Adónde va el IRA

Las manifestaciones, protestas y choques que sostuvieron los nacionalistas irlandeses del Ulster con la policía y el ejército de ocupación británico, a mediados de julio, fueron unánimemente considerados como “los más violentos de la historia”. ¿Significa esto que los nacionalistas irlandeses se plantean hundir el ‘proceso de paz’ auspiciado por los norteamericanos? Más bien, significa todo lo contrario.


Provocaciones y advertencias


Las manifestaciones republicanas fueron la respuesta a la provocación montada por los ‘unionistas’ (pro-británicos) del Ulster, que organizaron un desfile cuasi-militar por los barrios católicos (nacionalistas) para ‘celebrar’ el aniversario de la incorporación de Irlanda a la Corona británica. Major fue un cómplice activo de la provocación, ya que después de varios días de negarse a autorizar la marcha, terminó cediendo en toda la línea frente a los ‘unionistas’.


La provocación ‘unionista’ fue “centralmente organizada” por el UPP, el principal partido pro-británico de Irlanda del Norte (Financial Times, 11/7). Gerry Adams, el principal dirigente del Sinn Fein –el ‘brazo político’ del IRA–, no tuvo dudas en caracterizar que “la marcha constituyó un golpe de estado unionista contra el proceso de paz” (Clarín, 14/7). El gobierno irlandés –y el norteamericano, que habla por boca de éste– responsabilizó directamente a Major: “un furioso John Bruton (primer ministro irlandés) … acusó públicamente al gobierno británico de provocar los desórdenes” (The New York Times, 16/7). La posición irlandesa (en realidad, norteamericano-irlandesa) “abrió una crisis fundamental entre Londres y Dublin” (ídem).


La policía y las tropas de ocupación mostraron su completa impotencia frente a los manifestantes. “(Las protestas) terminaron, dice la gente aquí, no por la policía, sino porque los ‘hombres duros’ –las fuerzas de vigilancia del movimiento republicano irlandés– las hicieron terminar” (The Washington Post, 18/7). Un testigo de las manifestaciones en Derry declaró: “Si no hubiera sido por el movimiento republicano, los manifestantes habrían quemado toda la ciudad” (ídem). Resulta claro que la dirección nacionalista irlandesa impulsó las manifestaciones –y luego las contuvo.


La crisis de las negociaciones


Pasadas las manifestaciones, recomenzaron las ‘negociaciones de paz’ bajo la presidencia del norteamericano George Mitchell, enviado especial de Clinton a Irlanda. Bajo una descomunal presión norteamericana, los británicos ya aceptaron dejar de lado la exigencia de que el IRA entregue las armas antes de ser aceptado en el ‘proceso de paz’. Aún ausente de la ‘mesa formal’, el Sinn Fein es un factor activo del ‘proceso de paz’: sus dirigentes se reúnen “diariamente” con el gobierno irlandés (Financial Times, 18/6) y también mantienen contactos –aunque menos regulares– con los de Gran Bretaña y Estados Unidos.


Las negociaciones, sin embargo, parecen llegar a un punto muerto, porque los ‘unionistas’  y sus aliados británicos acusan a Mitchell y al gobierno nor-teamericano de  “favorecer a sus aliados del IRA y del Sinn Fein” (International Herald Tribune, 21/6). Pero como los propios británicos reconocen que “las conversaciones no valdrán un penique si el Sinn Fein no está presente” (Financial Times, 18/6), resulta claro que lo que enfrenta a británicos y norteamericanos es quien dominará la Irlanda ‘pacificada’ y quién se apropiará de los beneficios que arroje su ‘pacificación’.


Los norteamericanos


Bajo Clinton, el gobierno norteamericano está mostrando un ‘interés’ en la ‘cuestión irlandesa’ como no lo había hecho ningún otro en más de un siglo. A las razones de política interna (“Clinton no habría ganado las elecciones sin el voto de la comunidad irlandesa” –Foreign Affairs, mayo/junio de 1996), hay que sumarle la agudización de la guerra comercial. Los norteamericanos pretenden usar a Irlanda como una gran vía para su penetración comercial en la ‘Europa comunitaria’.


El gran capital norteamericano ya tiene una posición dominante en la República de Irlanda: el 60% de la inversión externa es norteamericana, y del mismo origen son las empresas que encabezan el ‘boom’ de inversiones externas que se registra –tanto en el norte como en el sur– desde el inicio del ‘proceso de paz’. En 1995, Irlanda registró un “récord de inversiones externas”: el 14% de todas las destinadas a Europa (Financial Times, 25/6). El Ulster no le va en zaga: en 1995, las inversiones externas crecieron un 71% (International Herald Tribune, 15/6).


Por su retraso relativo respecto de los restantes países de la Unión Europea, Irlanda goza de una serie de privilegios impositivos y subsidios … que el capital norteamericano quiere utilizar a su favor para penetrar en Europa.  Aunque pueda parecer sorprendente, el Sinn Fein actúa con el mismo programa. En efecto, la norteamericana Emerson Electric anunció la construcción en el Ulster de una planta para la fabricación de compresores con destino a toda Europa; la inversión “es la primera por la cual el Sinn Fein … hizo un lobby muy activo, como parte de su campaña para atraer inversiones externas a la provincia” (International Herald Tribune, 15/6). ¿El IRA pretende resolver la cuestión nacional irlandesa con las inversiones yanquis?


El imperialismo británico sólo puede mantenerse como asociado menor de los nuevos amos. Precisamente por esto, los ‘unionistas’ se verán obligados a capitular. En Irlanda, como se ve, “estamos ante un choque típicamente interimperialista” (Prensa Obrera, nº 482, 20/2).


La cuestión nacional


¿Tiene interés la burguesía irlandesa en la unificación nacional? Según la burguesía británica, “Irlanda superó el trauma de la partición (y) salió del ghetto de la anglofobia” (Financial Times, 26/6). Claro que la burguesía irlandesa no abandona la perspectiva de una integración política y económica a largo plazo con el norte. En lo inmediato, sin embargo, la perspectiva de ‘hacerse cargo’ de Belfast y Derry “horroriza a los dirigentes irlandeses” (ídem).


La política del IRA está condicionada (subordinada) por esta situación histórica y por el papel que empieza a jugar el imperialismo norteamericano. Un informe aparecido en la au-torizadísima Foreign Affairs  (mayo/junio de 1996) –en la que escriben habitualmente todos los ‘hacedores’ de la política exterior norteamericana– pone en evidencia esta subordinación al citar, nada menos, que las actas de la reunión secreta de la dirección del IRA, que resolvió –por 5 votos contra 4– adoptar el ‘cese del fuego’ unilateral … “principalmente porque Clinton es el primer presidente norteamericano en décadas en ser sustancialmente influido por el lobby norteamericano irlandés”. Este ‘lobby’ está integrado también por los capitalistas norteamericanos que ‘colonizaron’ Irlanda  y que ahora se prepararan, ‘negociaciones de paz’ mediante, a ‘colonizar’ el Ulster. Prensa Obrera no necesitó leer las actas de las reuniones de la dirección del IRA para caracterizar, que “los planteos propios del IRA … están subordinados (al imperialismo norteamericano)” (Prensa Obrera nº 482, 20/2).


El giro del IRA se produce –al igual que el giro de la OLP o del Congreso Nacional Africano–después de la disolución del ‘enfrentamiento Este-Oeste’, es decir del marco interestatal en que se insertaron los movimientos nacionalistas en el pasado. Esta historia de falta de independencia política, en particular con referencia al stalinismo, explica su pasaje a las posiciones del imperialismo yanqui.