Cultura

15/4/2010|1124

Malcolm Mclaren

La muerte de un bufón

El 8 de abril falleció uno de los íconos culturales más importantes del último cuarto del siglo XX: Malcolm McLaren.

McLaren fue un excéntrico personaje que cultivó, desde sus comienzos, una estética según el “situacionismo” (movimiento del Mayo francés que, combinando marxismo con avant-garde, buscaba la burla a los íconos del capitalismo como factor de transformación social). Entrada la década del ’70, su búsqueda giró hacia el mundo de la moda y la música. Su primera experiencia fue con la banda “The New York Dolls”, grupo que combinando travestismo y rock duro se burlaba del estigma machista que tenía el rock entonces.

En 1976, su afán por la provocación encontraría un norte con la formación de un grupo de rock con jóvenes desocupados que prácticamente no sabían tocar: los Sex Pistols.

Ese año, McLaren abrió junto a su novia, Vivienne Westwood, una boutique de ropa sado en Londres llamada “Sex”, que era reducto de reunión para jóvenes que vivían el denso ambiente de un país sumido en la desocupación, producto de la crisis del petróleo de los ‘70. El rock no fue ajeno a esa crisis, ya que en esa época el único medio masivo de difusión musical eran los discos de vinilo, por lo que sólo podían grabar las grandes bandas y discográficas.

En este contexto, Malcolm formó y moldeó no sólo a los Pistols, sino a una explosión juvenil cultural y catárquica: el punk.

En 1977 pudo ver su sueño hecho realidad. Había formado una banda que se burlaba del gobierno, de la reina, de las discográficas, de las modas y hasta del mismo rock. Las noticias de los “escándalos” de los Pistols eran tapa de todos los diarios. Sus estrategias de marketing iban de insultar en un programa en vivo por la BBC hasta alquilar un barco y cantarle, en medio del  Támesis, el reversionado himno inglés “God save the Queen” a la reina Isabel II para celebrar su vigésimo quinto aniversario en el trono. Las calles de Londres eran invadidas por hordas de chicos vestidos en cuero y alfileres de gancho, donde hasta los símbolos nazis eran permitidos como forma de provocación. Todo esto en un escenario donde crecían las huelgas y las revueltas populares contra la xenofobia. Pero Malcolm pasó de ser un provocador a ser el manager de uno de los grupos de rock más exitosos, por lo fue su propia banda lo señaló como un explotador que sólo veía lucro en la música. Esto llevó a la separación del grupo en 1978.

Un año después murió Sid Vicious, su “modelo”, por una sobredosis de heroína. La asimilación del punk como moda por marcas y boutiques de primera línea obligó a que Malcolm se retirase de su proyecto (no así de sus ganancias, que fueron objeto de disputas legales con los ex Pistols hasta 1986).

Luego intentó repetir, sin éxito, la experiencia, formando una banda new wave con una cantante de 15 años. Entrada la década del 80, dio un giro musical y lanzó su propio grupo de rap y hip-hop, convirtiéndose así en uno de los primeros promotores del género.

En sus últimos años se dedicó al arte, la publicidad y los reality shows. En el año 2000, se candidateó como alcalde de Londres con la propuesta de “permitir la venta de alcohol en las bibliotecas”.

En una de sus últimas entrevistas, se refirió a sí mismo como “un magnífico fracaso, sí señor. Brillante, emocionante, pero un condenado fracaso. (…) Todo lo que antes parecía desagradable y amateur, ahora está asimilado por el sistema. Han hecho un motón de guita con la idea” (El Pais.com, 14/7/07).

En la Argentina llegó a tener ciertos émulos, como el empresario fundador del café Einstein (reducto under porteño de comienzos de los 80), de Cemento y República Cromañón, Omar Chabán.

Alguien que demostró que lucrar con el under lo único que puede “provocar”… es la muerte.