Cultura

18/9/2014|1332

Ministerio de Cultura, el derrumbe

Cuando en mayo la Secretaría de Cultura se convirtió en ministerio, hablamos de las últimas imágenes del naufragio kirchnerista (Prensa Obrera, 15/5).

El análisis se verificó. Desde que asumió Parodi, los trabajadores denuncian la falta de insumos, el impago de los sueldos a los trabajadores de la Casa de la Cultura en la Villa 21 desde abril y la apropiación de fondos del Programa de las Naciones Unidas por Desarrollo (PNUD) por 1.200.000 pesos.

A través de marchas han reclamado que avance la instalación de la Casa de la Cultura en la Villa 31. En el ministerio deben horas extras y los pagos a los monotributistas.

El congelamiento de fondos en las villas está asociado, por un lado, con internas políticas. El sciolista Víctor Ramos, del Movimiento Social y Cultural Patria Grande, es un puntero con influencia en la Junta Vecinal de la Villa 21. Tras su apoyo explícito a la campaña de Daniel Scioli, Ramos -que era del riñón de colaboradores de Coscia- fue eyectado como director del Cabildo. Pero el malestar viene de antes: tras la asunción de Parodi, el camporista Emiliano Gareca fue designado para ocupar el despacho destinado a la ministra en la Villa. Su llegada no fue bien recibida y el subsecretario no volvió al despacho (Clarín, 25/7).

Los números rojos y el ajuste atraviesan al organismo. El ministerio ya habría gastado los 1.191 millones de pesos asignados para el año. Los proveedores tienen pendientes de cobro contrataciones y licitaciones ejecutadas durante la gestión anterior de Jorge Coscia. También denuncian que Parodi -que negó esta información- tercerizó a través de una productora el cobro de 1.000.000 pesos por cantar en un acto oficial previo a su gestión.

En su última conferencia, Parodi planteó que necesita “triplicar el pedido de fondos para 2015”, sin mayores especificaciones. Y anunció la apertura del proyecto del Centro Cultural Néstor Kirchner, un espacio de 110.000 metros cuadrados donde funcionaba el Correo Central. Las promesas de faraónicas obras en Cultura buscan ser una pantalla para sostener el relato de un gobierno en crisis.

Este escenario plantea la necesidad de organizar a los artistas y trabajadores de la cultura por sus propios derechos, en forma independiente del gobierno y los empresarios.


Daniel Mecca