Abajo la represión en Egipto

Fuera la Junta Militar

El viernes 16 de diciembre, las fuerzas militares egipcias desplegaron un fuerte operativo represivo para desalojar de la Plaza Tahrir a los acampes de activistas que exigen la renuncia del gobierno y del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Él desalojo y “limpieza” de Tahrir es una cuenta pendiente para los militares desde la caída de Hosni j Mubarak. Cada intento de desalojo encontró una respuesta popular que desencadenó inevitablemente en batallas campales de magnitud. Esta vez no fue la excepción.

La Junta Militar, montada sobre el reflujo transitorio de las protestas a causa de los comicios legislativos, buscó imponer una represión aleccionadora: los militares avanzaron sobre los acampes con brutalidad, golpeando todo a su paso e incendiando las carpas de los manifestantes. Un video que recorrió el mundo bastó para señala el salvajismo de las supuestas fuerzas armadas “democráticas” de Egipto: los uniformados golpearon, arrastraron y abusaron sexualmente de una joven manifestante a la vista de todos. El operativo de desalojo dejó nueve muertos, que se suman a los casi 40 del último levantamiento y a los cientos de asesinados de la rebelión de principio de año, cuando cayó Mubarak.

El imperialismo “democratizante” de Barack Obama fue denunciado, recientemente, por aportar armas y materiales a las fuerzas armadas de Egipto, entre ellas, un gas lacrimógeno de mayor envergadura que, según señalan activistas y periodistas, fue la causa de la muerte de una gran parte los manifestantes. El Nobel de la Paz, que buscó presentarse como un garante de la “transición democrática” en Egipto tiene las manos manchadas de la sangre de los luchadores egipcios.

Los comicios legislativos no cerraron de ningún modo la enorme crisis que recorre Egipto, que vuelve a poner a la orden del día una tarea primordial: la expulsión de los militares y su gobierno títere del poder. Toda nuestra solidaridad con el pueblo de Egipto.

¡Abajo la represión!

¡Viva la revolución árabe!