Alemania en la crisis industrial

Alemania ha ingresado de lleno en la crisis industrial que azota a Europa. La acería líder de ese país, de la corporación Thyssen Krupp, pondrá en marcha un programa de recortes, en los próximos tres años, que implica "la pérdida de miles de puestos de trabajo, rebajas salariales y peores condiciones laborales" (World Socialist web site). Las pérdidas que anuncia la compañía en Brasil y Estados Unidos vienen acompañadas de una declinación en los precios del metal y una capacidad de producción excedente cada vez más amplia.


En Europa, la contracción acumulada de la demanda de hierro desde 2007 asciende al 29%. Arcelor Mittal, la primera productora del mundo, también ha empezado con despidos y cierres. En los altos hornos de Florange -en Francia-, se ha desatado un conflicto de alto voltaje político. Las acciones de Mittal han caído un 70% desde 2008.


Asociada a la crisis de las siderúrgicas, las automotrices alemanas también se encuentran en el tobogán. Opel, asociada a General Motors, anunció el cierre de la fábrica de Bochum para 2016, a partir "de la baja drástica de la demanda y de la enorme sobrecapacidad de producción reinante en el mercado europeo (Le Monde, 12/12) Es el peor año de ventas de la última década, con una caída del 25% respecto de 2007.


Deliberación por "arriba" y por abajo


Aunque en forma muy tímida, ha comenzado una discusión en la burguesía alemana sobre un rescate estatal, imitando la política llevada adelante por Obama con las automotrices de los Estados Unidos.


El poderoso sindicato Ig Mettall evita enfrentar la situación con una acción directa. Acaba de desactivar una concentración que se preparaba con motivo la celebración de los 50 años del establecimiento, luego de que la patronal levantara los actos previstos por temor a que se convirtieran en una gran jornada de protesta. Ello explica que "ahora el descontento de los trabajadores no está sólo dirigido contra la conducción empresaria sino también contra Ig Metall" (World Socialist web site, ídem).


El número de alemanes con trabajos precarios supera los 10 millones. El 80% de ellos trabaja por un salario de menos de 9,15 euros la hora y, dentro de éstos, 1,4 millones no superan los 5 euros la hora.