Estudiantiles

18/12/1997|569

Qué hacer frente al régimen de faltas

A principios de noviembre, una estudiante quedó libre por haber llegado a las 43 inasistencias. El hecho provocó un amplio debate, porque el PTS, corriente a la que pertenece la compañera, trató de hacer creer que se estaba en presencia de un caso de persecución ideológica y “abuso de autoridad”, un despropósito por las características democráticas del cuerpo docente.


La UJS planteó la reincorporación de ésta y otros compañeros afectados en función de una consideración de conjunto. El régimen de inasistencias es una especie de código militar que está más allá de la buena voluntad que los docentes puedan tener para solucionar un hecho como el que originó el conflicto. Las exigencias en materia de faltas, como todo el arsenal disciplinario, está concebido en función de un régimen de control social del estudiantado y no de preservación de su aprendizaje. Constituyen ‘normas’ dictadas por funcionarios al servicio de la estructura totalitaria de la educación y de ningún modo consultan la opinión de los verdaderos interesados.


La legislación actual, además de ser discrecional, no toma en cuenta la situación social en que viven los alumnos, más aún, como en este caso, los del turno noche, que en su mayoría trabajan. Esta realidad ha proliferado con la creciente miseria y coloca a los regímenes de inasistencias como verdaderos eufemismos, ya que los mismos que presentan estas disposiciones como ‘ordenadores’ de la vida social son los autores de la catástrofe social que se expresa en la desocupación y la deserción escolar en masa.


Las amonestaciones son el extremo de este régimen autoritario, que se expresa de mil modos en los colegios. La propia actividad de los Centros de Estudiantes depende de estatutos que no están hechos por los estudiantes, así como también su posibilidad de reforma está sujeta a la aprobación de las autoridades del colegio.


En base a esta caracterización, la UJS llamó a elaborar, mediante asambleas de docentes y estudiantes, un régimen de convivencia y a elegir un cuerpo de representantes responsable de su ejecución.


Un párrafo final sobre el PTS. Esta organización se ha vuelto a disolver, esta vez detrás de los “comités contra la represión”. La posición de ‘perseguida ideológica’ con que quisieron embanderar a la compañera fue un invento para promocionar a los ‘comités’, que realizan una actividad divisionista y paralela respecto a los Centros. El ex PTS, hoy ‘comités…’, además de faltar a todo principio de democracia durante el año, boicoteó al Centro y llegó a patotear a los activistas que, en abrumadora mayoría, rechazaron la política descompuesta de esta corriente.