África: se anuncia una tragedia masiva en un continente sumergido

Mientras las estadísticas nos dicen que Europa tiene un millón y medio de infectados de coronavirus, que Estados Unidos más de 1.300.000 y América Latina 250.000, el continente africano (segundo más poblado del planeta) es el que menos contagios conocidos muestra: 55.000, con dos mil víctimas fatales. Los países más afectados del continente son Sudáfrica con 10.015 contagiados, Egipto, 9.400, Marruecos,6.063, Argelia, 5.723, lo cual abarca el 50% de los infectados de ese continente. Se especula con que los escasos contagios, por denominarlo de alguna forma, obedecen al hecho de que los habitantes de África viajan poco. Aquellos que mayor cuota de contagio tienen estarían adjudicados al mayor vínculo comercial con China. Se añade además que el pueblo africano está acostumbrado y preparado por las diversas epidemias que ha sufrido (tuberculosis, sida, ébola). Otro dato es el bajo promedio de edad africano (19,7), lo cual prueba el alto porcentaje de mortalidad, dado el nivel de hundimiento social y de miseria del continente.


Todo esto es probable, pero es necesario no distraerse frente a la catástrofe que se avecina. Tedros Adhamon, representante de la OMS afirma que hay que prepararse para lo peor. A su turno, Mary Stephen, representante nigeriana de dicha organización se alarma diciendo que los casos aumentan rápidamente. Y Anna Rocca del mismo organismo mundial anuncia: “Aquí (se refiere a Gambia) el sistema va a estar saturado mucho antes que en aquellos países”(Europa). Y agrega: “No hay unidades de cuidados intensivos”. Estas afirmaciones no son caprichosas. Unicef nos brinda datos lapidarios: en África “el 63% de la población carece de agua potable (258 millones de habitantes);en África central y occidental un tercio de la población sufre la misma carencia. En Makuric, barrio de Nairobi, capital de Kenia, hay medio millón de habitantes que viven hacinados en viviendas de plástico y cartón. Sin agua y jabón y hacinados, la ecuación perfecta para una extensión explosiva del Covid-19. Un dato social insoslayable es el abismo de clase existente que se manifiesta entre la minoría pudiente que asiste a las clínicas privadas y la gran masa de la población que carece de un sistema público de salud apto.


Es preciso poner énfasis en el hecho de que el confinamiento tiene sus límites debido a que hay una gran masa de habitantes que realiza trabajos ocasionales y necesita salir a ganarse el sustento para no morir de hambre, sin que exista un correlato por parte de los estados africanos, en el sentido de que no hay subsidios a los desocupados o cuentapropistas. Los cierres de fronteras, en el cuadro presente también son un arma de doble filo .Un ejemplo es el que se ha producido entre Gambia y Senegal, que económicamente hunde al primero que depende del comercio con su país vecino. De conjunto, asistimos a un descarnado callejón sin salida en el contexto del enorme atraso económico y hundimiento al que el continente africano está sometido por el saqueo imperialista.


La contrapartida de la aun no desatada pandemia en África, pero al acecho inminente, por las condiciones descriptas, lo constituyen otras enfermedades desatendidas en virtud de la pandemia presente. Las muertes derivadas del SIDA pueden duplicarse por la interrupción del tratamiento, ya que al no llegar los retrovirales pueden morir 500.000 personas más (según datos de la ONU). Es que en 2008 murieron en el continente 950.000 personas, víctimas del HIV. En la actualidad existen 25.700.000 personas con esa enfermedad en África subsahariana, de las cuales podría existir un retroceso sin retorno de 16.400.000 en su tratamiento. Este salto también podría causar un retroceso en el tratamiento contra la transmisión de madres a hijos.


Las infecciones infantiles podrían repuntar en este cuadro, un 37% en Mozambique, 104% en Uganda, 78% en Malaui y Zimbabue.


 En el fondo de todo este drama sanitario, humanitario y social encontramos el saqueo imperialista al continente, cuyos países solo han obtenido la independencia formal para continuar sometidos a las naciones imperialistas. Desde el imperialismo francés al norteamericano, incluyendo al alemán, y también de un modo tangencial, pero incluso con presencia militar, de Noruega, hay una intervención con presencia de tropas para garantizar la expoliación de recursos minerales (petróleo, gas, bauxita, oro, fosfato, uranio, tungsteno, titanio, etc.), minerales vitales en la economía mundial, que son usados con diversos propósitos destructivos, como es el caso del titanio para la fabricación de cohetes y aviones a reacción. El imperialismo norteamericano ha distribuido con esa finalidad tropas en 35 países africanos; Francia sigue dominando sus viejas colonias: Costa de Marfil, Marruecos, Seychelles, Argelia, Madagascar, Argelia, Mali, Congo, Burkina Faso.  


La tragedia que se avecina en el continente africano, será bajo la forma del coronavirus o de un agravamiento del Sida o de la tuberculosis. En todo caso, será la profundización extrema de la ya existente.


La tragedia africana es la tragedia de toda la humanidad. La clase obrera y los oprimidos del continente ostentan una tradición de lucha profunda que anida en la experiencia de luchas antiimperialistas y rebeliones populares (Marruecos, Argelia, Sudan, Egipto, etc). La lucha contra la pandemia de hoy es la lucha por la expulsión del imperialismo y sus tropas, por la expropiación sin pago de las riquezas naturales. Requiere una dirección socialista y revolucionaria que dé una salida de conjunto a los oprimidos africanos, cuyo corolario debe ser la lucha por los Estados Unidos Socialistas de África.