Cultura

4/2/2010|1116

Uribe ordena montar una red de inteligencia en Argentina

El gobierno de Uribe se ha lanzado a redoblar una campaña internacional por la conquista de “100 mil amigos” para su régimen narco-terrorista y paramilitar. El 7 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores, Jaime Bermúdez, reunió a todos sus embajadores para impartir la orden de impulsar, en todos los países, redes de inteligencia apoyadas en ciudadanos colombianos que viven en el exterior.

Desde aquel día, el gobierno colombiano se lanzó con todo, particularmente, sobre dos países: Argentina y Suecia. El 8 de enero, Alvaro García Jiménez, embajador colombiano en nuestro país, envió una carta a la “comunidad colombiana” solicitando informantes (ver facsímil en www.argenpress.info/2010/01/los-colombianos-en-el-extranjero-deben.html).

En la Argentina, la provocación uribista giró en torno a la realización de una proyección de “Farc, la insurgencia del siglo XXI” (La Nación, 6/1), en el marco de la sección internacional de la tercera Muestra de la Asociación de Documentalistas Argentinos (Doca).

Por esos días, Uribe gritaba por los medios colombianos: “¿Quién hace la filmación de las Farc? Y me dicen que por allá hay unos criminales argentinos que les ayudan con esos videos. Nosotros trabajamos con paciencia pero sin pausa a toda hora, a toda hora, para combatir esos criminales”.

En Suecia, sobre los refugiados políticos colombianos que poseen medios alternativos, señaló que “a todos, a todos tenemos que acabarlos” (http://box.net/shared/17x00g9o0i).

Sin embargo, días más tarde, la diplomacia colombiana, típicamente, comenzó a maniobrar. Tanto Bermúdez como Jiménez, declaraban a RCN que los “productores argentinos fueron engañados” o “que se trató de una función privada”. Falso. La respuesta pública de los documentalistas fue clara: “dentro de Doca las posturas sobre la Farc son diversas, pero respecto al gobierno de Uribe entendemos que es: represor, autoritario, que pretende la reelección eterna para garantizar la instalación de bases militares norteamericanas e incrementar así el poder de fuego imperialista contra los pueblos latinoamericanos” (www.docacine.com.ar).

El gobierno K no reaccionó del mismo modo al ataque uribista a la libertad de expresión y a las amenazas. Los K se acomodaron con acciones y omisiones. Rechazó ceder a Doca un cine del INCAA para una nueva proyección del film, que sirviera de repudio a la injerencia de Uribe y de reivindicación de la libertad de expresión, y no pronunció una palabra sobre el aliento del embajador a sus ciudadanos a constituir redes de inteligencia en su mismo territorio.

Luego de un reciente hallazgo, a sólo doscientos kilómetros de Bogotá, en La Macarena, de una fosa común con 2.000 cuerpos desmembrados, muertos y enterrados por los paramilitares y el ejército regular de la “seguridad democrática”, de los cuales varios serían parte de la “multitud de líderes sociales, campesinos y defensores comunitarios que desaparecieron sin dejar rastro” (Página/12, 29/1) es necesaria más que nunca la denuncia y la movilización de miles para parar a los masacradores pro-imperialistas en Colombia. En América Latina, para pararlos, nada podremos esperar de los “nacionales y populares”.