Cultura

14/5/2015|1363

La 41 Feria Internacional del libro de Buenos Aires: La cultura no es una mercancía

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires fue inaugurada el jueves 23 de abril. Esta nueva edición del mayor espectáculo del libro en la Argentina empezó con el pie cambiado. Días antes, Martín Gremmelspacher, presidente de la Fundación El Libro -organizadora de la Feria- y vicepresidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), dijo que "las editoriales medianas y chicas reportan una caída del 10 por ciento en la venta de ejemplares entre el primer trimestre de este año y el mismo período de 2014", y lo atribuye a que "hay un poco menos de poder adquisitivo, una caída del consumo" (Clarín, 20/4). En boca de un kirchnerista, es una dura confesión.


La disminución de los salarios debida a la inflación y no recuperada por los aumentos en paritarias, sumada al aumento de los precios, hace poco menos que imposible la compra de algún libro por parte de un trabajador. Los libros sufrieron un aumento de precio de entre el 20 y el 30 por ciento: por ejemplo, "Agilmente", de Estanislao Bachrach, pasó de 179 a 239 pesos. Otros best sellers, como "Bajo la misma estrella", de John Green, aumentó de 129 a 219 pesos (el 70 por ciento).


Si bien las editoriales medianas y pequeñas fueron perjudicadas por el aumento de los precios y la desvalorización de los salarios, no sucede lo mismo con los grandes pulpos. Ignacio Iraola, director de Planeta, sostuvo que "entre 2014 y 2015 subimos un 12 por ciento la venta de ejemplares" (ídem).


Este escenario dio inicio a la inauguración de la Feria, que, sobre todo, estuvo atravesado por una fuerte impronta de campaña política, a tres días de las Paso en la Ciudad de Buenos Aires. Tomaron la palabra el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni; también el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, quien agradeció a Sileoni -representante de la Rosada- "por la amable discrepancia", que, en los hechos, tiene mucho de amable y poco de discrepancia.


El que también habló fue el secretario de Políticas Socioculturales de Cultura y militante de La Cámpora, Franco Vitali, quien aseguró que, frente a las ferias de los años '90, estas ediciones "rebosan de alegría porque la Argentina está mucho mejor: en aquella época había una exclusión inédita y muchísima pobreza". Vitali -que desembarcó en el ministerio de Cultura cuando llegaba Teresa Parodi- omitió la ausencia de esas estadísticas oficiales (Clarín, 23/4), que el gobierno kirchnerista guarda bajo siete llaves y que abarcarían, según a qué consultora se pregunte, entre el 25 y el 30%.


Eduardo Vázquez, el secretario de Cultura de México DF -ciudad invitada de honor en esta Feria-, habló de la violencia de su país y de las desapariciones en Ayotzinapa, "atroz realidad que no vamos a negar" (La Nación, 24/4). Un gesto de cinismo de un Estado infiltrado hasta los huesos por el narcotráfico.


El orador final de la apertura fue el dramaturgo Roberto "Tito" Cossa -prestigioso autor de Yepeto, entre muchas otras obras. No sorprende su elección en épocas en que la Fundación El Libro está dirigida por sectores afines al gobierno (Clarín, 22/4): Cossa apoya al gobierno explícitamente y en la Ciudad firmó una adhesión a la candidatura de Carlos Heller.


Tras celebrar, con justeza, que por primera vez un autor del teatro sea elegido para abrir el evento cultural del libro más importante de Argentina ("El escritor sueña con el lector, nosotros con el espectador. Y le entregamos la obra al actor, que lleva la palabra", destacó), Tito Cossa señaló: "Esperamos que quien nos gobierne el próximo año siga esta política. La cultura no es una mercancía, es el elemento para profundizar la democracia".


Se equivoca: la política cultural del kirchnerismo, bajo el lema del desarrollo de las industrias culturales, significó un gigantesco proceso de privatización de la cultura y subsidios para los empresarios del sector. Una línea que continuarán, sin duda, los Scioli o los Macri.


Sobre otras bases sociales se terminará con la cultura como forma de mercancía, lo cual permitirá el acceso a ella por parte de los trabajadores. Ese es el camino que marcan el Partido Obrero y el Frente de izquierda.