Cultura

7/7/2021

Latinoamérica sangra y sueña

Aspiraciones y realidades de los oprimidos del continente, en el documental “Mapa de sueños latinoamericanos” de Martín Weber.

Antecedido por un destacado recorrido en festivales internacionales, este jueves 8 se estrena en la sala de cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) el documental Mapa de sueños latinoamericanos, una coproducción argentino-mexicana tan cruda como conmovedora.

El film de no ficción toma como punto de partida la serie de fotografías que su director, Martín Weber, realizó durante 21 años (entre 1992 y 2013) por diversos países del continente, y ante cuyo encuentro es imposible salir indemne. En esos retratos individuales y corales de un blanco y negro que va a la médula, los fotografiados y fotografiadas se presentaban sosteniendo una pizarra en la que habían escrito cuáles eran sus sueños, a la vez herida del presente y aspiración de futuro: el sueño campesino de una tierra propia, el de las víctimas de la violencia estatal del fin de la impunidad, el de una vía para salir de la pobreza, el de la muerte como escapatoria o el de, al menos, recibir cariño.

Con ese antecedente, Weber vuelve años después a la búsqueda de retratados y retratados, cuyos testimonios van conformando el mapa del título. Con generosidad, aprovechando las posibilidades de reencuentro que brinda el género, Weber se mantiene detrás de cámara y da libertad a que los retratados y sus allegados vuelquen sus historias. Así permite que respiren, que se unan sin perder su singularidad y sin notas al pie, a lo universal del relato.

En una película que no busca sentar, en palabras del director, una “bajada de línea”, la pregunta por los sueños y deseos de latinoamericanos y latinoamericanas pare por su propia fuerza un desgarrador panorama de la realidad de nuestros pueblos: desposesión, destierro, violencia estatal, paramilitar y doméstica –en una operación que recuerda, con las evidentes distancias, a esa pregunta por la felicidad a transeúntes que guiaba el clásico documental francés Crónica de un verano. Y entre esos dolores, un lugar para la ternura, como la evocación de aquel cubano que lustraba botas soñando ser poeta.

Así como los registros audiovisuales del ahora se ligan con las fotos del ayer, las voces de los protagonistas integran su presente con la historia. Aunque no abunde la mención de nombres propios, late en cada parte la responsabilidad de los gobiernos de las últimas décadas en el cuadro de opresión que se perpetúa. La plasma, por caso, el testimonio de activistas contra la profusa violencia estatal en Brasil, al señalar que esta viene de siglos, se perfeccionó durante la dictadura y se actualiza día a día en un “verdadero genocidio” contra los jóvenes, en su mayoría negros. La deja vislumbrar aquel hombre que vive en el límite de México con Estados Unidos al apuntar que “nadie progresa, solo sobrevive”, de un lado y otro de la frontera. La muestra, ahí sí apuntando nombres propios, el revolucionario que dejó de declararse sandinista –pero no revolucionario- al experimentar la realidad del gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Fruto de un largo trabajo de recorridas y de una intensa producción colectiva, Mapa de sueños latinoamericanos logra con ventura dar voz a los oprimidos y oprimidas del continente, a sus cicatrices, su tenacidad y sus aspiraciones.