Cultura

21/1/2010|1115

Rosetta o el otro lado del sueño europeo

Un film excepcional de los hermanos Dardenne

Luego de varios años de espera, por fin se estrenó “Rosetta”, una obra maestra de los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, dos cineastas belgas que no apartan su mirada de los suburbios obreros europeos en la actualidad, tópico no demasiado frecuente en el cine de hoy. Filmada en 1999, ese año ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes y David Cronenberg, presidente del jurado, la definió como “una película del futuro”. Una calificación que no tiene nada que ver con efectos especiales ni avances tecnológicos, sino con la conciencia de la historia que este film propone.

Rosetta es una adolescente (tal vez diecisiete o dieciocho años) de origen obrero. La primera escena es impactante: la cámara la sigue en un raid furioso por los pasillos de una fábrica. Acaba de ser despedida. Ella considera al despido injusto, el jefe de recursos humanos le informa: “No tenemos quejas, pero tu contrato temporal se terminó”. La rabia de Rosetta estalla. Ella quiere su trabajo.

El film girará en torno a esta necesidad de completud de Rosetta a través del trabajo. Ella no acepta la caridad (su madre, una alcohólica grave con quien vive en una casa rodante, no sólo intenta aceptar comida, sino que llega a cambiar favores sexuales por bebidas), sino que decide vivir por sus propios medios, incluso a costa de construir un complejo sistema de pesca ilegal, primitivo. Sin embargo, le queda una esperanza: conoce a un vendedor de wafles, de quien se hace amiga, quien le consigue un puesto en su lugar de trabajo. En una conmovedora escena de la película, se muestra a Rosetta antes de dormir, mientras establece un diálogo-monólogo con ella misma: “Te llamas Rosetta. Me llamo Rosetta. Has encontrado un trabajo. He encontrado un trabajo. Te has hecho un amigo. Me he hecho un amigo. Llevas una vida normal. Llevo una vida normal. No te caerás al hoyo. No me caeré al hoyo. Buenas noches. Buenas noches”.

Pero es despedida. El ímpetu por alcanzarse como trabajadora la pondrá ante desafíos éticos que rozan el límite y deberá tomar decisiones que la cuestionarán vitalmente. No sólo deberá enfrentarse cotidianamente a la sociedad que la condena, sino que deberá desafiarse a sí misma y tendrá la posibilidad de redimirse o no.

La película se centra en el otro lado del sueño de la comunidad europea, de la que el reino de Bélgica es un miembro fundador. La brutalidad patronal y la quita de los derechos obreros es un tópico que no se refleja, por lo general, en la producción fílmica europea y mucho menos en las cumbres económicas de la región.

Filmada con recursos técnicos austeros (se usa mucho la cámara en mano, la luz natural, no hay música incidental), “Rosetta” es una demostración de cómo el cine puede convertirse en motor y espejo de la sociedad. Un año después de su estreno, el gobierno socialdemócrata belga instituyó el Plan Rosetta de primer empleo para jóvenes. Diez años después, la crisis económica causa estragos en aquel país. La tragedia que el film retrata no puede ser solucionada con reformas. Es la tragedia del capitalismo, al que debe destruirse a menos que se quiera caer en la barbarie.