Sobre todo, si sus mandantes les reparten algunas migajas y la aprobación a sus gobiernos inundados por el entreguismo.