Historia

22/11/2017

[VIDEO] “La mujer y la revolución de febrero”, por Jean Jacques Marie

Con texto completo de la exposición del historiador para el Seminario sobre la vigencia de la Revolución de Octubre.


Como aporte al reciente Seminario sobre la vigencia de la Revolución de Octubre organizado por la revista En Defensa del Marxismo, el historiador Jean Jacques Marie compartió desde Francia dos valiosas exposiciones sobre el tema.


 


Marie es militante del Parti des travailleurs y autor de una amplísima obra historiográfica, volcada en gran parte al estudio de esta revolución –en la que sobresalen sus biografías de Lenin, Trotsky y Stalin, y estudios como Cronstadt, La Guerre civile russe y Beria: Le bourreau politique de Staline–. Su tesis de fondo es que el trotskismo sigue siendo “la continuidad revolucionaria” de la prolongada lucha histórica por el socialismo y la revolución de Octubre.


 


Reproducimos aquí el video y el texto completo de su ponencia sobre la mujer y la revolución, traducido por Prensa Obrera, en la que parte de la movilización de mujeres que operó como detonante de los episodios de Febrero de 1917, para extenderse hacia el destacado rol femenino en las conquistas sociales y la defensa de la revolución de Octubre.


 



La mujer y la revolución de febrero


 


Quisiera empezar evocando la manera en la que comenzó la Revolución el 23 de febrero de 1917. En primer lugar, esta revolución es desde un cierto punto de vista la prolongación y continuación de la que estalló en 1905 y terminó en el Domingo Rojo, durante el cual una procesión pacifica de obreras, obreros y sus hijos, fue masacrada por las tropas zaristas, con cerca de 1200 muertos. Esto no impidió que la Iglesia Ortodoxa beatificará al zar Nicolás II en el año 2000, revelando su escaso nivel de exigencia. 


 


La Revolución empezó con una huelga y manifestación de obreras textiles del distrito de Viborg, una barriada obrera al norte de San Petersburgo. Estas obreras, sin embargo, habían recibido el día anterior la recomendación de los responsables bolcheviques del distrito de no hacer huelga, interrogándose sobre cómo podía terminar. Hartas de hacer colas desde las cuatro de la mañana para intentar conseguir pan, cada vez más caro y más raro, deciden, ellas mismas, entrar en huelga y manifestar, van a ver a los metalúrgicos de la fábrica Ericsson, que estaba al lado de la de ellas, para pedirles que se les unan, que se declaren en huelga y salgan a manifestar. 


 


Tenemos ahí una situación tal que el diputado ultra monárquico Shulguin, tan reaccionario que provocaría la envidia de Marine le Pen, la califica diciendo que la revolución estaba lista, pero los revolucionarios no. 


 


Era exacto. Es entendible que no estuvieran listos estos revolucionarios, que habían sufrido varias oleadas represivas, con los diputados bolcheviques exiliados y detenidos y muchos cuadros encarcelados. Son estas obreras las que encienden la mecha y que además, durante  las manifestaciones juegan un gran papel cuando los manifestantes se enfrentan a los soldados, a quienes sus oficiales les ordenan disparar sobre la multitud; se cuelgan de sus fusiles  suplicándoles  que no disparen, logran hacerlos ceder. El papel que juegan en la revolución es el de detonante, que luego desembocará en manifestaciones de 40000 mujeres a mediados de abril 1917, exigiendo la instauración del derecho al voto femenino. Ese derecho al voto será promulgado, a pesar de las reticencias del Gobierno provisorio, en junio de 1917, es el primer país del mundo donde el voto femenino es promulgado sin la menor restricción. Es prácticamente una de las pocas reformas políticas del Gobierno Provisorio. 


 


Esto lleva al hecho de que en los meses siguientes de la Revolución un gran número de mujeres ocupa un lugar destacado. En 1917, entre los tres oradores más populares de Petrogrado, hay dos mujeres. Por un lado esta Trotsky, y por el otro dos mujeres, Alejandra Kollontai y Maria Spiridonova, una socialista revolucionaria de izquierda. Los discursos de los tres encienden a las masas. Esto se traducirá en el rol fundamental jugado por varias de ellas. 


 


Alejandra Kollontai será miembro del primer gobierno bolchevique, al cual renunciará porque se opone a la paz de Brest-Litovsk. Esto llevará a la creación de una sección femenina en el Comité Central del partido Bolchevique, con mandato para elaborar medidas que permitan lanzar una política de emancipación de las mujeres. Este lugar de las mujeres, muchas veces olvidado en la historia o subestimado, no dejara de ser importante durante la guerra civil. Un cierto número de mujeres ocupa un lugar importante. Inessa Armand, Evguenia Bosch, Konstantia Sabrilova, cuadros políticos y dirigentes de Comités Militares. Parece asombroso pero significa una ruptura total con la tradición de la Rusia zarista donde la mujer no era nada. Esta herencia esta hoy ampliamente olvidada en la Rusia de Putin, que es un concentrado de la reacción, donde la iglesia ortodoxa tiene un lugar importante, a tal punto que quieren volver a la tradición zarista, cuando las campesinas eran golpeadas casi todos los días, y acaban de despenalizar la violencia familiar.


 


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