Internacionales

23/12/2022

Afganistán: el régimen talibán prohíbe a las mujeres estudiar en la universidad

Clase en Kabul.

El gobierno de Afganistán, liderado por los talibanes, ha prohibido por tiempo indeterminado el acceso de las mujeres a la universidad. Se trata de la profundización de una política de sometimiento y de disciplinamiento social.

Como respuesta, decenas de mujeres fueron a las calles para reclamar por sus derechos. A su vez, en señal de protesta, muchos estudiantes universitarios realizaron reuniones en las puertas de varias instituciones del país, y otros tantos profesores han renunciado.

Mediante esta política, el gobierno terminó por excluir a las mujeres de los ciclos educativos secundario y superior. En octubre del año pasado, el régimen prohibió estudiar a las niñas y adolescentes, procediendo a cerrar sus institutos. A raíz de ello, en varias regiones del país han llegado a erigirse establecimientos educativos clandestinos para niñas. El gobierno prometió que la prohibición de la escuela secundaria para niñas iba a tener un carácter temporal, cuya culminación tendría lugar después de que la educación se adapte a los preceptos de la sharia (ley islámica), a fin de garantizar una estricta separación de sexos.

Asimismo, el régimen ha prohibido el ingreso de las mujeres a los parques y jardines de Kabul (la capital), a los baños públicos, y a los gimnasios. Las mujeres también tienen impedido viajar solas más de 75 kilómetros de distancia, para ello deben estar acompañadas de un familiar masculino. Entretanto, se les viene vedando cada vez más el acceso a derechos elementales. Si usan maquillaje, ríen en voz alta, o no ocultan sus tobillos, pueden incluso ser azotadas.

Además, los talibanes les han prohibido el derecho a acceder a la mayoría de los trabajos; en algunas oportunidades apenas pueden ejercer labores en la docencia o en la sanidad. Por otro lado, la utilización del burka, el atuendo del mundo islámico, se ha vuelto obligatorio.

Las mujeres protagonizaron algunas protestas, que fueron duramente reprimidas.

Los talibanes se encuentran en el poder desde agosto de 2021, luego de que derrotaran a Estados Unidos, que ocupó Afganistán durante 20 años bajo el pretexto de una supuesta guerra contra el terrorismo. Esta experiencia causó estragos entre los trabajadores afganos. Más de 170 mil personas murieron, millones fueron desplazados, y tuvo lugar un retroceso en todos los planos del país.

En Afganistán se ha configurado un régimen de discriminación brutal contra las mujeres, que fueron convertidas en ciudadanas de segunda clase. A través de esta batería de medidas, las mujeres fueron confinadas prácticamente a vivir en su hogar. Esta opresión extrema funge como un mecanismo para reforzar la opresión y la regimentación del conjunto de la población.

El país se halla en medio de una crisis económica de grandes dimensiones, agudizada por la crisis mundial y por las sanciones que le ha impuesto el imperialismo. Las tres cuartas partes de los ingresos afganos se gastan en alimentos, y el 82% de la población está endeudado. En este marco, los precios de los alimentos se han disparado y la pobreza no ha dejado de crecer.

Las mujeres y las niñas son las más afectadas por este cuadro; se calcula que existen 800.000 mujeres desnutridas, una cifra histórica. Por ello, por ejemplo, se ven obligadas a casarse; el 28% lo hace antes de los 18 años de edad.

La hipocresía de Occidente

Estados Unidos y otras potencias capitalistas como Francia, Alemania y Japón, han llamado a los talibanes a que den marcha atrás con estas medidas. Es un planteo que esconde una gran hipocresía, toda vez que los países imperialistas, los más despóticos y represivos, han tejido relaciones con los regímenes más oscurantistas del mundo.

El imperialismo norteamericano mantiene una alianza, por ejemplo, con Arabia Saudita, cuyo gobierno hasta hace poco no permitía a las mujeres (que carecen de derechos y padecen una discriminación sistemática) conducir automóviles. Además, si bien el régimen talibán supone un salto cualitativo en este sentido, bajo los gobiernos títeres de Estados Unidos (Trump, Obama), la sharia continuó rigiendo como ley oficial de Afganistán, cerca del 80% de las mujeres padecía el analfabetismo y “más de la mitad sufrió violencia al interior de su familia” (elDiario, 16/8/2021).

Terminar con este régimen de opresión es una tarea que solo pueden desarrollar los trabajadores y los sectores populares afganos, empezando por las mujeres, sin ninguna alianza con los gobiernos imperialistas.