Cultura

21/8/2014|1328

Sobre “Los orígenes de la clase obrera argentina”

 Un libro de Lucas Poy (Imago Mundi, 2014)

Tapa_POY.ai

El 20 de octubre de 1888, los trabajadores de los talleres que el ferrocarril del Sud tenía en el barrio de Barracas se declararon en huelga para reclamar a la patronal británica un ajuste salarial por inflación, tal como el gobierno le había permitido hacer a la empresa con sus tarifas. La respuesta de la empresa y del gobierno fue desatar una fuerte represión policial contra los trabajadores, que se reagruparon en la plaza Herrera del mismo barrio y decidieron continuar con el conflicto. La huelga, que finalmente resultó triunfante, dio impulso a una generalización de la actividad huelguística en otros gremios, así como también causó ataques por parte de los principales medios de prensa. Los más destacados cuadros de la oligarquía responsabilizaban por las huelgas a los “agitadores socialistas” venidos del extranjero, que querían “inculcar” en el país ideologías extranjeras que no tenían razón de ser en la Argentina. En la misma línea, sugerían que la “solución” para la conflictividad obrera era la expulsión de esos “cabecillas”. En 1902, después de una huelga general, el gobierno de Roca promulgó la tristemente célebre Ley de Residencia, que habilitaba esas expulsiones.

La imputación a los “agitadores socialistas” tuvo una continuidad sostenida en el tiempo. El mismo argumento fue usado por las bandas parapoliciales de la Liga Patriótica que organizaron grupos de choque contra las huelgas en los tiempos del Centenario y la Semana Trágica. Varias décadas más tarde, los cultores del llamado revisionismo histórico decían sobre la tradición histórica de la clase obrera argentina anterior a 1945 que eran “flores exóticas y extranjerizantes”.

“Los orígenes de la clase obrera argentina”, de reciente aparición, se suma a una extensa y valiosa historiografía -en la que se destacan historiadores también vinculados con el Partido Obrero, como Ricardo Falcón y Edgardo Bilsky- que refuta estas mentiras. El trabajo muestra que, hacia mediados de la década de 1880, Buenos Aires ya contaba con una creciente población obrera de origen mayoritariamente inmigrante, la cual, menos de una década más tarde, estaba organizando decenas de sociedades de resistencia y varios intentos de formar una federación, un Partido Socialista casi definitivamente constituido, diversos grupos anarquistas, varios periódicos obreros, numerosas huelgas e incluso una casi huelga general. El libro reconstruye minuciosamente huelgas, asambleas y manifestaciones obreras, así como los debates y luchas políticas entre socialistas y anarquistas, activos desde fecha muy temprana en el naciente movimiento gremial.

La historia siempre ha sido un campo de batalla. Para el peronismo, la historia del movimiento obrero argentino habría tenido una fecha fundacional a mediados de los años cuarenta. El objetivo es borrar del mapa más de medio siglo de historia de nuestro país, durante el cual el movimiento obrero nació y se desarrolló estrechamente vinculado con las diferentes fuerzas de izquierda (anarquistas, socialistas, sindicalistas revolucionarios, comunistas, trotskistas). En la actualidad, en el marco de una decadencia histórica irrevocable del peronismo y un ascenso de la izquierda, recuperar la historia del movimiento obrero y sus luchas por la construcción de una alternativa revolucionaria es también una apuesta al futuro.

20 de octubre de 2010, trabajadores ferroviarios, Barracas, Mariano Ferreyra. Son jalones de una extraordinaria historia de militancia, organización y lucha que ha protagonizado, desde hace más de un siglo, la clase trabajadora de nuestro país.



Martín López