Estudiantiles

14/11/1996|519

Los secundarios de Zona Oeste

Más de 30 secundarios, pertenecien­tes a 10 colegios de la zona Oeste, parti­ciparon del Congreso de la Coordinado­ra. Veinte de ellos eran delegados mandatados por estudiantes, como expre­sión del verdadero proceso que se gestó con el Congreso, incluyendo a más de 100 estudiantes como participantes de la deliberación previa.


En la convocatoria se expresaron diferentes sectores. Se pudieron dis­tinguir a los que se incorporan con este Congreso a la lucha por la organi­zación independiente de los secunda­rios, y los que lo vienen haciendo desde hace tiempo.


En el sector ‘nuevo’ están estudian­tes como los del Echegaray (Ciudad Evi­ta), que eligieron a 3 delegados. Para ellos, el Congreso sirvió para potenciar la organización en su propio colegio, es de­cir, contribuyó en una parte sustancial a la campaña por la formación del centro de estudiantes. Además, su participación les permitió clarificar ideas y salir a lu­char con el resto del movimiento estu­diantil. En este sentido, Gabriel (delega­do del Echegaray) nos dijo que “el objeti­vo es difundir lo que se discutió e intervenir con todo en la movilización convocada para el 29”.


No menos importante fue la inter­vención de los secundarios del Esteban Echeverría (Ramos Mejía), que partici­paron con 11 delegados. Su presencia es un triunfo del carácter abierto y democrático de este Congreso, ya que el cole­gio no forma parte de la Coordinadora.


El Echeverría, por un lado, y el Eche­garay, por el otro, representan gráfica­mente y de dos maneras diferentes, que es posible a partir de iniciativas real­mente abiertas y democráticas, contri­buir a la organización independiente y masiva de los estudiantes secundarios.


era para tirar abajo al menemismo.


Es con esta política que la UJS conquis­tó una secretaría del Centro de Estudian­tes. Este importante logro político es tam­bién parte de la movilización por el Congre­so de la UJS, que entre los comités de base de Filo y el CBC nucleó a unos 25 compañe­ros.