Historia

24/1/2013|1255

El gobierno “nacional y popular” y la Asamblea del año XIII

El decreto del gobierno convertido en ley declara al 2013 "Año del Bicentenario de la Asamblea General Constituyente", a la que considera "hito trascendental de nuestra historia no solo por el rol soberano asumido por quienes la presidieron sino por su representatividad", lo que, referido a una asamblea que soslayó declarar la independencia y fundar la republica, anuló en los hechos las disposiciones radicales que había votado y, en materia de representación, expulsó a los únicos seis diputados que eran producto de una deliberación popular y creó las condiciones para extender la proscripción a Paraguay es, cuidando las palabras, una impostura.


Los considerandos fueron votados por la totalidad de las fuerzas políticas representadas en el Congreso – desde Pro a Proyecto Sur. La reivindicación política de la Asamblea es, por lo tanto, cuestión de estado. Un juicio que comparte la historiografía liberal, la corriente moderna de investigación histórica, el socialismo desde Justo para adelante y la corriente que se presenta a sí misma como nacional y popular, además de la izquierda (1).


La guerra y la diplomacia


Entre 1808 – inicio de la revolución española – y 1815 – derrota y retiro definitivo de Napoleón – el comercio inglés con América Latina fue la principal fuente de ingresos para el sostenimiento de la guerra contra Francia. En términos de táctica la política inglesa se ciñó, durante el período de las guerras napoleónicas, a una propuesta hecha el 11 de mayo de 1811 al Consejo de Regencia de España: erigir al Reino Unido como mediador entre los rebeldes de las colonias y España, cese de hostilidades, amnistía para los insurgentes, confirmación de todas las concesiones hasta entonces otorgadas por España y, no por último, libre comercio reservando cierta preferencia para los productos españoles. La propuesta de mediar entre los contendientes dejaba en un limbo los planteos de independencia y sugería a la vez, algún nivel de autodeterminación para América Latina sin romper con España.


La política británica durante este periodo estuvo centralmente vinculada a estos objetivos pero debió actuar en el escenario gigantesco del período de revolución democrática abierto por las revoluciones en Francia y Estados Unidos. Un aspecto de su política fue la oposición a que la rebelión de las colonias españolas se tiñera de lo que en ese tiempo se llamó el jacobinismo y desenvolviera una conciencia nacional.


La contrarrevolución porteña El 20 de junio de 1811 el Ejército del Norte enviado por la Primera Junta fue derrotado en Guaqui y culminó catastróficamente la primera expedición patriota al Alto Perú. Tres meses después, luego de una intensa agitación política llevada adelante por la burguesía comercial porteña y la diplomacia británica, un Cabildo Abierto – de marco multitudinario pero de votación rigurosamente confiada a los vecinos calificados – eligió al Primer Triunvirato.


Este tuvo como figura descollante a quien fuera su secretario de guerra, Bernardino Rivadavia, y acometió una agenda dictada por los comerciantes, la diplomática británica y, en un segundo orden, los estancieros. Derogó el régimen de los estancos (monopolio en manos del estado) con lo que quedó libre la venta en particular del tabaco – dañando profundamente la relación económica con Paraguay por doble vía, porque a la vez hizo instalar una aduana en Corrientes. Dispuso una tasa mucho más moderada de derechos de importación y sancionó una de las medidas más reclamadas por los comerciantes británicos: suprimió la exigencia de un intermediario nacional para el comercio exterior, otorgando libertad plena a sus operadores para comprar, vender y embarcar. Anuló la ordenanza de la Junta Grande que impedía la introducción de mercancías al interior por medio de comerciantes extranjeros.


En una de sus últimas acciones, el Triunvirato declaró libre de todo gravamen la exportación de carne, favoreciendo a los estancieros dueños de los saladeros y a sabiendas de la carestía y escasez que podía significar para un producto esencial en la canasta alimentaria de entonces. El Triunvirato avanzó, sin embargo, todavía más en este rumbo, disponiendo un gravamen aproximado del 20 % sobre su consumo en el país.


Insurrección y entrega


En febrero de 1811 había estallado la insurrección de la campaña de la Banda Oriental, en un todo de acuerdo con lo previsto en el "Plan de Operaciones" de Mariano Moreno, un alzamiento cuyo objetivo inmediato era abatir el centro de la resistencia española erigido en Montevideo – que había declarado la guerra a la Revolución de Mayo, bloqueado el puerto de Buenos Aires y establecido un dominio absoluto sobre los ríos circundantes.


Esta lucha fue apuñalada por el Primer Triunvirato casi al momento de asumir. El 20 de octubre de 1811, sus representantes firmaron con los del Virrey Elio, asentado en Montevideo, la entrega de una guerra que estaba siendo ganada por las milicias patriotas. El acuerdo, bajo la inspiración del embajador inglés en Brasil, estableció el reconocimiento de la unidad de la nación española con sus colonias y de Fernando VII como rey, el compromiso de auxiliar a España en la guerra contra Napoleón, el retiro de las tropas de Buenos Aires de la Banda Oriental y Entre Ríos, su relevo por las fuerzas españolas y el retiro de las tropas portuguesas. No menor para la diplomacia británica, se estableció el levantamiento del bloqueo y el restablecimiento de las comunicaciones y comercio por tierra y mar entre Buenos Aires y Montevideo.


Una decisión de esta magnitud estuvo acompañada en todo el período previo y posterior por la regimentación de las milicias surgidas luego de la resistencia contra las invasiones inglesas, en nombre de un ejército "profesional", cuyo hecho histórico más conocido es la represión del llamado Motín de las Trenzas. ¿"Soberanía"? La "Asamblea del año XIII" fue convocada por el llamado Segundo Triunvirato frente al colapso del primero, con el propósito de forjar una "unión nacional" de la oligarquía porteña con las oligarquías provinciales, bajo el protectorado de la diplomacia británica.


Una clarificación sobre la supuesta "soberanía" de la "Asamblea del año XIII" lo da la comunicación del Segundo Triunvirato al ministro británico en Río de Janeiro: "este gobierno no quiere prevenir el juicio de la Asamblea Constituyente, pero se atreve a anticipar a Usted el seguro concepto de que la independencia de estas provincias no será nominal", es decir, "no será" (2).


Era lo que antes había reclamado el embajador inglés para preservar la alianza de Inglaterra con España contra Napoleón. Cuando el Triunvirato dio "seguridades" sobre este punto se basaba en que la "elección" de los diputados había sido ferozmente regimentada y en la proscripción, previamente concertada, de quienes no se atuvieran al "pacto".


La designación de los representantes a la "Asamblea…" quedó en manos de los "notables", es decir de las oligarquías de cada provincia. En el caso de la Banda Oriental, en cambio, el envío de los diputados estuvo precedido por una compulsa popular exhaustiva para la época: veintitrés pueblos eligieron a sus representantes y durante varias jornadas estudiaron los puntos que deberían presentar a la Asamblea General.


Llegados a la Asamblea esta resolvió, en sesión secreta, oponerse a su incorporación, una maniobra que tuvo por protagonistas a los diputados de la Logia Lautaro, con el rol eminente de Alvear. Al mismo tiempo el gobierno de Buenos Aires lanzó una represión salvaje contra el movimiento liderado por Artigas.


El Segundo Triunvirato había impuesto un derecho de tres pesos por arroba ingresada de tabaco, un ataque directo a las exportaciones de Paraguay, provincia que decidió no enviar sus diputados a la Asamblea (a la que además no habían sido convocados) adoptar escudo y bandera propios y declararse república independiente. Fue la primera provincia en separarse formalmente del territorio que constituía el antiguo Virreinato


Las "Instrucciones" a la Asamblea del año XIII


La denominada Provincia Oriental envió seis diputados. La sola lectura de las Instrucciones, aprobadas el 5 de abril de 1813 permite caracterizar la distancia abismal con el resto de representaciones – salvo la de Potosí. Se plantea allí la independencia absoluta, la creación de una Confederación basada en el pacto recíproco entre las provincias, en el que cada provincia retiene soberanía, libertad e independencia y retiene todo poder que no sea delegado expresamente. Los orientales proclaman la libertad de conciencia, la libertad civil y religiosa "en toda su extensión imaginable".


Toman posición frente al intento de convertir la Aduana y el Puerto de Buenos Aires en instrumento de sujeción de los pueblos, oponiéndole la habilitación de los puertos de Maldonado y Colonia (y Montevideo, llegado el caso) para que "todos los buques concurran a la introducción de efectos y exportación de frutos".


Las Instrucciones plantean la eliminación de todo tipo de vallas y aduanas dentro del conjunto de las Provincias Unidas y proponen la constitución de una República basada en la división de los tres poderes. Plantean cláusulas especiales en una futura Constitución que defienden el principio de la población en armas, un poder ejecutivo compuesto de "un presidente que ejercerá u oficio durante el término de dos años, sin que por ningún motivo o causa sea reelegido".


La verdad sobre la Asamblea del año XIII


¿Qué resolvió en términos efectivos la Asamblea del año XIII? En primerísimo lugar, mantuvo sin variantes la profunda reorganización económica dictada por el Primer Triunvirato. Se adoptó bandera, moneda, escudo e himno, se suprimieron los títulos nobiliarios pero el régimen colonial virado hacia la metrópoli inglesa no varió en absoluto. Peor aún. En julio de 1813 dispuso levantar un empréstito forzoso de 500.000 pesos a un año de plazo afectándose las rentas generales y las contribuciones extraordinarias.


Cada prestamista recibía un pagaré que podía utilizar para cancelar deudas con el Estado y luego impuestos. Antes del fin de ese año se les dio a aquellos pagarés el carácter de moneda para cancelación de derechos de aduana, quienquiera sea que los presentara. Años más tarde (1826), el Congreso General convocado entonces dispuso la consolidación de toda la deuda interna contraída hasta el 31 de enero de 1820 y que la Nación se hiciera cargo de la misma (los acreedores eran, en su mayor parte, británicos).


Para este fin se dispuso hipotecar a favor de los acreedores todas las tierras públicas, declarándose que todas las existentes en la República pertenecían a la Nación y no a las provincias. Poco tiempo después se sancionó la ley de enfiteusis nacional, siguiendo el modelo de la establecida en la Provincia de Buenos Aires, y se agudizó el proceso de concentración de la tierra.


Se dice que la Asamblea declaró la libertad de vientres acabando con la esclavitud. En realidad la resolución de la Asamblea fue luego "reglamentada" estableciendo que los niños esclavos quedarían bajo dominio de sus patrones hasta los 20 años, y liberados preferencialmente para integrar los ejércitos liberadores – sólo la constitución del Ejército de los Andes significó la convocatoria de 10.000 negros.


El 4 de febrero la Asamblea votó una resolución cuasi revolucionaria para la época, según la cual todos los esclavos que acudieran de países extranjeros quedarían libres por el solo hecho de pisar territorio de las Provincias Unidas. Ante la reacción inmediata de la Corte de Portugal en Brasil, apoyada por Gran Bretaña, previendo que los esclavos negros de la mayor economía esclavista de América Latina escaparían en masa a través de la frontera, la Asamblea dio marcha atrás disponiendo que sólo podrían ser libres los que ingresaran para ser vendidos como esclavos.


La Asamblea sí resolvió la eliminación de la mita, las encomiendas, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios bajo todo concepto lo que creó un precedente para la emancipación de habitantes sometidos a la esclavitud de hecho bajo estas modalidades en las Provincias Unidas, aunque tenían a esta altura un alcance limitado en relación al siglo XVIII y al Alto Perú, en disputa.


Tres años después, en el Congreso de Tucumán van a declarar la independencia las mismas fuerzas políticas que se opusieron en la Asamblea del año XIII. Derrotado Napoleón, la diplomacia británica había dejado atrás su alianza con España y quería usufructuar sin intermediarios su dominio sobre el Río de la Plata. El Congreso no será expresión de soberanía popular alguna por su propia composición – son excluidos la Banda Oriental, el Litoral y Córdoba, y porque detrás de la declaración de la Independencia se organiza la guerra a muerte contra el movimiento democrático y agrarista liderado por Artigas. El nuevo Director Supremo, Pueyrredón, entregará la Banda Oriental a los portugueses, que derrotarán a los patriotas orientales en una guerra de tres años.


Es esta derrota la que sanciona la secesión de la Banda Oriental, bajo directa inspiración inglesa y contra el planteo de un estado federal unido que Artigas va a defender hasta el momento de su muerte. Reivindicar la Asamblea del Año XIII es reivindicar a los enterradores de la Revolución.


 


(1) El PC adscribió, durante la mayor parte de su trayectoria, a la interpretación liberal y Nahuel Moreno no la menciona en su texto clásico y único – Método de Interpretación de la Historia Argentina, Ediciones Pluma, Buenos Aires, 1975,- aunque el MAS, luego de su muerte, hizo una encendida defensa de la Asamblea que extendió al Congreso de Tucumán: "Fue la Logia Lautaro la que dirigió el derrocamiento del Primer Triunvirato, acusado de moderado¸ la que inspiró la Asamblea de 1813, donde se abolió la esclavitud y se adoptaron la bandera, el himno, la escarapela, el escudo y la moneda propia. Y fue también la que presionó en el Congreso de Tucumán de 1816 para que se declare la independencia, derrotando así a los sectores moderados y vacilantes que especulaban con un acuerdo con España u otra potencia extranjera" (Solidaridad Socialista, junio 1991).


(2) Giannello, Leoncio, Historia del Congreso de Tucumán, Editorial Troquel, Buenos Aires, 1968.