Educación

27/3/2018

12 años después, un balance crítico de la Educación Sexual Integral

La lucha por el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos es una bandera central del movimiento de mujeres trabajadoras. Hace 12 años, en el 2006, se sancionó la Ley de Educación sexual Integral 26.150. Sin lugar a dudas colocar en la agenda política nacional la necesidad de la educación sexual fue fruto de la lucha del movimiento de mujeres que se organiza de manera independiente en defensa de sus derechos. 


En una encuesta realizada hace pocos días salió a la luz que solo 2 de cada 10 estudiantes han tenido alguna vez educación sexual en sus escuelas (Perfil, 20/3), alarmante y en parte explicativo de que en nuestro país cada diez minutos una adolescente se convierta en mamá (Infobae, 24/3). 


El problema no está vinculado solamente al desarrollo o no de la ESI sino también a qué contenidos se desarrollan cuando un niño, niña o adolescente recibe educación sexual. 


Lobby clerical


En nuestro país medio millón de niños y adolescentes transcurren su escolaridad en establecimientos confesionales; en la escuela primaria uno de cada cinco alumnos asiste a escuelas con educación religiosa. En la actualidad la educación religiosa no solo se da en escuelas confesionales: en el interior de nuestro país siete provincias promueven de manera directa en sus legislaciones la enseñanza religiosa en escuelas de gestión estatal, el ejemplo más claro es Salta. 


No es un dato menor que se haya dejado correr en la Ley ESI que “cada comunidad educativa incluirá (…) la adaptación de las propuestas a su realidad sociocultural, en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros” (Ley 26.150, 2006: art. 5º).


Esta adaptación fue un paso central en los acuerdos con el clero de los K, dejando afuera el carácter laico y científico imprescindible de la educación sexual.


Contenidos


Luego de la sanción de la Ley, la feminista K Morgade, estuvo a cargo de la realización del programa desde nivel inicial hasta la formación terciaria sobre qué contenidos debían trabajarse. Esto se realizó con la participación del clero como actor central y dejando a las comunidades educativas fuera del debate. Así se abrió la puerta a sacar de los contenidos de la ESI a una serie de aspectos centrales, otorgándole características solo biologicistas y fuertemente heteronormativas. 


En el programa actual de la ESI se dejó afuera la construcción de la identidad de género y la diversidad sexual, invisibilizando las identidades heterodisidentes. Además soslaya la temática del aborto como si los estudiantes de nuestras escuelas fueran ajenos a los vejámenes que sufren las mujeres en los barrios por abortos clandestinos.


Por otro lado se basa en una lógica no solo binaria, sino fuertemente moralista, asentada en el mejor de los casos solo en métodos anticonceptivos y la reproducción como planificación familiar, jamás pensando desde el derecho a decidir, la violencia de género, y mucho menos en el placer.


En los 12 años de ley de educación sexual integral, ni el kirchnerismo ni ahora el macrismo, desarrolló ningún tipo de política para que la educación sexual se lleve a cabo en las aulas, existe una ausencia total de materiales didácticos, y lineamientos institucionales que permita poner en práctica la educación sexual, dejando solo al docente en esta tarea, que debe desarrollar ESI mientras en las escuelas se siguen imponiendo códigos de vestimenta, y ritos escolares cargados de binarismos como la formación de filas por sexo.


Los docentes que abordan la educación sexual lo hacen sin ningún tipo de acompañamiento debido a la escasez absoluta de equipos de orientación escolar. Por otro lado, no hubo ningún tipo de capacitación en servicio para el conjunto de los docentes sobre la temática, e incluso las capacitaciones que pueden hacerse son fuera del horario laboral y en su mayoría son pagas. 


Desafíos


Es necesario el nombramiento de equipos de orientación escolar, contemplados en estatuto y hoy vaciados, que incluso puedan formarse en temáticas referidas a la mujer. Necesitamos luchar por presupuesto, talleres, espacios curriculares y cargos docentes. 


El movimiento de mujeres tiene el desafío de conquistar la separación definitiva de la iglesia del Estado, y la implementación de una educación sexual científica y laica, que eche por tierra las características moralistas, biologicistas y heteronormativas, y permita pensar desde una perspectiva crítica la dimensión política de las relaciones sexo-afectivas dominadas por este sistema capitalista y patriarcal que en su etapa de declinación descarga día a día con más fuerza su explotación y dominación.