Cultura

19/5/2011|1177

“Rosa Luxemburgo”, de Alejandra Arístegui

Teatro del Artefacto, Sarandí 760. Sábados, 21 horas

LuchArte

“La revolución mañana ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto… y proclamará, para terror vuestro, entre sonidos de trompetas: Fui, soy y seré”. (R. L.)

La obra, escrita y actuada por Alejandra Arístegui, ostenta dos virtudes: no cae ni en el didactismo político ni en el tratamiento romántico del personaje histórico.

Por el contrario, preserva textos esenciales de la militante revolucionaria polaca que, puestos en función en un contexto visual y sonoro, junto a los textos de la propia Arístegui y su potencia actoral; conforman un todo profundamente poético, al tiempo que crítico y estimulante para considerar la vigencia de la revolución socialista mundial.

El unipersonal, de estructura circular, comienza con referencias al asesinato de Rosa, por boca del propio personaje, intercaladas con otras del potentísimo panfleto que Luxemburgo escribiera en prisión el 14 de enero de 1919, un día antes de su asesinato: “El orden reina en Berlín”, donde denunciaba las masacres contra obreros y revolucionarios perpetrados por la burguesía en Varsovia en 1831, contra los comuneros de París en 1871 y, en particular, contra los propios espartaquistas en Berlín por esos días.

Enunciada -tal vez no suficientemente desarrollada en la obra- se vislumbra la crítica de Luxemburgo al parlamentarismo y a la opción de su partido, el Social Demócrata Alemán (SPD) de votar los créditos para la guerra en 1914. Ya había polemizado con el revisionismo reformista de modo contundente, con su “Reforma o revolución”. Esa crítica a los créditos militaristas se plasma en la creación del Frente Revolucionario Antibelicista.

Los períodos de encarcelamiento de Rosa Luxemburgo adquieren en la obra de Arístegui una doble dimensión: la convicción militante que une la voluntad individual y sus peripecias a las de un colectivo y, al mismo tiempo, las tribulaciones de esa subjetividad, de ese cuerpo individual y solo que se enfrenta diariamente con sus torturadores y verdugos.

La obra expone la concepción de Luxemburgo respecto del partido: “la organización como proceso”. Lenin destacó que la demora en la ruptura política con el SPD tanto como la ausencia de un partido dirigente hizo que “los obreros alemanes se encontraran en el momento de la crisis (la revolución alemana de 1919) sin un partido verdaderamente revolucionario”.

El diseño visual y sonoro, intencionalmente modernos en su tratamiento, participan dinámicamente de la obra reforzando el sentido de actualidad de la revolución.

Más de cuatro años de investigación y ensayos, en cuyo lapso chocaron contra “opiniones” respecto de lo anacrónico o de lo “incorrecto” de rescatar a Luxemburgo y, de su mano, a la revolución socialista; lo que llevó a varios intentos de estrenos abortados.

¿Por qué Rosa Luxemburgo?, preguntamos a Aristegui.

“Porque en ella quiero rescatar y homenajear la lucha y la militancia revolucionaria, en particular de la mujer. De aquellas y de las de hoy”.