Cultura

23/4/2019

La inauguración de la Feria del Libro, “blindada” para evitar protestas

Luego de que el año pasado estudiantes y docentes irrumpieran con una protesta contra el ajuste, solamente se accederá con invitación previa.

Protesta: el año pasado, estudiantes terciarios increparon al ministro de Cultura Pablo Avelluto.

Con el rechazo a las políticas de ajuste batiendo nuevos récords todos los días, el gobierno cierra más y más la posibilidad de expresiones disidentes.


La actividad de inauguración de la Feria del Libro contará este año con un estricto control de los asistentes, luego de que estudiantes y docentes irrumpiesen en la del año pasado con sus demandas contra el plan de ajuste a los Institutos de Formación Docente (Unicaba) y el cierre de Bachilleratos Populares, ante la consternada mirada de los ministros de cultura de Nación (Pablo Avelluto) y Ciudad de Buenos Aires (Enrique Avogadro). En aquella oportunidad, Avelluto salió a calificar a los activistas de “fascistas”, para defender ni más ni menos que el monopolio de la palabra de funcionarios ajustadores y la censura de quienes luchan por la educación pública.


Hasta este año, el ingreso para el evento inaugural era irrestricto; en esta ocasión, por el contrario, la Fundación El Libro (responsable de la feria) “conformó un comité Ad-hoc para evaluar los pedidos de invitación” (Infobae, 23/4). Este cepo a la asistencia será garantizado por “dos figuras a las que se llama ‘comisarios’ hacia dentro de la organización, abocados a supervisar los ingresos, puertas y boleterías”, mientras que “la Policía de la Ciudad evaluaba medidas para el exterior del complejo, despliegue territorial de personal policial y agentes de Prevención”.


Las autoridades de la Fundación buscaron disfrazar esta muralla preventiva, arguyendo que “el discurso inaugural lo va a dar Rita Segato. Y lo que sucedió fue que cuando la Fundación dio a conocer su nombre, empezaron a llover pedidos para poder escucharla (…) Por esta razón las medidas para evitar que suceda lo que pasó el año pasado son un tema que ni siquiera llegó a evaluarse”. Sin embargo, reafirmaron su postura contra la protesta del año pasado, insistiendo en que “si se invita a un funcionario para que hable, tiene que poder hablar” (ídem)


Episodios como este se vienen repitiendo en otros grandes eventos, a medida que se multiplican las voces contra el vaciamiento del área de Cultura.


En noviembre, en la entrega de premios del Festival de Mar del Plata, se prohibió a los realizadores y realizadoras que fueron galardonados hacer uso de la palabra, y hasta la lectura de los fundamentos del jurado. “Haiek [Ralph, actual presidente del instituto de cine] no quiere que filmemos y Avelluto no quiere que hablemos”, denunció en esa ocasión el Colectivo de Cineastas, en sintonía con los abucheos a la ceremonia por parte de intérpretes, técnicos y realizadores.


La censura volvió a tener lugar en febrero en esa misma ciudad, con la clausura por primera vez de los micrófonos para agradecimientos en los premios teatrales Estrella de Mar. El asunto fue repudiado en las redes de muchísimos actores y actrices y en el propio escenario, por parte de los referentes del centro cultural El séptimo fuego –quienes subieron con cintas de papel en la boca como señal de censura y una bandera que denunciaba la destrucción del área por el gobierno municipal marplatense– y de la Asociación Argentina de Actores.


En su fracaso, el macrismo se ve obligado a trasladar su política de represión a las manifestaciones populares a los escenarios y estrados. Pero no logra ahorrarse los bochornos.