Cultura

18/8/2020

Spotify: la canción sigue siendo la misma

Ganancias multimillonarias y una aparente "diversidad" que no es tal.

Un modo oblicuo para leer el estado de ánimo durante la pandemia podría pasar por el análisis de los consumos en las plataformas controladas por las corporaciones del streaming: desde series hasta temas musicales. Un reciente informe de Spotify revela que, entre el 5 de mayo y el 30 de julio, se crearon más de un millón de listas de reproducción de temas vinculados con el aislamiento. “En este tipo de playlists se encuentran canciones como Stuck With U de Ariana Grande y Justin Bieber, Bored In The House de Tyga and Curtis Roach, Be Kind (with Halsey) por Halsey y Marshmello, Lockdown de Anderson Paak y, del recién estrenado álbum de Taylor Swift, el track Exile con Bon Iver.” (Ámbito Financiero, 13/08). Un dato nada sorprendente. Menos todavía, que se hayan creado 127 mil playlist con la palabra “aburrimiento”. Al fin de cuenta se trata de matar el tiempo.

Para Spotify, en cambio, el tiempo pandémico valió oro. La compañía sueca -que monopoliza el mercado del streaming musical- superó los 50 mil millones de dólares en su cotización bursátil, sus títulos repuntaron un 97% durante los meses pandémicos y el número de usuarios ya está por encima de los 270 millones (la mitad de los cuales son suscriptores pagos). Estas cifras la colocan en los primeros lugares de las empresas digitales de origen europeo. El entusiasmo de los accionistas, según se informa, respondería por un lado a sus planes de expansión (acaba de desembarcar en 12 países de Europa del Este y en Rusia) y a su ingreso en el mercado del podcast. Por el otro, a la reciente renovación del acuerdo con Universal, el mayor sello discográfico del mundo (El Confidencial, 22/07). Más de la mitad de los ingresos de Spotify van a las discográficas en concepto de regalías. Con esta alianza, la start up sueca espera reducir tales costos.

Narrativas falaces

Pero en estos meses tan prósperos para la compañía hubo una oleada de protestas de músicos que abiertamente denunciaron los miserables derechos de autor que perciben por la reproducción de sus temas, una situación que se hace más crítica cuando por la pandemia vieron clausuradas sus posibilidades de organizar recitales. Spotify paga un euro de promedio por cada 229 escuchas, incluso menos que algunas de sus competidoras como Tidal (cada 80) o Apple Music (136). En 2019, el artista alemán Alex Leonard había calculado cuántas reproducciones necesitaría para comprar un café con leche: 1.015. Para un mes de alquiler en Berlín, 370.175.

El CEO de la compañía, Daniel Ek, calificó a esas críticas como de “falacia narrativa” (Music Ali, 3/07). Para Ek, los artistas deberían darse cuenta de que no pueden seguir haciendo música como en el pasado. Para eso, deberían “crear un compromiso continuo con sus fans”. Nada dice del modelo algorítmico que es tautológico: la música más escuchada es la que más se promueve en las recomendaciones, lo que refuerza la posición de los sellos y los artistas… más escuchados.

Con todo, el CEO de Spotify admite que “es bastante interesante que mientras el pastel general está creciendo, y cada vez más personas pueden participar en ese pastel, tendemos a centrarnos en un grupo muy limitado de artistas” (ídem).

El “pastel” es enorme para las discográficas, para la compañía y para un puñado de músicos estrella que produce los temas más populares (en 2014, solo el 2,5% de los músicos se repartió los ingresos por derechos). Para los demás artistas, solo quedan las migajas.

Como frutilla del postre: para las audiencias globales, bajo la apariencia de la mayor diversidad (se calcula que la start up almacena 35 millones de temas), la canción sigue siendo la misma.