Levantamiento estudiantil en la Ciudad de Buenos Aires

Esta semana el movimiento estudiantil secundario se ha puesto de pie, ocupando más de 10 colegios. Las medidas fueron cuidadosamente elaboradas por el activismo, que durante varias semanas reunió al conjunto de los secundarios de la Capital, con la presencia de más de 25 colegios, para proceder a las tomas y a los cortes de calle.


El plan de lucha de los colegios cobró mayor vigor cuando se derrumbó el piso en el colegio Mariano Moreno, en pleno dictado de clases. Estos sucesos mostraron la necesidad de enfrentar la destrucción premeditada de los colegios llevada a cabo por el Gobierno de la Ciudad. Al mismo tiempo, la movilización del Moreno, que conquistó la mayoría de sus reclamos, sirvió para crear el ambiente de lucha de los estudiantes. Si el Moreno pudo, todos los colegios juntos podemos parar la ley, pensaron los estudiantes. Y con razón.


Plan de lucha


Resolvimos, entonces, salir a la calle. El miércoles 1, una delegación de colegios se entrevistó con el secretario de Educación de la Ciudad. En la reunión, denunciamos el estado catastrófico de los colegios, la reducción del presupuesto destinado a infraestructura y el intento de aprobar la reforma educativa. Los funcionarios oficiales fueron incapaces de responder a los reclamos estudiantiles y dijeron que la ley educativa iba a ser ‘consensuada’, lo que fue rechazado por los estudiantes.


Ese mismo día comenzó la toma del Mariano Acosta, que se impuso a pesar de que las autoridades del colegio amenazaron con pasar las faltas y aplicar sanciones disciplinarias. La ocupación llegó a tal punto de radicalización que los estudiantes hicieron barricadas para asegurar que no se dictaran clases. Los estudiantes se encadenaron para evitar la maniobra de las autoridades de dictar clases y derrotar la toma.


El día jueves, tal como se había resuelto, se tomaron los principales colegios de la Capital. En el Nacional Buenos Aires, una asamblea de 800 estudiantes decidió tomar el colegio hasta el otro día, manteniéndose más de 100 estudiantes durante la noche y organizando distintas comisiones y charlas-debate, a las que concurrieron Pablo Rieznik y Pablo Heller, dirigentes del Partido Obrero, para denunciar la destrucción educativa llevada a cabo por la Alianza y las maniobras de “consenso” destinadas a coptar a los centros combativos, señalando ademas el carácter capitalista de la política en curso, como lo demuestra el presupuesto del 2001, hecho a la medida de los patrones.


Las tomas se extendieron a los principales colegios de la Capital: el Fader, el Cerámicas, el Avellaneda, el Otto Krausse y el Saavedra, se ocuparon con gran participación estudiantil, manteniéndose las tomas también durante la noche, a pesar de la resistencia de las autoridades. El movimiento no paró ahí pues también se hicieron una serie de cortes de calle: los estudiantes del Moreno en Rivadavia y Mario Bravo, el Nacional 17 y otros colegios de Caballito en Acoyte y Rivadavia, y el Normal 1 en Córdoba y Uriburu.


Luego de las tomas, los activistas que la protagonizaron se reunieron en el Moreno el viernes 3, con la presencia de centros de mas de 20 colegios, y se decidió convocar para este miércoles 8 a una gran movilización de Congreso a la Secretaría de Educación, para reclamar el arreglo de nuestros colegios, el aumento del presupuesto educativo y la derogación de la Ley Federal.


Perspectivas


Las tomas, las ocupaciones y los cortes volvieron a mostrar, hacia fin de año, a los estudiantes en la calle. También los docentes, unas semanas atrás salieron a reclamar que no se apruebe la ley educativa. Esto ha servido para desenmascarar la perfidia del gobierno aliancista, que mediante la destrucción de la escuela pública, prepara las bases para su completa privatización, al servicio de la cual quiere sacar la ley de educación.


Los estudiantes, junto a los docentes y padres, deben elaborar su propio programa para imponérselo al gobierno mediante la movilización. Frente a las maniobras de la Alianza, que busca coquetear con una reforma ‘progresista’, hay que reclamar la defensa de la actual estructura escolar de la escuela primaria y secundaria y la validez de sus títulos. Así se enfrenta el objetivo de la Ley Federal que pasa por destruir la secundaria.


La movilización debe plantear el aumento del presupuesto para incrementar el salario de los docentes y llevarlo a un básico de 700 pesos, para la reparación de todos los colegios, para aplicar un plan de 10.000 becas que permitan evitar la enorme deserción escolar que produce la desocupación, y para la instalación de comedores para alimentar a la juventud estudiantil, ya que una gran parte se encuentra por debajo de los niveles de pobreza.


Pero los funcionarios estatales se han mostrado incompetentes para evitar el derrumbe educativo. Es más, ellos son los responsables. El presupuesto destinado a la reparación de colegios ha sido dilapidado en maniobras fraudulentas. Por eso los estudiantes, junto a la docencia y los padres, deben reclamar el control de los fondos y la soberanía para decidir sobre los contenidos educativos de los colegios. Es necesario plasmar este programa mediante la profundización de un plan de lucha conjunto del movimiento estudiantil-docente y colocarse como factor dirigente de la educación.