A quién beneficia el canje


Los titulares de diarios que se reproducen arriba son muy claros: el famoso canje es un gigantesco negociado que pagará el pueblo argentino, de ningún modo una actitud valiente ante los acreedores internacionales.


 


La médula del asunto es que el gobierno ha asegurado a los banqueros que no interferirá decisivamente en la apreciación del peso frente al dólar. De este modo, los nuevos títulos, emitidos en pesos, aumentarán de precio fuera de toda proporción. Por la misma razón, el valor de la deuda que finalmente deberá pagar el Estado por los nuevos títulos no corresponde a lo que surge de la ‘quita’, porque irá aumentando por el ajuste del precio de los bonos a la inflación interna y, en forma simultánea, a la menor cotización del dólar. En términos de la moneda norteamericana, la deuda final que deberá pagar el Estado bien podría aproximarse al 80 ó 100 por ciento del valor original que tenía la deuda en ‘default’. Obviamente, lo que pague el Estado saldrá del bolsillo de los contribuyentes, por sobre todo de los trabajadores.


 


Los ‘bonistas’ “vuelven a perder”, porque se desprenden de un título que está desvalorizado, porque no tienen margen para una inversión a largo plazo. Las AFJP, entre otras, han salido a comprar deuda impaga, incluso si para juntar el dinero para esa compra deben vender bonos que sí se están pagando. Tamaño es el beneficio que descuentan.


 


Otra pérdida enorme que sufren los argentinos que trabajan tiene que ver con la compra de dólares que hacen los Bancos Central y Nación con el objetivo, no de evitar la caída de esa moneda sino de regular el ritmo de esa caída. Pero al comprar una divisa que pierde valor van acumulando pérdidas fiscales y monetarias impactantes, sobre las que no está brindando ninguna información. Por ejemplo, compraron dólares a tres pesos que hoy cotizan a dos pesos con noventa; en mil millones de dólares (o tres mil millones de pesos), ese perjuicio de diez centavos equivale a cien millones de pesos.


 


El pueblo argentino, tanto la clase obrera como la clase media, está siendo sometido a una implacable confiscación mediante la utilización de los métodos sutiles de la manipulación financiera y, para mayor injuria, con un discurso que se jacta de la independencia nacional y de la distribución progresiva del ingreso.