Historia

9/6/2005|903

La autoconvocatoria más grande de la historia nacional

El Pacto Social impulsado por Cámpora, Perón y la burocracia de la CGT (con el aval de la JP Montoneros), en 1973, había impuesto, a los trabajadores, una postergación de los reclamos salariales y de la recuperación de conquistas laborales arrebatadas desde la Libertadora de 1955. Se postergaron las paritarias por dos años. En esos dos años tenía que haber un congelamiento de precios y salarios. Tomando como base junio de 1973, los trabajadores habían perdido un “20,3% de salario real”. En marzo de 1975 comienzan a reunirse las paritarias de las diferentes industrias para salir del ‘pacto social’, o sea en el interés de producir una ‘desregulación’ de la economía. La burguesía reclamaba una salida de los controles de precios para iniciar un proceso de inflación y licuar las deudas de la clase capitalista con la banca estatal. Para las paritarias, el gobierno pretendía imponer un tope del 38% de aumento salarial. Celestino Rodrigo había sido informado en mayo de su designación, pero planteó postergarla para que el ministro saliente, Gómez Morales, terminara de aprobar las paritarias.


Finalmente, cuando asumió, con varias paritarias que habían firmado en torno a los topes, Rodrigo decretó una devaluación que llevó el dólar de 15 a 30 pesos (100% de aumento) y un aumento de los precios del combustible y de las tarifas de los servicios públicos entre 100% y 200%. A este atropello se lo llamó el “Rodrigazo”.


La reacción obrera no se hizo esperar: el 6 de junio, comenzó una huelga activa de la Ford de Pacheco y de Fiat de Sauce Viejo (Santa Fe). Se inició un proceso de luchas que se transformó en una huelga general, que no fue declarada por la burocracia cegetista. Durante un mes la huelga se fue abriendo camino fábrica por fábrica, gremio por gremio, ciudad por ciudad, provincia por provincia. Extendiendo los paros, las ocupaciones de fábrica, las marchas, los cortes de ruta, hasta convertirse en la mayor huelga política de masas de la historia argentina. Era la primera vez que se producía una huelga general contra un gobierno peronista.


Se forman Coordinadoras Interfabriles entre las fábricas no dirigidas por la burocracia que van centralizando y coordinando zonalmente las movilizaciones. El gobierno se asus ta y plantea aumentar los topes salariales al 45%, pero la movilización no se detiene. La UOM firma un convenio por el 150% (que absorbe aumentos anteriores), lo que significa un fuerte golpe al ‘Rodrigazo’, pero sale simultáneamente en defensa del “gobierno popular” de Isabelita, tratando de cerrar la crisis. Pero ésta no se cierra, porque la camarilla decide anular las paritarias. Ante esto, la CGT se ve obligada a convocar a un paro general el 27 de junio, con concentración en la Plaza de Mayo. La multitud (más de 250 mil trabajadores), no se limita al reclamo salarial: plantea la renuncia de Rodrigo y López Rega. La burocracia, sin nada en sus manos, llama a desconcentrar. Pero al día siguiente, cuando Isabel ratifica su decisión, las huelgas se profundizan y extienden (La Plata, Bancarios, etc.). Muchas columnas obreras convergen tanto sobre la CGT Nacional, como sobre las Regionales, para exigir la declaración oficial de huelga general. Obligada por toda la situación, la CGT declara el paro general el 7 y 8 de julio, incluyendo esta vez al transporte, en un intento desesperado de impedir una multitudinaria manifestación a la Plaza de Mayo, centro del poder político. El gobierno se paralizó. La salida la van a marcar las Fuerzas Armadas, en contubernio con la burocracia sindical; a fin de sacar a los obreros de las calles, se homologan los convenios firmados, López Rega es obligado a renunciar y es puesto sobre un avión.


La quiebra del gobierno había reabierto una situación revolucionaria. La burguesía comienza a preparar la salida golpista, que se dará el 24 de marzo de 1976. Apelará a todos sus recursos políticos (frente popular, demagogia constitucionalista, etc.) para engañar a los trabajadores y desmovilizarlos políticamente, mientras prepara la salida contrarrevolucionaria violenta.


La huelga general de junio-julio de 1975 derrotó al “Rodrigazo”. Destrozó el ‘ajuste’ y elevó el poder adquisitivo del salario a un  índice de 125, revirtiendo el descenso que había tenido luego de la “Libertadora” (hasta un índice de 79), nivel al que volvería a llevarlo la dictadura en 1976. Pero no fue un triunfo, porque la situación reclamaba un cambio de régimen político y social.