Cultura

9/10/2016

Ha muerto Andrzej Wajda, una de las cumbres del cine del siglo XX

Todo su arte lleva el signo de la guerra, los conflictos, las ocupaciones militares, las tiranías y la resistencia contra ellas


“El buen Dios le otorgó al director dos ojos, uno para mirar a través de la cámara y el otro para estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor”. La frase estaba (está) en el encabezamiento de la página web de Andrzej Wajda, muerto este domingo 9 a sus 90 años. Uno de los mayores exponentes del cine de posguerra, Wajda tuvo siempre, en efecto, un ojo atento a sus alrededores y lo más notable de su producción es, a su modo, una crónica artística de la época que le tocó vivir.


Fue un hombre marcado por la guerra. Todo su arte lleva el signo de la guerra, los conflictos, las ocupaciones militares, las tiranías y la resistencia contra ellas. Fue hijo de un oficial del ejército de Polonia asesinado por los estalinistas en la masacre de Katyn, entre abril y mayo de 1940, cuando miles de soldados, policías, intelectuales y civiles polacos fueron exterminados por la policía política soviética, la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) que dirigía el criminal Lavrenti Beria. Apenas adolescente, Wajda se incorporó a las guerrillas de Armia Krajowa, de la resistencia antinazi (esa guerrilla era sostenida por el gobierno polaco en el exilio londinense, opuesta a Armia Lodowa, impulsada por Moscú). El arte de Wajda quedaría recorrido por aquella experiencia determinante.


Apenas terminada la guerra ingresó en la Academia de Bellas Artes de Cracovia, donde con el pintor Andrej Wroblewski fundó el Grupo de Autodidactas, fuertemente influido por el neorrealismo. En su primer largometraje, “Generación” (1955) figura en el reparto un jovencísimo Roman Polanski. Esa película, como las dos que le siguieron (“Kanal”, de 1957, y “Cenizas y diamantes”, de 1958) fueron alegatos antibélicos. En las tres obras se advierte un lenguaje alegórico, que incluye simbolismos como el de un fuego encendido en copas de licor, representación del idealismo juvenil extinguido por la guerra; se trata de una oposición sutil, tanta como resultaba posible, al “realismo socialista” (no era realista y menos socialista) obligatorio en el estalinismo. La trilogía tiene un personaje central, tal vez un alter ego del propio Wajda: un joven desconcertado y abrumado por las convulsiones históricas y sociales, representado en las tres películas por el actor Zbigniew Cybulski, con quien el director tuvo un vínculo intenso. La conmoción que le produjo a Wajda la muerte temprana de Cybulski en un accidente ferroviario, en 1967, encontró su expresión en la película “Everything for Sale” (Todo a la venta), de 1969, una obra casi íntima.


En esa época Wajda ya era también un reconocido director teatral, mientras adaptaba al cine obras clásicas de autores polacos, como por ejemplo la exquisita “El bosque de los abedules” (1970) sobre un relato de Jaroslaw Iwaszkiewicz.


El surgimiento del sindicato independiente Solidaridad a fines de la década de 1970 produjo una revolución en la producción artística de Wajda. Ya “El hombre de mármol” (1976) es un alegato contra el estalinismo y contra Stalin en particular, y “El hombre de hierro” (1981) un respaldo explícito a Solidaridad, en la que su líder, Lech Walesa, hace de sí mismo. Esa última película hizo que la dictadura estalinista del general Wojciech Jaruzelski, primer ministro y secretario general del PC, declarara ilegal la productora cinematográfica de Wajda.


En 1983 Wajda produjo una de sus mayores obras: “Danton”, con una actuación inigualable de Gérard Depardieu. En ella, Wajda critica a los jacobinos de Robespierre y Saint Just para defender lo que considera “el espíritu conciliador” de Danton. Es todo un manifiesto de la postura ideológica del director, que hace de esa película una suerte de alegato contra toda revolución radical.


Así, la resistencia al estalinismo llevó a Wajda, tal vez por la ausencia de otra alternativa, a respaldar manifiestamente la restauración capitalista. Siempre obsesionado por la temática de la guerra, después de la caída del estalinismo fue senador por el partido de Walesa y director del Teatro Powszahny, de Varsovia.


En el año 2000 recibió un Oscar honorífico a su trayectoria, a su enorme trayectoria. La de una de las cumbres del cine del siglo XX.