Cultura

10/6/2015|1367

“Mujeres de La Mina”: la mina se come el alma


“Mujeres de la Mina”, de las realizadoras Malena Bystrowicz y Loreley Unamuno es una perlita documental que descubre la realidad cotidianidad y la lucha de un sujeto social poco conocido. La investigación documental con fotografías de los sindicatos y las asambleas de la década del sesenta y setenta en blanco y negro se confunden con otras de los mineros del siglo XXI en color sepia, como si nada hubiera cambiado. La cuidada dirección de fotografía es hilvanada con las palabras de Eduardo Galeano en primera persona, que narra la historia de la resistencia de la mujer minera boliviana en tono de poesía. Y por sobre todo, las protagonistas abren las puertas de sus casas, sus cocinas y comparten sus mayores dramas.


Narra la historia de tres viudas de mineros bolivianos. Francisca Gonzales, minera de padres y abuelos, trabaja para cambiar el futuro de sus nietos. Lucía Armijo, vive en el histórico Cerro Rico de Potosí. Y Domitila Chungara, histórica minera y militante revolucionaria. Ellas no reciben una pensión cuando el marido minero se accidenta o muere por el sílice respirado, que convierte a los pulmones “en cartón”, como narra el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Las que no tienen descendencia, a veces pueden reemplazarlo en la mina, como serenas, pero la mayoría trabaja al costado de los terraplenes en busca de despojos rocosos que dejan los volquetes con restos de mineral. Trabajan tres veces más que los mineros para obtener una paga similar cuando venden a las empresas las piedras martilladas con sus manos para retirar el metal sobrante. “Yo trabajo día y noche, veinticuatro horas, sin dormir”, cuenta Lucía Armijo con una amplia prole para alimentar, vestir y cuidar. También, una maldición machista las acecha: el diablo se enoja si ellas bajan a la mina. Cargan con los minerales, la historia de la evangelización, la sumisión y el esclavismo de sus ancestros, el machismo y el analfabetismo que las sometió a ser mujeres tímidas y calladas. Pero si las tropas rodean la mina, ellas piden la palabra frente al miedo de los hombres: “Si me permiten hablar”, dirá Domitila Chungara una de las protagonistas y destacada luchadora durante la masacre de San Juan por el ejército boliviano y norteamericano. Y cuando se lo permiten, las diferencias entre hombres y mujeres se disuelven frente al enemigo de clase.


“A veces me entristece que el cerro se acabe. Si se va a acabar, Potosí ha de morir”, cuenta Armijo. Porque el Cerro Rico de Potosí tiene menores rendimientos que las minas actuales en manos de multinacionales, y es explotado por cooperativas, donde sus trabajadores luchan por sobrevivir y las viudas reciben la peor parte. Las mujeres de la mina reclaman herramientas, permisos para trabajar en las minas, jardines para sus hijos y pensiones.


El documental ya ganó el premio Largometraje del Festival Santiago Alvarez de Cuba y el premio Mirada Feminista del Festival María Lionza de Venezuela; se proyecta en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Buenos Aires.


Se muestra en las siguientes salas del festival: 

18/6 – 18:30 hs: Alianza Francesa, avenida Córdoba.


21/6 – 20 hs: Cine Gaumont, avenida Rivadavia 1635.