Alemania, otro parlamento en figurillas

En Alemania ya existe un gobierno (incómodo) de coalición entre tres: la democracia cristiana, el partido liberal y el cristiano de Baviera. Esta coalición –en especial los democristianos de la primera ministra Angela Merkel– acaba de perder las elecciones en el estado de Renania-Westfalia, y con ello la mayoría en el Senado germano. Como en Gran Bretaña, los alemanes tienen también un ‘parlamento colgado’, aunque aquí se note menos debido a que es una experiencia más frecuente. Los mentideros atribuyen la derrota de Merkel a su participación en el ‘rescate’ de Grecia, en realidad de los bancos alemanes en perjuicio de Grecia. Se le atribuye a Merkel haber demorado el paquete para después de estas elecciones, lo que no logró. La pobre mujer tuvo que poner la plata y perder las elecciones.

Tonterías. Renania-Westfalia es responsable por el 20% del PBI alemán y es el corazón de la industria y del proletariado. Si aquí votaron contra el gobierno es porque saben que el ‘rescate’ no es para los jubilados de Grecia sino para el Deustche y el Commerzbank. Además, en esta región, la desocupación es del 10%, que más la reducción de la jornada laboral se traduce en un conjunto del 17%. Al gobierno lo golpeó políticamente la crisis capitalista –no la generosidad del desembolso por la deuda griega. El parlamento ‘colgado’ es un producto de esta crisis.

La cuestión es, ahora, qué hará la socialdemocracia en este Estado, y que para formar gobierno estable debería aliarse, además de a los verdes, al Partido de Izquierda, que llega por primera vez al parlamento regional –al superar el piso del cinco por ciento. El PI reúne a los stalinistas de la ex Europa oriental y a la izquierda que se separó de la socialdemocracia. Unos y otros ya son aliados en municipios y estados del este, pero algo similar en Renania-Westfalia sería interpretado como un paso hacia una coalición de izquierda a nivel nacional. Los ‘ex comunistas’ llegarían a la cima del poder en Alemania. Sobre lo que no hay duda es que una alianza con el PI no tendría contenido anti-capitalista sino que sería un recurso excepcional para descargar la crisis, aún más, sobre los trabajadores. El ‘lulismo’, en Europa, no es mejor que en América Latina.