La gran lucha del Moreno en defensa de la educación

“No es un accidente, es negli­gencia”, reconoció el secretario de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Daniel Filmus, ante la reu­nión abierta en la Legislatura frente a la Comisión de Educación.


Decenas de estudiantes con bombos y carteles se ubicaron en la puerta. Una representativa de­legación de padres, docentes, miembros de Cooperadora y del Centro de Estudiantes del Moreno exigió el reinicio inmediato de las clases luego del desastre ocurrido en el patio del colegio, cuando tres chicas cayeron a un pozo de 3 me­tros.


Filmus trató de calmar los áni­mos al anunciar que ya estaba el edificio de la Universidad Católica y que pagarían los viáticos y/o pon­drían micros para el traslado.


Pero la exigencia era clara: “No confiamos, queremos un com­promiso por escrito y una comisión que controle que se cumpla. Que­remos que en marzo del 2001 el edificio esté totalmente reparado. Que se entreguen las becas nece­sarias. Queremos un comedor en el colegio. Y la recuperación total del edificio que se comparte con el pro­fesorado Joaquín V. González, des­de la época de la dictadura, por ser el Moreno ‘muy contestatario’.


Todo lo reclamado finalmente se obtuvo. Y se firmó un acta com­promiso: 730.000 pesos de presu­puesto ya, y más si fuera necesario para poner totalmente en condicio­nes el Moreno para marzo próxi­mo. 130 becas. Transporte en la es­cuela y/o fichas de subte. Comedor o viandas. Y nuevo edificio para el Joaquín V. González para el 2002.


Las autoridades municipales trataron de atajarse ante el venda­val de denuncias: el hundimiento del patio se produjo en un “lugar reparado” hace un año, por la em­presa Coisa, habiendo alertado personal del Moreno de “que no embaldosaran porque abajo estaba hueco”. Se había asignado una partida de un millón de pesos, con lo cual se reconoció la necesidad de arreglos urgentes. Pero Infraes­tructura Escolar nunca hizo las li­citaciones. El millón pasó “a ejerci­cio vencido”. El cartel de anuncio colocado en el frente del edificio desapareció. Sólo hubo tres adjudi­caciones directas (desagües, te­chos y electricidad). Los resultados están a la vista: un pozo casi se co­bra la vida de 3 adolescentes; cuando llueve fuerte el Colegio se inunda y las clases se suspenden.


La dirección y la Cooperadora venían advirtiendo sobre el estado del edificio histórico: riesgos por desprendimientos de mampostería, aulas clausuradas, una comi­sa que cayó al posarse una palo­ma, etc. Los encargados de dar respuesta -Grasioni, Cattáneo, Del Aguila y otros- nunca la die­ron. Los subsidios que llegan por año son de no más de 30.000 pesos por todo concepto (mantenimiento, material didáctico, etcétera).


Filmus planteó que se habían iniciado distintos sumarios y or­denado al procurador juzgar a los responsables de la gestión ante­rior.


Pero un pedido de informes presentado por Altamira (PO) pu­so en claro lo que se intentaba ocultar: en el proyecto de presu­puesto enviado hace 2 semanas a Legislatura, el monto para In­fraestructura Escolar desciende de 39,5 a 18 millones. Eso cuando ellos mismos reconocen que el 90% de los colegios capitalinos están co­mo el Moreno.


La movilización destapó las mentiras aliancistas a lo largo de tres mandatos: De la Rúa, Olivera y ahora Ibarra.


Lo conseguido fue producto de la lucha y las asambleas masivas. Apenas se produjo el ‘accidente’ los estudiantes hicieron asamblea y cortaron la avenida Rivadavia. Pa­dres, Cooperadora y estudiantes se autoconvocaron de urgencia el fin de semana y se logró organizar una presencia masiva en la Legis­latura a pesar de que no había cla­ses. Primero fueron 150 estudian­tes, luego 400. Se resuelve la movi­lización permanente hasta lograr los reclamos. Ahora se trata de re­forzar la organización, para volver a movilizarse si el acta-acuerdo es burlado.


El Moreno es una radiografía de la educación pública en la Capi­tal. Los docentes cobran salarios de hambre; muchos alumnos se desmayan en las aulas por no co­mer, o abandonan por no tener dinero para viajar; los edificios se caen. La Cooperadora del Moreno venía entregando viáticos y sándwiches para evitar la deserción, mientras reclamaba por becas ali­mentarias para todos los que las necesitaran (superando incluso las condiciones discriminatorias re­queridas por Educación: no a los extranjeros, etcétera).


El presupuesto miserable y los negociados vía adjudicaciones di­rectas son parte de un mecanismo de destrucción de la escuela media a la que quieren convertir en EGBs y polimodales con padrinazgo empresario (para que le pro­vean luego de mano de obra semigratuita a través de las pasantías obligatorias).


El triunfo del Moreno es un pa­so. Evidencia que se puede enterrar estos proyectos privatistas y antie­ducativos. Hay que reclamar por aumento del presupuesto para ga­rantizar la refacción de todos los edificios escolares, para que la ju­ventud se forme con campos de de­porte y comedores gratuitos, con be­cas para todos los que la necesiten y con comisiones de control de la co­munidad educativa que impidan la corrupción en todos los niveles.


Es necesario organizar asam­bleas y una Coordinadora interescuelas para impulsar una movilización de conjunto sobre el Gobier­no de la Ciudad. Cárcel a los fun­cionarios responsables de robar y poner en riesgo la vida de nuestros jóvenes y docentes. Que se termine con el plan de inversiones en obras faraónicas dirigidas a una ciudad para los explotadores y financistas.


Esta lucha por el presupuesto será la mejor forma de impedir que avance la ley privatista que el gobierno tiene en carpeta.