Cultura

25/6/2015|1369

Hace 150 años: La Guerra de Secesión norteamericana


En 1865 culminaba la guerra de secesión -también conocida como guerra civil estadounidense-, que enfrentó durante cuatro años a los estados del norte con los estados del sur.


 


Fue la más larga y sangrienta de todas las habidas en el siglo XIX y se emplearon las armas de guerra más modernas. El saldo de la contienda fue de 360.000 muertos (110.000 caídos en combate) para la Unión y 258.000 (93.000 caídos en combate) para los Confederados. Hubo cientos de miles de heridos en cada bando.


 


El detonante del conflicto fue la elección de Abraham Lincoln, en 1861, como nuevo presidente de Estados Unidos, partidario de reforzar las prerrogativas del gobierno central y la unión política entre los estados confederados y la abolición de la esclavitud.


 


Pocos días después de su elección como presidente, el estado esclavista de Carolina del Sur declaró disuelta la unión. Otros once estados siguieron su ejemplo y formaron la República de los Estados Confederados de América.


 


 


 


Intereses sociales enfrentados


 


La rivalidad entre el norte y el sur se remonta a la época colonial. Las diferencias económicas y los contrastes sociales entre ellas se fueron ahondando con el transcurso del tiempo.


En la primera estaba creciendo la gran industria capitalista, con una gran concentración de mano de obra asalariada, en pleno despegue y a las puertas de la segunda Revolución Industrial (a la que la guerra contribuyó, con nuevas tecnologías militares como los acorazados o la producción de armamento en masa). 


 


Entre tanto, el sur permanecía anclado en un sistema económico poco favorable al desarrollo industrial (era más barato el uso de esclavos que la mecanización y contratación de obreros). El Partido Demócrata sería el defensor de la esclavitud. Este partido había protagonizado la gran expansión del país hacia el sur (activismo a favor de la anexión de territorio mexicano) y ahora se alzaba como representante de las élites sureñas, que buscaban fundamentalmente la extensión del sistema esclavista y el librecambio para la exportación de materias primas sin barreras.


La tensión entre las dos economías no hizo sino aumentar con la ampliación de territorios hacia el oeste.


 


 


 


La cuestión de la esclavitud


 


Los 15 estados del Sur, con una economía basada en la agricultura (cultivo del algodón, la caña de azúcar y el tabaco) y una mano de obra formada por esclavos negros, contaban con una población de 10.000.000 de habitantes -de los cuales alrededor de 3.500.000 eran negros-, se declararon defensores de la esclavitud. Entre tanto, los 18 estados del Norte, con una población de 20.000.000 de habitantes, aprobaron su abolición dentro de sus fronteras.


 


La venta o subasta de esclavos era una actividad común en los estados del sur. Utilizados para labores domésticas y agrícolas, sobre todo en plantaciones algodoneras, los esclavos negros eran tasados según sus capacidades físicas.


 


La cuestión de la esclavitud constituyó ya un problema al momento de redactarse la Constitución, cien años antes del estallido de la guerra civil, que se sorteó admitiendo la existencia de estados esclavistas y estados “libres” (sin esclavitud) y otorgando al gobierno federal el poder de aprehender esclavos fugados a estados libres. 


 


Con el tiempo, la admisión de estados nuevos generó discusiones frecuentes sobre si en ellos habría esclavitud o no. Inicialmente se siguió la regla de admitir siempre un estado libre por cada estado esclavista, pero con el tiempo este criterio se fue abandonando, lo cual daba más peso a los estados “libres” en el Senado, algo que despertaba resquemores en un importante sector de la sociedad sureña. 


 


Había una fuerte relación entre la tendencia a la secesión y el número de plantaciones en cada región. Los estados del Sur profundo, los cuales tenían la mayor concentración de plantaciones, fueron los primeros en separarse de la Unión. Los estados con menos plantaciones del sur -Virginia, Carolina del Norte, Arkansas y Tennessee- rechazaron separarse hasta que el estallido de la guerra les obligó a elegir uno u otro bando. Los estados fronterizos tenían aún menos plantaciones y nunca llegaron a abandonar la Unión. 


 


El asunto de la esclavitud empalmaba con otra pulseada estratégica, que era la de los “derechos de los estados”. Lo que estaba en juego y en discusión era su competencia y facultades en el control de sus territorios.


 


Transcurridos cien años, y pese al vertiginoso salto económico, el país no había logrado constituirse en una nación sólidamente unificada.


 


Antes de la guerra de secesión, los estados del Sur fueron protagonistas de varias crisis cada vez que el gobierno central insinuaba alguna medida que pudiera afectar sus intereses. La “Crisis de la Anulación” se produjo, por ejemplo, cuando, en 1832, Carolina del Norte declaró inefectivas dentro de las fronteras del estado media docena de leyes económicas (de 1828 y 1832) que resultaban ampliamente provechosas para el Norte.


 


 


Desarrollo del conflicto militar


 


La mayoría de los estudiosos coinciden que la Unión tenía una gran ventaja sobre la Confederación en cuanto a recursos económicos, técnicos y también en lo que se refiere a la población. 


 


La economía del Norte, más industrializada, ayudó en la producción de armas, municiones, y víveres para las tropas. Las ventajas se agrandaron rápidamente durante la guerra, mientras la economía norteña crecía y la sureña se hundía, víctima de la inflación, de la escasez causada por la guerra y su dependencia del contrabando de armas para mantener la capacidad de lucha de sus tropas. La disparidad poblacional entre el Norte y el Sur fue creciendo conforme la Unión iba controlando distintos territorios sureños. La Unión controlaba al principio la mayor parte de los puertos, barcos de vapor y la marina, lo que aumentó con un programa de construcción masiva de barcos. Esto permitió la puesta en marcha de un bloqueo naval que fue clave en el desenlace de la guerra.


 


Pese a esa superioridad, el ejército sureño obtuvo importantes victorias en la primera etapa de la guerra. Eso obligó la Unión a un giro. La prioridad de Lincoln no era la causa de la abolición de la esclavitud, sino lograr la consolidación de Estados Unidos como una nación unificada. Tras las derrotas iniciales, sin embargo, Lincoln tuvo que reconocer que el desarrollo de la guerra sólo podía cambiarlo haciendo de la guerra una batalla contra la esclavitud: “Mi objetivo supremo en esta lucha es la salvación de la Unión y no la protección o el aniquilamiento de la esclavitud. Si yo pudiera salvar la Unión sin libertar un solo esclavo, lo haría; y si pudiera salvar la Unión libertando a unos sí y a otros no, también lo haría. Lo que hago con respecto a la esclavitud y a la raza negra lo hago porque creo que contribuye a salvar la Unión. Y lo que dejo de hacer, lo dejo de hacer porque no creo que pueda contribuir a salvar la Unión”.


 


Consecuentemente, el 11 de enero de 1863, segundo año de guerra, Lincoln dio a conocer la Proclamación de Emancipación, que otorgaba a todos los esclavos la libertad y autorizaba a que, tanto negros libres como esclavos huidos, puedan unirse al ejército de la Unión. Alrededor de 190.000 se presentaron como voluntarios, incrementando aún más la diferencia de tamaño de los ejércitos en combate. La Confederación, por su parte, se negó a aceptar a los negros libres en su ejército porque temía que eso deslegitimaría su política esclavista. Los esclavos emancipados lucharon en varias batallas importantes en los dos últimos años de guerra.


 


Este viraje se hizo sentir y los triunfos empezaron a abrirse paso en el teatro de operaciones militares hasta la rendición final de Sur, el 9 de abril de 1865.


 


 


Balance


 


El desenlace de la guerra civil permitió resolver los problemas que se arrastraban desde 1776: abolir la esclavitud y consolidar definitivamente a Estados Unidos como una nación unificada. La abolición de la esclavitud no puso fin a la discriminación racial ni las profunda postergación en todo los planos de la población negra -y que, podríamos generalizar, sufren también hoy la minoría latina y las de otros orígenes. La consolidación definitiva de Estados Unidos como potencia capitalista fue de la mano de una profundización de los antagonismos sociales, raciales, de género y de un ascenso de la desigualdad social. 


 


 


 


En la próxima edición: “Marx y la Guerra de Secesión”