Cultura

1/9/2020

Una historia de la prohibición: la militarización de la juventud con las drogas como excusa

El documental de Martín Rieznik y Juan Manuel Suppa Altman ya está disponible en la plataforma Cine.ar

El documental Una historia de la prohibición, dirigido por Martín Rieznik y Juan Manuel Suppa Altman, basado en el libro La prohibición, escrito por este último, está disponible desde el primero de septiembre en la plataforma Cine.ar de manera gratuita. Ya ha sido incluido en la selección oficial del BAFICI 2020, el 7° Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos de Colombia y el Indie For You Film Festival.  A través del relato de la historia personal de Eric Sepulveda, un cultivador que fue apresado por poseer una jeringa de aceite de cannabis, los directores nos invitan a preguntarnos las verdaderas razones de la prohibición de las drogas y a quiénes persigue el Estado bajo este régimen social.

¿A quiénes persigue la guerra contra las drogas?

La historia de Eric genera una bronca sensata para el espectador, dado que luego de ser parado en un control policial con una jeringa de aceite de cannabis medicinal, le allanan el domicilio encontrando dos frascos de aceite y un cogollo de marihuana. Por esto, es trasladado a un penal de máxima seguridad y podría ser condenado a quince años de prisión.  En uno de los grandes aciertos del documental, se registran las condiciones de vida humildes, propias de un trabajador como Eric y el imponente despliegue militarizado de la Fuerza Policial Antinarcotráfico de Córdoba que, a pesar de su nombre, se dedica a irrumpir violentamente en las casas de Eric y otros jóvenes y trabajadores completamente pacíficos y alejados de las redes criminales. Como señala uno de los periodistas de Córdoba entrevistados en el documental, en la última década se ha duplicado la presencia policial en esa provincia sin hacer bajar las tasas de delito. El entrevistado lo dice con todas las letras: las drogas son una justificación para la criminalización de los pobres, los trabajadores y los jóvenes.

 

El caso de Eric que retrata la película, no es la excepción en la Argentina: un informe de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires muestra las dimensiones espeluznantes que ha tomado la persecución policial contra la juventud con la excusa de la tenencia de drogas. Hubo un aumento, en 5 años, del 110% en las instrucciones judiciales vinculadas a la Ley de Estupefacientes, constituyendo una de cada cuatro causas abiertas en la provincia entre 2014 y 2018 (Página/12, 30/12/2019). La fiscalía 6 de Comodoro Py, encabezada por Federico Delgado, emitió el año pasado su informe anual sobre las causas que cursa, donde marca que 2018 fue el record en causas por la ley anti-droga. “De 503 causas penales que se iniciaron por todo tipo de delito federal en ese turno de agosto en la oficina de Delgado, el 92% fue por infracción a la ley de drogas (N°23.737). De todas ellas (465 casos) sólo 8 fueron elevadas a juicio oral. De las sustancias incautadas, el 95% fue cannabis. En ese turno se secuestraron 2.953,65 gramos de marihuana, lo que da un promedio de 9 gramos por persona detenida”(Infobae 30/3/2019). Toda una persecución policial, no contra el narcotráfico, sino para amedrentar y perseguir a la juventud y a la clase obrera.

El documental muestra, a su vez, la lucha de Mamá Cultiva, una de las organizaciones de madres que tienen hijos con autismo y otras condiciones médicas que se benefician de tratamientos con cannabis y fueron parte de la pelea por la ley de cannabis medicinal, en la que la banca del PO-FIT fue impulsora con un proyecto propio, superior al que eventualmente fue aprobado por el Congreso. Eric donaba el aceite que producía a casos clínicos que no disponían de vía legal para acceder a él y pagó esta solidaridad con su detención y una causa penal.

La historia de la prohibición

Otro gran acierto del documental (y el libro), es el recorrido por la imposición de la prohibición de las drogas como una política de disciplinamiento social interno e intervencionismo en el exterior de parte del imperialismo yanqui, desde el siglo XIX con la guerra del opio que sirvió para instalar la dominación imperialista de China y que continuó durante el siglo XX.  La película rescata una poco conocida ofensiva de EEUU sobre el gobierno de Lázaro Cárdenas en México, que había despenalizado el consumo pero retrocedió frente al bloqueo que impulsaron los yanquis como represalia. Puertas adentro de EEUU, esta política sirvió para perseguir y judicializar a sectores de la juventud y en particular a las minorías raciales negras y latinas. La “guerra contra las drogas”, proclamada por Nixon y Reagan y continuada por Clinton, vio la multiplicación exponencial de la población carcelaria… y del consumo de drogas duras.

A nivel internacional ha sido una plataforma privilegiada para entrelazar a los aparatos de seguridad yanquis (FBI, DEA, CIA) con los de decenas de países. Concluida la guerra fría, el supuesto combate al terrorismo y el narcotráfico son las dos grandes líneas del aparato diplomático-militar de EE.UU. El Plan Colombia, por ejemplo, ha significado una presencia militar yanqui de 20 años, con presupuestos millonarios. Nada de esto ha impedido que Colombia produzca un 70% de la cocaína que se consume en el mundo y que, entre 2016 y 2018 haya habido un récord de producción. Esta política tampoco ha impedido que EE.UU. sea el principal consumidor de drogas del planeta. Los años de acción policial común entre México y EE.UU. han visto el fortalecimiento del control territorial de los carteles narco sobre vastas regiones del primero, llevando a una descomposición social y a una violencia endémica absolutamente inhumana.

La llamada guerra contra las drogas ha llevado a un verdadero desastre humanitario y al mismo tiempo a un fortalecimiento de los carteles y a un entrelazamiento progresivo de estos con los estados, las fuerzas de seguridad, la justicia y el sistema financiero, mientras los niveles de consumo de drogas siguen creciendo.  El documental muestra el caso argentino como una expresión de cómo la prohibición de las drogas vino de la mano de un aumento en la represión de lxs trabajadores, mostrando de qué manera los diferentes regímenes represivos promovieron esta política. El dictador Juan Carlos Onganía, en 1969 instalando un régimen que le permitía a la policía encerrar en psiquiátricos a los usuarios de droga. En el 71, su sucesor, Alejandro Lanusse, adhiere a la Argentina al convenio sobre sustancias psicotrópicas en las Naciones Unidas, que extendía la política de Estados Unidos en el tema a nivel global. Por su parte, el tercer gobierno de Juan Domingo Perón, encargaba a José López Rega la elaboración de la ley 2.771 que permite penas de prisión por tenencia de drogas. Años después, bajo la dictadura militar de Videla, la Corte Suprema nombrada por la Junta Militar, profundiza ese curso con el fallo Colavini, en el cual un joven cumple una condena de prisión efectiva por la tenencia de dos cigarrillos de marihuana.

El documental muestra correctamente la política de Carlos Menem y Eduardo Duhalde como adalides de  la persecución a la juventud con la excusa de las drogas y de promoción de la agenda impulsada por Estados Unidos. Luego, hace un salto temporal para decir que la prohibición sigue… con Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Todo esto, claro, es cierto. Pero en el medio se priva de clarificar la situación bajo los doce años de gobierno del kirchnerismo, que llevó adelante un coqueteo con el reclamo de despenalizar o legalizar el consumo pero nunca avanzó concretamente. El fallo Arriola, de la corte presidida por Eugenio Zaffaroni, fue mostrado como un paso importante, ya que desestimaba el uso de los recursos del Estado para perseguir a consumidores. Sin embargo, la ley nunca fue modificada y las detenciones a consumidores continuaron bajo el gobierno K. Esta situación contradictoria solo es reflejada en el documental, como al pasar, en boca de un entrevistado.

La película tiene el mérito de abordar el problema de la prohibición de las drogas y la persecución a la juventud sin una apología del consumo de marihuana o de las drogas en general. Aborda la cuestión desde un punto de vista histórico, haciendo un aporte a desenmascarar el dispositivo represivo que funciona bajo esa cobertura.

El documental también es una justa reivindicación de organizaciones de familiares y miles de jóvenes que se movilizan año tras año en la Argentina contra la prohibición que le otorga al Estado un mayor poder punitivo sobre la juventud y la clase obrera.

Ninguna penalización judicial por el consumo de sustancias. Que se abran las cuentas de los bancos para investigar el narcotráfico y lavado de dinero. Que se traten las adicciones, tanto del alcoholismo como de la cocaína y sus derivados, en los hospitales públicos y en los programas de todas las obras sociales.