1° de Mayo: día internacional de lucha de los trabajadores

Declaración del PO y organizaciones de Uruguay, Francia, Grecia y Turquía

El fantasma de la rebelión y la revolución vuelve a erguirse en el mundo


Contra las guerras y la barbarie que fogonea la crisis del capitalismo


 


El día internacional de lucha de los trabajadores tendrá lugar en un contexto de grandes rebeliones populares a lo largo y ancho del planeta. La sublevación en Haití, el renacer de la Primavera Árabe con los estallidos revolucionarios en Sudán y en Argelia -que de revueltas populares están deviniendo en revoluciones que tiran abajo a sus regímenes capitalistas corrompidos y represores-, las movilizaciones en Hungría contra la reforma laboral y el persistente movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia, las grandes huelgas en China, la India y Bangladesh o el explosivo movimiento de mujeres desde Argentina hasta México, desde Polonia hasta Irlanda, tienen como común denominador una respuesta de las masas a la bancarrota capitalista y a las condiciones de barbarie que ella implica. La crisis capitalista socava el orden vigente y da lugar a crisis políticas y del régimen en su conjunto.


Este 1° de mayo encuentra al mundo en las puertas de una nueva recesión. El capitalismo no ha podido salir del crack del 2007 y se retoman las crisis financieras, el parate de la producción, los despidos y cierres de empresa, las bancarrotas de naciones enteras.


Se trata de una crisis capitalista de sobreproducción de materias primas, mercancías y capitales, que en lugar de abrir una época de progreso social nos lleva a la catástrofe, la miseria y las guerras. Es un claro signo del ocaso histórico de este régimen capitalista de explotación del trabajador para asegurar las ganancias de un grupo de banqueros y monopolios.


Las tendencias al colapso financiero y económico amenazan con tomar dimensiones catastróficas: las guerras comerciales y la escalada belicista son expresiones directas de la decadencia capitalista. La crisis del imperialismo yanqui, atrapado en un impasse político y económico, la fractura de la Unión Europea y la amenaza de un nuevo crack bursátil, prefiguran contradicciones cada vez más explosivas y con un alcance cada vez mayor. La suerte de la restauración capitalista en China y Rusia se torna más convulsiva y la presión del imperialismo por avanzar hacia una colonización total amenaza nuevamente con la desintegración nacional de estas naciones. En América Latina tenemos el derrumbe en marcha del gobierno macrista devastado por la fuga de capitales las devaluaciones monetarias y los planes de ‘ajuste’ del FMI por un lado y la amenaza de irrupción de las masas por el otro. Y en Brasil el empantanamiento, crisis y divisiones del gobierno del fascista Bolsonaro a meses de haber asumido.


Para pilotear la crisis y mantener sus cuadros de explotación los gobiernos capitalistas intentan descargar la crisis sobre las masas trabajadoras y las naciones atrasadas. En muchos países han subido gobiernos derechistas (Hungría, Polonia, Brasil, etc.) con el propósito de llevar a fondo estas ofensivas contra las conquistas y condiciones de vida de los trabajadores.


El presidente yanqui, Trump, está ahora bombeando un bloqueo económico contra Irán: impide las ventas iraníes de petróleo buscando hacer caer los ingresos de exportaciones de este país y obligarlo a que avance en la privatización de este recurso estratégico en favor de las petroleras yanquis. Este bloqueo está originando, artificiosamente, un aumento del precio de las naftas que golpea el bolsillo de los usuarios-trabajadores de todo el mundo.


Las guerras comerciales y la escalada belicista (Irak, Afganistán, Siria, Libia, las masacres de palestinos, etc.) son expresión del impasse del imperialismo capitalista y de su tendencia política y militar a crecientes guerras. Esta tendencia belicista se evidencia en el aumento de los presupuestos militares de EEUU (y demás imperialismos), en la ruptura de los acuerdos de misiles con Rusia, en la integración de los países del Este de Europa y los Balcanes al tratado militar de la Otan, en la institucionalización de la limpieza étnica contra los palestinos que pretende instalar en Medio Oriente el nuevo plan ‘de paz’ de Trump y Netanyahu, en los boicots estratégicos contra Venezuela, Cuba e Irán. En su bancarrota y desesperación el capital es capaz de llevarnos a la barbarie. La ofensiva de Trump -con el apoyo de las burguesías cipayas latinoamericanas- contra Venezuela para colocar un gobierno títere y privatizar el petróleo, es un paso estratégico para apuntalar a los gobiernos derechistas en crisis (Bolsonaro, Macri, Duque) y enfrentar las tendencias de resistencia de las masas. Fundamental para ‘ordenar’ el llamado ‘patio trasero’ del imperialismo yanqui y poder intervenir más enérgicamente en las guerras mundiales que se están pergeñando.


Estos ataques a las masas trabajadoras están, como hemos señalado al inicio, originando procesos de resistencia. No son solo las grandes luchas de Haití, Sudán, Argelia y otros sectores de trabajadores y desposeídos de los países atrasados. En China la clase obrera hundida durante décadas en la miseria salarial y la superexplotación está levantando cabeza, se organiza y lucha. 


Y en los EEUU crecen las huelgas de trabajadores, a la vanguardia de las cuales se destacan las masivas y persistentes huelgas de docentes que intentan recuperar niveles salariales y defender la educación pública. Hay una tendencia a la polarización que está recorriendo a amplios sectores de trabajadores y a la juventud. Trump, en su discurso presidencial, ha declarado que “América nunca será socialista”. Refleja que gran parte de la juventud norteamericana no ve futuro bajo el capitalismo y su situación se agrava constante y crecientemente (precarización laboral, salarios miserables, etc.) y busca alternativas políticas autoproclamándose socialista.


Se equivoca Trump, no en los EEUU, sino en todo el mundo se irá abriendo camino el retome de las banderas de lucha por el socialismo.


Esta tendencia a la radicalización tiene, sin embargo, el bloqueo contrarrevolucionario de las burocracias obreras sindicales y de los partidos oportunistas que crecientemente se han ido entrelazando con el poder burgués. Solo el hecho que la CGT francesa no convocara al paro general activo, confluyendo con las movilizaciones de los “chalecos amarillos”, explica que aún no haya caído el gobierno antiobrero de Macron. Las burguesías nacionales de los países atrasados (Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, el chavo-madurismo en Venezuela, etc.) han sido incapaces de desarrollar sus países, han seguido subordinados al capital financiero (pagando religiosamente usurarias deudas externas, etc.) y terminan capitulando ante el imperialismo y abriendo el camino al ascenso de la derecha en su oposición a evitar la irrupción revolucionaria de las masas trabajadoras. A pesar de estos bloqueos contrarrevolucionarios en Argelia y Sudán las masas se han abierto camino pasando de las rebeliones a revoluciones contra el poder político. La necesidad de luchar por nuevas direcciones clasistas y revolucionarias, de independencia de clase, debe ser un objetivo central.


Hace 129 años la clase obrera mundial se organizó para ganar las calles y encarar la lucha común por las 8 horas de trabajo y otros reclamos contra el capital. Hoy, tenemos que esa unidad mundial de los trabajadores está rota. En muchos países las burocracias convocarán a festivales y a celebrar un día de fiesta “por el trabajo”. El 1° de mayo es un día internacional de lucha de los trabajadores. Y este 1° de mayo pone al rojo vivo la necesidad de recuperar la independencia política de los trabajadores, de construir partidos obreros revolucionarios en cada país y una Internacional Revolucionaria que unifique la lucha contra la ofensiva de barbarie y superexplotación del capital y se plantee la lucha por que los trabajadores impongan gobiernos obreros y abran el camino a la satisfacción de sus reivindicaciones, derrotando las guerras imperialistas.


La centroizquierda propugna enfrentar a Trump y los gobiernos derechistas formando frentes antifascistas ‘democráticos’ con sectores opositores de la burguesía. Pero esa centroizquierda es la que se ha hundido incapaz de enfrentar la crisis capitalista, abriendo el camino al ascenso de estos sectores derechistas. Es imposible volver al ‘equilibrio’ anterior, hay que avanzar contra la barbarie capitalista hacia la resistencia, la revolución y el gobierno de trabajadores. Un frente ‘democrático’ con los Lula, Kirchner y Cia. para enfrentar a la derecha electoralmente sería colocar una camisa de fuerza a las masas obreras y revolucionarias que han salido a la lucha. Se trata de enfrentar y derrotar al capitalismo que genera estas fuerzas derechistas y también se vale de los pseudo demócratas para imponer sus planes. No nos olvidemos que con Clinton y Obama el imperialismo descargó su guerra contra Libia (que hoy prácticamente ha cesado de existir como país independiente, dividido en varias zonas bajo gobiernos tutelados por diferentes fracciones imperialistas), en Siria, Irak, etc.


Más que nunca el imperialismo aparece como la reacción en toda la línea. Sus intervenciones militares en defensa de los derechos humanos o por razones humanitarias son pura fábula, maquillajes para disfrazar su rostro contrarrevolucionario. La clase obrera es el motor de la lucha por una transformación socialista del mundo.


El movimiento de las mujeres por el derecho al aborto y otros reclamos democráticos contra la opresión capitalista ha ido recuperando el 8 de marzo como jornada internacional de lucha de la mujer trabajadora con masivas movilizaciones (España, Argentina, etc.).


Recuperemos también el 1° de mayo como día internacional de lucha contra el capital.


Las organizaciones abajo firmantes,  partidos y organizaciones revolucionarias basadas en el programa de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI), estamos impulsando la refundación de una Internacional Socialista Revolucionaria para unir a los trabajadores del mundo. Convocaremos para fines de este año a una Conferencia Internacional para dar pasos concretos en ese sentido.


Construyamos Partidos Obreros Revolucionarios. Pongamos en pie una Internacional Revolucionaria.


No a los frentes de colaboración de clases. Por frentes revolucionarios de independencia de clase, de la izquierda y los trabajadores.


Que la crisis la paguen los capitalistas. No al pago de las usurarias deudas externas. No a los planes fondomonetaristas de ‘ajuste’ contra los trabajadores. Abajo las reformas laborales y previsionales reaccionarias y antiobreras.


Apoyemos las luchas de las mujeres por el derecho al aborto y sus reivindicaciones contra el capitalismo. Separación de las Iglesias del Estado.


Contra la xenofobia y la persecución a los inmigrantes. Plenos derechos ciudadanos y laborales para los inmigrantes. Unidad de la clase obrera contra el capital.


Abajo las guerras imperialistas. Fuera las tropas imperialistas de Africa y Medio Oriente. Apoyo a la lucha del pueblo palestino contra el sionismo-imperialismo: por el derecho al retorno. Fuera yanquis de Venezuela y de América Latina.


Por gobiernos de trabajadores.


 


Partido Revolucionario de los Trabajadores (DIP – Turquía)


Partido Revolucionario de los Trabajadores (EEK – Grecia)


Renancimiento Obrero Revolucionario (ROR – Francia)


Liga de Trabajadores Marxista (Finlandia)


Partido de los Trabajadores (Uruguay)


Partido Obrero (Argentina)