Cultura

10/11/2016

La larga noche de Francisco Sanctis: elecciones y dilemas bajo la dictadura

La película de Andrea Testa y Francisco Márquez, basada en la novela de Humberto Costantini, relata una historia atrapante, ambientada en la última dictadura militar, sin golpes bajos ni artificios.


“Esta noche los van a ir a buscar”. Esas son las palabras que ponen a un hombre frente a su destino. El film La larga noche de Francisco Sanctis es una exploración, con la cadencia rítmica del suspenso, sobre qué decisiones puede tomar una persona a la hora de la confrontación con las tareas de su época. Francisco Sanctis se debate en esa duda, y así comienza su larga noche.


 


La película dirigida por Andrea Testa y Francisco Márquez explora, con ritmo hitchcockeano, el comportamiento de una persona gris que debe decidir su accionar frente a un dilema en medio de la dictadura. Sanctis es un oficinista que lleva adelante una familia, esposa y dos hijos, y cuya mayor preocupación es el posible ascenso en la empresa en la que trabaja. Que no sucede. Sin embargo, el encuentro con una antigua compañera de facultad lo interpela ante su vida: ¿qué hará un hombre común cuando tiene la posibilidad de salvar dos vidas, o hacerse el boludo?


 


El film está basado en el cuento homónimo de Humberto Constantini, un escritor que adscribía al Partido Comunista, con el que luego rompió para acercarse al PRT. Los cineastas lograron suprimir la primera persona del cuento para alcanzar un guión potente, de intriga, atrapante. El espectador memoriza junto al protagonista las coordenadas: “Lacarra 6072”. Esa es la dirección a la que debe llegar para alertar a sus ocupantes y que no los chupen.


 


¿Qué pasaría si Francisco Sanctis no acudiera a ese llamado imprevisto? Ese es el dilema que plantea de entrada el film –a través de diez minutos de diálogo de Sanctis (muy bien interpretado por Diego Velázquez) con una antigua compañera de la universidad (Valeria Lois), que le plantea la misión– y que lo enfrenta con las circunstancias de su vida, en plena dictadura. La naturalización del estado de terror –que se evidencia de manera borrosa cuando se ve un secuestro en la vereda en la que Sanctis toma el colectivo con sus hijos, pero que decide no ver– adquiere una nueva forma, ya que su acción –o lo que no haga– cobra un sentido político y existencial, alejado de la medianía de su vida más general, en la que su horizonte de expectativas está representado por un ascenso laboral que nunca llega.


 


El film atrapa al espectador con su ritmo y con la intriga. La película debe destacarse por su lograda puesta en escena de la época: 1977 se muestra a los ojos del espectador no como un artificio, sino como una realidad. La edición y el montaje de sonido logran momentos de gran intensidad en los que los protagonistas son los sonidos de los pasos. La larga noche de Francisco Sanctis no muestra en ningún momento a un militar, ni apela al golpe bajo, pero logra expresar el estado de terror al que la junta militar había sometido al país. El miedo se muestra como un elemento social natural.


 


El recorrido minuto a minuto de la aventura moral y política en la que se embarca Sanctis es un logro de la cinematografía argentina actual.