Cultura

30/4/2014|1312

Marcel Duchamp y la conmoción en el arte (*)

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Hay pocos libros sobre Marcel Duchamp y, por lo general, dan distintas interpretaciones de sus obras.

Artista plástico, nació en Francia en 1887. Vivió en Nueva York por muchos años, aunque nunca dejó de volver a Francia, donde murió en 1968.

Desde 1913 se convirtió en uno de los hombres más célebres, primero en Norteamérica y luego en ambos continentes.

Dejemos que hable:

“Me asusta la palabra ‘creación’. En el sentido social, normal, de la palabra, la creación, es muy gentil pero, en el fondo, no creo en la función creadora del artista. Es un hombre como cualquier otro, eso es todo. Su ocupación consiste en hacer ciertas cosas (…). La palabra ‘artista’ fue inventada cuando el pintor se convirtió en un personaje de la sociedad monárquica, en primer lugar, y posteriormente de la sociedad actual, en la que es un señor. Ese pintor no hace cosas para alguien, sino que es ese alguien quien va a elegir cosas entre la producción del pintor. En contrapartida, el artista está mucho menos sujeto a concesiones que antes, durante la monarquía”. (Marcel Duchamp)

El poeta surrealista André Bretón dijo que Duchamp era uno de los hombres más inteligentes del Siglo XX y, “para muchos, el más molesto”.

En 1946, el boletín del Museo de Arte Moderno de Nueva York reprodujo una entrevista donde Duchamp expresaba:

“El gran problema del arte en este país en el presente, y aparentemente también en Europa, es que en éste no hay un espíritu de rebeldía; no aparecen ideas nuevas entre los artistas más jóvenes. Siguen los caminos trillados por sus predecesores, tratando de hacer mejor lo que sus predecesores ya han hecho. En arte no existe nada semejante a la perfección. Y siempre sobreviene un marasmo cuando los artistas de un período se contentan con tomar el trabajo de un predecesor allí donde él lo abandonó y tratan de proseguir lo que él estaba haciendo. Cuando, por el contrario, uno toma algo de un período anterior y lo adapta a su propia obra puede haber un enfoque creador. El resultado no es nuevo; pero es nuevo en la medida en que es un enfoque diferente”.

El arte es producido por una sucesión de individuos que se expresan; no es cuestión de progreso. El progreso no es sino una enorme pretensión de nuestra parte.

Luego de 25 años de pintura, se alejó completamente.

Dice Duchamp: “(…) Los motivos fueron varios. En primer lugar, el roce diario con los artistas, el hecho de vivir con artistas, de hablar con artistas, me disgustaba profundamente. En 1912 se produjo un incidente que ‘me alteró la sangre’ si se me permite la expresión. Ese hecho ocurrió cuando llevé mi ‘Desnudo bajando una escalera’ a los Independants y se me pidió que lo retirara antes de la inauguración. En el grupo de personas más avanzadas de la época algunas de ellas tenían unos escrúpulos extraordinarios y mostraban una especie de terror. Hacía dos o tres años que imperaba el cubismo y ellos tenían una línea de conducta extraordinariamente precisa, recta, que preveía todo lo que sucedería. Yo encontré todo eso insensato e ingenuo. Entonces eso me enfrió de tal modo que, como reacción frente a semejante comportamiento, proveniente de unos artistas a los que creía libres, tomé un empleo. Me convertí en bibliotecario”.

Estos son apenas algunos de los conceptos y pensamientos de Duchamp, en las raras veces que habló. Pintó desde muy niño en Francia y, años después, no dudó en dejar la “tela”, alejarse muchos años de la pintura y dedicarse al ajedrez, para luego retornar y mostrar por primera vez una de sus grandes obras maestras: El “Desnudo bajando la escalera”. Otra de sus obras más notables, “El gran vidrio”, le llevó ocho años de trabajo y estuvo durante décadas guardado en diferentes garajes de amigos o de él mismo. Contemporáneamente, y a lo largo de toda su vida creativa, trabajó en sus famosos “Readymades”.

Millones de artistas crean; solamente algunos miles son discutidos o aceptados por el espectador y muchísimos menos son consagrados por la posteridad.

Marcel Duchamp es uno de ellos, raramente vistos, mitificado por las vanguardias, denostado por la “academia”. Sin embargo, las raras veces que uno puede encontrarse con su obra o con algunas de ellas, sale de allí con la sensación que algo adentro de uno se transformó. Uno es otro.

Marcel Duchamp marcó un camino con sus “cosas”, nos transformó y sigue cambiando el rumbo de la creación a todos aquellos que nos seguimos haciendo preguntas sin importar si conmueve o no conmueve, simplemente preguntas en la soledad. Y como el propio Duchamp decía: “No hay solución porque no hay problema”.

Adriana de los Santos



(*) Conmoción (definición de la Real Academia Española): movimiento o perturbación violenta del ánimo o del cuerpo.